viernes, 26 de enero de 2018

Greguerías de un inconformista (XLVI).



Hace unos días leí y escuché una noticia en los mass-media, noticia que creo que ha pasado algo desapercibida para la mayoría de las personas, pero que a mí me impactó con mucha contundencia.
La noticia decía algo tan simple como “Clonan primates” y la acompañaba, en la TV y en la prensa, una fotografía de dos monos enanitos, como dos titis, exactamente iguales.
Inmediatamente, como un acto reflejo, pensé en lo que escasos segundos después comentaba la noticia: “Queda abierta la puerta para la clonación de humanos”.

¡La noticia me horrorizó!

Hace unos días que tengo pesadillas nocturnas que provocan que me despierte o bien empapado en un sudor viscoso o bien congelado como si estuviese rodeado de una capa de hielo en torno a mi cuerpo.

Y entonces se me empiezan a ocurrir extravagancias insoportables e insufribles, como por ejemplo perder mi propia identidad porque me tropiezo por la calle con mi clonación, que es idéntico físicamente a mí, y pienso que lo peor ocurrirá cuando entre en un bar después de seguirlo por diversas calles y compruebe que habla, se sienta, consume, bromea, gesticula y dice y hace cosas exactamente igual que yo.
O que paseo por mi pueblo y me encuentro con una mujer calcada a mi amada Susan.
O entro en un restaurante y veo sentado a la mesa a un hombre como mi padre que me sonríe y yo no sé por qué. Y a su lado se sienta una mujer que es mi madre y me mira y me observa como si me conociese como si me hubiese parido. Y el camarero que va a tomar nota de lo que desean es idéntico a otro camarero que yo conocí en otra ciudad y también me mira de soslayo con una risita que no sé interpretar del todo, y mi madre pide un plato de sopa pero muy muy muy caliente, como hacía siempre siempre siempre mi madre, y se queja de que hace algo de frío en el local y mi padre le dice al camarero que es de otra ciudad que él con unos callos y pan estará más que satisfecho, y el camarero se va con su nota y al pasar junto a la mesa donde me he sentado me dice Buenos días, Paco, y yo me quedo tan estupefacto que no respondo.

Y entonces me despierto sobresaltado, horrorizado, asustado, y me voy al baño a lavarme la cara y cuando me miro en el espejo no me reconozco porque igual que yo vaya usted a saber cuantos más corren por las calles de mi pueblo, de mi ciudad o de otras, y corro de nuevo a la cama para taparme hasta el flequillo y olvidar lo que ya no sé si he soñado o he vivido el día anterior o es lo que viviré en el día que está por venir.
Y al final me despierto cuando el despertador me lo dice con su estridencia y lo primero que hago es decir en voz alta Paco para ver si sólo contesto yo o lo hacen varios al unísono, y como que sólo lo hago yo me tranquilizo un poco hasta que pienso que tal vez han contestado otros pero desde otras habitaciones, otros pueblos, otras ciudades, otras tierras, y entonces vuelvo a horrorizarme y ya no se qué hacer pero algo hago aunque no me acuerdo, y decido que ya se lo preguntaré a otro Paco como yo en cuanto me lo encuentre por la calle.

Y salgo a la calle para desayunar en algún lugar mirando de forma furtiva a todos lados por si aparezco tras una esquina, y aparezco, y entonces pienso que tal vez yo sólo soy una copia del auténtico que es el que acaba de aparecer al doblar la esquina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario