Es evidente que la observación es una de las grandes
prácticas a la que debemos entregarnos los hombres, porque de la observación
extraeremos grandes enseñanzas y sabidurías.
En ocasiones, amigos míos me preguntan, entre sorprendidos y
extrañados, de dónde saco yo las historias y los cuentos que narro y escribo, y
también en muchas ocasiones ellos mismos se responden que de mi gran capacidad
para la imaginación.
Y es entonces cuando yo les corrijo, y les digo que no, que
la imaginación aporta cosas, claro que sí, pero que casi todo procede de la
observación.
Y lo justifico y confirmo con un ejemplo simple, de
extremada simpleza a la vez que altamente ilustrativo de lo que mantengo.
Prácticamente todos nosotros conocemos las latas de cerveza
de la marca “Xibeca”, pero casi nadie ha caído en la cuenta de que impreso
sobre el rojo de la lata hay un cuento que dice así:
“Cuenta la leyenda que una lechuza (xibeca*, en catalán)
hechizó a una joven convirtiéndola en una bruja con fantásticos poderes. La
peculiar forma alargada de la bruja Xibeca se hizo tan famosa que se cree que,
años después, sirvió de inspiración a la hora de buscar un nombre para las
botellas de litro de Damm.
Sin embargo, otra historia popular dice que podría ser la
similitud de tamaño entre estas botellas y la lechuza la que finalmente diera
nombre a esta original cerveza”.
*LECHUZA (XIBECA, EN CATALAN) f. Ave rapaz nocturna de
cabeza grande y ojos grandes y brillantes con el iris amarillo, rodeados de
plumas dispuestas en forma de radios.
Y junto a este texto, que consta en castellano y catalán en
cada una de las latas de la mencionada marca (lo cual indica bastante sobre el
cuantioso espacio de lata que el cuento ocupa) aparece el dibujo a mano alzada
de una lechuza posada sobre una rama de árbol.
Es, por tanto, la observación y no otra cosa la que nos trae
los cuentos allá donde estamos, aunque es bien cierto que después la
imaginación suele aderezarlos como la sal, la pimientas y otras especies
condimentan las viandas que acostumbramos a consumir con sumo deleite.
En consecuencia, nuestra mente tiene que estar tremendamente
abierta y receptiva para recoger las historias y los cuentos que vienen a
nuestro encuentro, ya que caso contrario pasan de largo sin ofrecernos la
posibilidad de escribirlos y contarlos una vez salpimentados con nuestra
imaginación, como es el caso del cuento de la bruja Xibeca y la cerveza Damm.