(Pensamiento a vuelapluma
tras una conversación personal en la clandestinidad del anochecer con una amiga
que me quiere y a la que yo adoro).
El final de la angustia, de la tristeza y la ansiedad casi
siempre es una sonrisa tímida inicial, que conquista después un rostro risueño
que vence al estado de letargo, y acaba con una expresión muy cercana a la
comicidad que se manifiesta en risa desordenada y relajante porque desdramatiza
todos los pesares anteriores, provocando la pausada y serena alegría de la
comprensión de la propia intimidad, antes sometida y ahora liberada.
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