La vida me dio en exceso, en demasía, pero me quitó lo que
más quería.
domingo, 31 de diciembre de 2017
miércoles, 27 de diciembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XLIII).
El día de Navidad, mientras hacía tiempo antes de ir al
restaurante para celebrar el almuerzo familiar, y desde una terraza de
Barcelona, ví pasar una enorme nariz con una mujer corriendo detrás de ella. Me
pareció lógico y consecuente, ya que si la mujer no corría detrás de su nariz
corría el riesgo de caer de bruces sobre el duro asfalto por la simple fuerza
de la ley de la gravedad, ya que su nariz, y el peso de la misma, era con
evidencia meridiana grande. Sólo me entristeció pensar que aquella mujer estaba
destinada a correr sin parar y sin remisión toda su vida si deseaba guardar la
vertical de su cuerpo.
Inmediatamente después me invadió la idea, al margen de
aquella nariz y sus consecuencias,
de que tal vez se tratase de una de esas mujeres (también existe la versión
masculina) empecinadas en no olvidar la práctica del “footing” ni siquiera el
día de Navidad, y también pensé que es muy posible que lo hagan para practicar
la impertinencia con los tranquilos transeúntes o simplemente para desparramar sus sudores y así molestar
todavía más al vecino ocasional (los hay que incluso corren con un perro al
galope a su costado, y esos se llevan la palma del incordio urbano).
Aún así sonreí desde detrás de mi primera copa de vino tinto
del día.
Luego me olvidé de la
nariz y me dedique a observar la compra de lujosos turrones por parte de
una pareja de monjas con caras pícaras y golosas. Pensé que era evidente que ni
eran de clausura ni habrían hecho votos de pobreza, así que algún lujo puntual
no les estaba vedado. Sonreí tras el segundo sorbo del buen vino que consumía
junto con un pequeño bocadillo de jamón del país.
Después me entretuve, una vez abandonada la terraza, en un
quiosco de la plaza que domina mi barrio observando la ansiedad de la gente por
comprar prensa, sabedores de que al día siguiente no se editan los rotativos, e
imaginé que desconocedores de que para estar al día de las noticias de
actualidad se puede recurrir a la TV y a la radio.
Esta vez no me surgió una sonrisa porque recibí un codazo en
el vientre del viejo que porfiaba por hacerse con el sitio que no le
correspondía para pagar sus diarios, y que ahora caía en la cuenta que llevaba
un rato molestándome considerablemente. El codazo siguiente se lo propiné yo
con un aspaviento innecesario de mis brazos, y cuando ví su expresión de
disgusto teñida de un ligero dolor no brotó la sonrisa en mis labios sino una
pequeña carcajada que rozaba lo macabro y que casi me descoyunta la mandíbula,
porque caí en la cuenta de que la quiosquera se partía el pecho de la risa ya
que había visto mi codazo intencionado aunque sabía que estaba exento de la
maldad que parecía haber causado.
Después de pagar el diario que me había encargado mi cuñado
(yo decidí no hacerme con ninguno por simple coherencia intelectual tras lo
meditado entre codazos) me dirigí tranquilamente hacia el restaurante donde
solemos comer la familia el día de Navidad, con la seguridad constatada en
infinidad de ocasiones, y esa mañana había sido una de ellas, de que la
observación es una de las grandes fuentes de aprendizaje y conocimiento de la
humanidad, y con la seguridad de que después de que la comida familiar fuese
perdiendo, paulatinamente a su desarrollo, la armonía inicial constataría a la
altura de los postres y los brindis la aparición irremisible de serias disputas
familiares y algún que otro pequeño desprecio entre nosotros, hermanos, suegra,
cuñados y cuñadas (naturales y postizos) y sobrinos y sobrinas.
Y así, entre improperios y encontronazos sin más
importancia, finalizaríamos la acostumbrada celebración del día de la Navidad.
domingo, 17 de diciembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XLII).
(Dedicado al gran escritor
y poeta uruguayo Mario Benedetti, si humildemente me lo puedo permitir, a quien
leía anoche antes de dormir y estoy seguro que ha inspirado mi amanecer).
Hoy me levanté con un alba de plata maciza y un frío de estalactita mocosa. En mi garganta una
enorme y dolorosa sequedad.
El frío y la escasez de humedad en el ambiente viciado de mi
habitación me trajeron a la mente el recuerdo de la calidez de la piel de mi
madre y, no sé por qué mecanismos de la memoria, rememoré a mi madre
persiguiendo la calor y la humedad del mar y la costa de Barcelona.
Ese mar y esa playa me transportó al Maresme de nuestros
veranos, y me ví recogiendo los higos chumbos junto a los eucaliptos de Casa
Carolina que tanto amaba mi madre.
Yo se los llevaba en un saco y ella me lo agradecía con la
miel del chumbo en sus labios y su sonrisa lenta, cadenciosa y serena de flor
roja de espinas de madre de su hijo enamorada.
Y yo le mostraba las yemas de mis dedos hinchadas por el
escozor de las espinas de defensa de las chumberas mediterráneas, y que en el
fondo yo celebraba que hiriesen mi piel porque el manjar de mi madre era el
fruto de las espinas y su alegría olvidaba las espinas de la chumbera y de la
vida.
Mamá, también pienso ahora en mi compañera, en las mujeres
de mi vida, y en el dolor de las espinas convertidas en puñales que en mi alma
se clavaron y nadie ni nada podrá desclavar.
Mamá, cuando yo esté de nuevo con vosotras, ¿me sacarás con
tus pinzas y tus dedos de piel seca y caliente los pinchos de las yemas de mis
dedos para que pueda mesar la cabellera de fuego de mi amada?
miércoles, 13 de diciembre de 2017
Suerte para uno que jugó en el Barça.
Julio Alberto Moreno Casas, “Julio Alberto”.
Futbolista de éxito, asturiano de pura cepa, catalán de
adopción, casado con hija de banquero, ejecutivo del fútbol.
Ejemplo de hombre que no entendió nunca nada en la vida.
Escogió el camino equivocado, el mundo oscuro de la droga.
Se casó con su mujer y su dinero pensando que allí estaba la
felicidad, y halló la desgracia.
Se ubicó en el fútbol de lateral izquierdo cuando él quería
ser extremo, y aún así conoció las mieles del triunfo y la estima de su
afición.
El F.C.Barcelona lo hizo ejecutivo de despacho para que
tuviese otra oportunidad, pero jamás entendió su papel.
Catalunya y su sociedad, sus gentes y sus ambientes, y
también el propio Barça y la Asociación de sus Jugadores Veteranos le dieron
las oportunidades y posibilidades que se niegan a la mayoría, pero decidió irse
porque toda su vida se desubica y no comprendió nada de la tierra que le
rescató de la inmundicia.
Tal vez en algún lugar y en alguna circunstancia encuentre
lo que le quiso dar la vida, su pareja, su equipo y su tierra de acogida.
Algo deberá entregar porque (casi) gratis ya lo ha tenido
todo.
Y todo lo ha perdido.
Suerte, Julio Alberto !
martes, 12 de diciembre de 2017
Carta de Navidad.
Señoras y señores del Partido Popular:
Me gustaría pedirles estas Navidades que me obsequien con un
regalo.
Es muy sencillo y poco costoso para ustedes.
Por favor, PROHÍBAN algo más, que tengo mono de
prohibiciones.
¡No es que me gusten, que no me gustan, las prohibiciones
digo, es que las necesito para vivir!
Sobre todo porque me encanta saltarme sus prohibiciones,
incumplirlas, sentirme como un infractor, un poco como un ladronzuelo, como
aquel personaje de Quevedo que tanto nos hacían estudiar en la Esuela porque
era literatura de la buena, no como “El tirant lo blanc” de un pagés que se
llamaba Juanot y tenía apellido de pueblo el muy desgraciado (Martorell, creo),
porque me siento rejuvenecer, como cuando mi padre me prohibía fumar y yo lo
hacía a escondidas y luego masticaba un paquete de chiclés entero para que él
no notase en mi aliento que yo había fumado.
Esa sensación de mentir e incumplir me hace sentir de nuevo
joven, vivo, revolucionario, mi riego sanguíneo aumenta y yo vibro como una
lagartija en plena vida.
Y como ustedes son especialistas en prohibir (abortar, reunirse,
manifestarse, tener ideas propias, ser separatista o independentista,
discrepar, comulgar con otros criterios que no sean los suyos, crear, no ser
religioso, mear fuera del tiesto –aunque toda España mea fuera de la taza-,
estudiar humanidades, defender lenguas propias, tener costumbres y tradiciones,
no amar la Fiesta Nacional –aunque yo amé y amo a ese toro enamorado de la luna
al que cantó el poeta que ustedes no amaron nunca-, no sentir como propio el
Himno Nacional ni la Legión,…) les ruego PROHÍBAN muchas más cosas para que yo
pueda esforzarme en no cumplirlas y así sentirme diferente de todos ustedes,
que son ricos en robar y en corrupción y en alienar todo con lo que se cruzan,
y eso, eso es precisamente lo que a mí no me gusta ni me place.
Y si no pueden ustedes hacerme este regalo, les ruego
trasladen mi petición al Rey de España, de la España Una, Grande y Libre, ese
Monarca que no ha elegido nadie, salvo un sujeto denominado Francisco Franco
Bahamonde de gran recuerdo para su partido, porque seguro que su Majestad sí
podrá, porque hasta consigue evitar que su cuñado y su hermana estén en la
cárcel, y manda huevos (perdón por la expresión, pero como que son huevos
reales espero se me perdone) conseguir eso porque miren que han hecho méritos
sobrados para ello.
No quiero molestarle más, señoras y señores del Partido
Popular, ya que tengo el convencimiento de que atenderán mi humilde solicitud
(porque en el fondo no les pido más que lo que hacen habitualmente, por lo cual
es fácil deducir que no les es en exceso costoso), y por ello paso sin más a
desearles unas muy felices Navidades, al tiempo que les mando un fuerte abrazo.
A la espera de sus noticias, reciban mi más cordial saludo.
Paco Riera.
P.D.: Me permito alguna sugerencia, con el único propósito
de ayudarles en la elección de sus prohibiciones: ¿qué tal prohibir los
castellers, o los caganers (es fácil que varios de ustedes salgan en los
pesebres catalanes con el culo al aire y un cagarrito junto al mismo, y eso
sería feísimo), o la escudella, o la crema catalana (dejen la crema a solas,
que será más sencillo, pero que esa colonia abandone el apellido “catalana”), o
los panellets ( con lo fácil que sería decir “dulce de mazapán”), o que se yo,
prohíban el nombre Barça y obliguen a que se llame como debe ser, Club de
Fútbol (¿a qué viene esa memez de Fútbol Club?) Barcelona, que queda como dios
manda, ¡carajo!
Son sólo sugerencias sin ánimo de molestar, sino de ayudar y
facilitar su trabajo.
Sé que lo sabrán entender correctamente y sin necesidad de
acudir a Jueces y Fiscales, creo, porque esos ya están saturados con
Puigdemonts y Junqueras y Forns y Romevas y Forcadells y Jordis y, sobre todo,
con los que vendrán nada más acabar con la tontería esa del 21-D.
No molesto más, que ya me he extendido en demasía.
Saludos de nuevo y felices fiestas.
Estoy muy ilusionado por ver qué prohíben para hacerme
feliz.
viernes, 8 de diciembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XLI).
(Pensamiento a vuelapluma
tras una conversación personal en la clandestinidad del anochecer con una amiga
que me quiere y a la que yo adoro).
El final de la angustia, de la tristeza y la ansiedad casi
siempre es una sonrisa tímida inicial, que conquista después un rostro risueño
que vence al estado de letargo, y acaba con una expresión muy cercana a la
comicidad que se manifiesta en risa desordenada y relajante porque desdramatiza
todos los pesares anteriores, provocando la pausada y serena alegría de la
comprensión de la propia intimidad, antes sometida y ahora liberada.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
Comentarios y opiniones (mordaces) de aspectos de la actualidad, por Serapión (desde su púlpito en el ágora) (II).
Dice el titular de portada de hoy del rotativo madrileño ABC: “Junqueras siguen en prisión para evitar que
encabece nuevos actos violentos”.
Hay que ser muy cínico, malvado y torticero para titular así
un diario, porque el mundo entero sabe que la única violencia que ha aparecido
en el tema de la cuestión catalana las últimas semanas la han generado las
fuerzas de seguridad españolas bajo la dirección del Partido Popular y
especialmente del Presidente Rajoy, la vicepresidenta Saénz de Santamaría y el
Ministro Zoido.
Hay que tergiversar mucho la realidad, hay que ser muy
mentiroso, falso y perverso para decir y publicar calumnias de semejante
dimensión.
Hay que ser un manipulador nato, un amante de Maquiavelo y
su “fin justifica los medios”, hay que ser muy indigno para faltar a la
realidad sólo por favorecer intereses personalistas y partidistas, y encima
sentirte justificado porque lo haces por el bien de la Una, Grande y Libre, que
ya todos sabemos en el mundo mundial, en el universo universal y en la galaxia
galaxial que son varias, pequeñas y esclavas o sometidas.
Mientras escribo estas líneas me informa la radio que el
Juez del Tribunal Supremo ha decidido retirar las euro órdenes de detención
contra el President Puigdemont y otros cuatro consellers de la Generalitat
cesados por el Gobierno Central, con la única finalidad de evitar que Bruselas
pueda decidir las causas por las que se les imputa, que casi con toda seguridad
en Europa sería única y exclusivamente por posible malversación de fondos y no
por sedición, desacato a la autoridad, desobediencia, violencia, incitación al
odio, menosprecio de símbolos nacionales y alguna estupidez más de ese estulto
país que tenemos por vecino. Pero no me extenderé sobre ello, porque merecería
un libro entero hablar del brazo armado y ejecutor de la secuestrada justicia
española por el demócrata P.P. a través de los jueces que los casposos y
rancios socios de esa secta nombran a dedo con el consentimiento mudo de los
súbditos (que no ciudadanos) españoles.
Retomando el titular del diario citado al inicio de estos
comentarios rociados de opiniones, sólo puedo decir que estamos ante uno de
esos sujetos, y hablo del diario ABC, que pertenecen a esa España que, como
dijo el poeta, han de helarte el corazón.
lunes, 4 de diciembre de 2017
Comentarios y opiniones (mordaces) de aspectos de la actualidad, por Serapión (desde su púlpito en el ágora) (I).
En pleno auge del feminismo y el rechazo y el declive del
machismo, observo que las mujeres (muchas, no todas) han adoptado el lenguaje
masculino más soez.
Es fácil y habitual encontrarse con mujeres que en sus
conversaciones tanto con las de su propio sexo como con los del contrario,
pronuncian a voz en grito exclamaciones del estilo “Estoy hasta los cojones”,
“A mí me la suda”, “ Yo tengo suficientes huevos como para…”, “A mí me la trae
floja”, “Me tiene hasta la polla”,…
Tal vez un análisis más profundo nos diría que sólo utilizan
esas expresiones propias de la masculinidad las mujeres jóvenes, y no lo hacen
así las adultas que son las que de verdad luchan por la igualdad de sexos, por
aquello de los desencuentros generacionales.
Aún así, es curioso, ¿verdad?
O simplemente… ¿lastimoso?
viernes, 1 de diciembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XL).
Hace unos años, cuando un dibujante de cómic o un ilustrador
gráfico dibujaba un hombre en estado de embriaguez, además de colocarle las
piernas en posiciones difíciles (cruzadas, torcidas, arqueadas excesivamente,…)
trazaba unas líneas onduladas breves y repetidas entorno a la cabeza del
individuo, como signo inequívoco de escaso control de su cerebro y de la
situación. Y muchos de esos ilustradores acababan adornando su dibujo con una
expresión escrita en torno a la boca del sujeto que solía taparse con una mano,
concretamente escribían HIP, HIP, HIP!, como si el hipar fuese una demostración
propia y casi exclusiva del estado etílico.
La compresión por parte del lector o del observador era
rápida e instantánea: todos interpretábamos con precisión que se estaba
representando a un borracho.
Hoy, se me ocurre sugerirles a los ilustradores y
dibujantes, a los grafistas y a los hacedores de cómics que utilicen estas
expresiones y símbolos cuando dibujen a la gente corriente y moliente tras
escuchar las declaraciones en general y las conclusiones en particular de
nuestros políticos.
Pienso que será tremendamente ilustrativo del estado en el
que los seres normales nos quedamos tras escuchar sus mítines, propuestas,
programas, objetivos,… y además recuperaremos una simbología entrañable y que
actualmente está en proceso de extinción.
jueves, 30 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXIX).
Que el pingüino es una de los animales mas optimistas y
alegres de la tierra está fuera de toda duda.
Podría estar tremendamente deprimido, porque la naturaleza
le regaló unas alas que no le sirven para volar, pero su natural entusiasmo le
llevó a inventarse el snowboard mucho antes que los humanos, y así se desliza
sobre el hielo y la nieve utilizando su panza, y transmite tanta felicidad que
cuando los vemos nos produce risa y nos despierta un enorme cariño hasta por su
patoso caminar.
Pero todo en la vida tiene un pero, pero que también existe
en la vida de los pingüinos, porque a veces piensan que para ser del todo
felices necesitarían de una cierta soledad, y ellos no la consiguen jamás
porque siempre viven en familia y cada familia convive con otras familias y
todos de forma muy abigarrada, y eso les produce agobio y eso impide que sean
sólo felices y nada más que felices.
lunes, 27 de noviembre de 2017
El silencio de los carroñeros.
Siempre actúan en silencio.
Primero observan desde las cloacas, y después se lanzan
sobre su presa con sus colmillos sedientos de sangre, y como dicen los
letrados, con nocturnidad y alevosía.
Son rancios, casposos, despiden y se rodean de olores de
podredumbre, cuando hablan ríen como las hienas y cuando orinan lo hacen sobre
el adversario.
Son algunos, demasiados, de los últimos Ministros de este
país.
Rozan el analfabetismo y carecen de cualquier atisbo de
sensibilidad.
Les reconforta la consciencia de saber que la cultura y el
arte se resienten y sufren y tal vez desaparezcan del panorama vital de los
seres humanos a causa de muerte por desesperación y agotamiento.
Uno de los últimos carroñeros atendía al nombre de José
Ignacio Wert, Ministro de Educación del Gobierno de M punto Rajoy hasta que su
segunda lo devoró, lo matrimonió y se lo llevó a la vida placentera de París,
donde descansa de su sin razón, de sus fechorías patrias y de su ignominia.
Y hoy sabemos que su labor de zapador carroñero de la
educación y de la cultura la prosigue más sanguinariamente que nunca su
compinche Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda de novecientos imputados y
del primer Presidente de la historia de este desgraciado país que ha tenido que
comparecer ante la Justicia (mejor decir justicia)
por causas de corrupción, que pretende aplicar el IVA a las subvenciones que
reciben las Instituciones
Culturales y, además, con efecto retroactivo desde 2013, lo cual caso de darse
acabará con la viabilidad de Instituciones fundamentales del ámbito cultural y
de las artes.
Sólo se me ocurre pensar, para suavizar mi opinión sobre
estos Ministros, que tal vez su especie no sea la humana, sino la de los
carroñeros con los que he titulado este pequeño ejercicio de opinión, especie
que como es sabido por todos se alimenta de la mierda y la descomposición de
los cadáveres que dejan a su paso.
Desafortunadamente, los carroñeros viven en el silencio que
sólo rompen cuando despliegan sus alas gigantescas y se oye el batir de las
mismas en el aire que sesgan para regresar de inmediato al silencio y la
oscuridad.
domingo, 26 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXVIII).
Descansaba en una de mis terrazas con una copa de cerveza y
sin hacer absolutamente nada –ni siquiera me acompañaba un libro- más que
respirar, porque hasta observar me costaba esfuerzo y me daba pereza.
Estaba a gusto, en ese estado que dicen se parece al
nirvana, relajado, calentito al sol, algo somnoliento.
De vez en cuando llegaban hasta mí algunas voces procedentes
del televisor del interior del local, porque la terraza no emitía sonido alguno
ya que la habitaba yo solo bajo el férreo control de una camarera que cruzaba
sus brazos en sus espaldas a la espera de que aumentase su clientela.
De repente capté un mensaje que procedía de la
televisión. Era una voz infantil,
como de niño de ocho o nueve años. Lo que acababa de decir me impactó con tanta
brutalidad que me levanté de un salto, asustando a la camarera que dormitaba
despierta mientras seguía apostada militarmente apoyada junto a la puerta de
acceso al local, para buscar el televisor. Lo hallé nada más entrar en el
local, colgado del techo e inclinado hacia las mesas del comedor, pero en la
pantalla no había ningún niño sino una bella mujer sentada sobre el capó de un
coche. Emitían spots.
Regresé a mi silla y a mi mesa y a mi cerveza, mientras la
frase del chaval rebotaba en mi cerebro y la camarera me observaba con cierta
animadversión desde la misma posición en la que la dejé tras mi estampida hacia
el interior del establecimiento. La terraza seguía vacía, en exclusiva para mí.
El mensaje que había oído puede que formarse parte también
de un spot, incluso que fuese su slogan, pero eso no evitaba que la frase y el
mensaje en sí mismo fuese de una claridad meridiana, de la contundencia de un
puñetazo en el mentón, de la nitidez del agua de la alta montaña.
Era el mensaje que dirigía un niño erigido en representante
de todos los niños del mundo entero a la totalidad de la humanidad, a todo el
mundo de la Educación, desde el Ministro del ramo hasta al último profesor de
primer curso de primaria del más pequeño pueblo del mundo.
Es el mensaje universal que estoy convencido que anida en el
cerebro de todos los niños, los jóvenes, los adolescentes y los estudiantes.
Es el mensaje de lo que quieren y de la evidencia de que no
se lo estamos ofreciendo.
Es el mensaje de su predisposición para recibir.
Es el mensaje de nuestra incapacidad, la de los adultos,
para atender sus demandas.
La frase del niño de la televisión que yo oí desde mi
terraza y desde mi silla y desde mi mesa y desde mi cerveza (frase que busco en
cada televisor con el que me encuentro) donde además de respirar no hacía nada
porque hasta observar me causaba esfuerzo y me daba pereza mientras la camarera
dormitaba con los ojos abiertos en posición casi militar, decía simplemente:
“A mí estudiar no me
gusta, pero aprender me encanta”.
Tal vez si atendemos y comprendemos correctamente la
aseveración del niño seamos capaces de crear un mundo mejor en un futuro no
excesivamente lejano.
sábado, 25 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXVII).
Carretera recta de asfalto gris en el camino de Ur a Llívia.
A mi izquierda un prado cercado con hilo electrificado de un
verde parduzco moribundo porque hace más de un par de semanas que no llueve ni
nieva.
Vacas.
Negras, marrones, pardas, rubias, blancas mugre.
Todas pastando. Lentamente. Rumiantes de la lentitud.
Solitarias.
Equidistantes. Casi en geometría perfecta. Distan la una de
la otra como los cuadros de un tablero de ajedrez.
Parece un campo de refugiados desconocidos de la Europa del
este.
Lóbrego. Oscuro. Negro. Solemne.
Algún mirlo negro sobrevuela la zona como carroñero al
acecho.
Una sábana de tristeza me cubre antes de parar mi automóvil
para observarlas más detenidamente. Me bajo de mi viejo cuatro por cuatro para
acercarme a ellas.
La luz del atardecer acentúa la tristeza bajo un cielo
encapotado de nubes agoreras.
El frío que anuncian en las televisiones que está al caer
empieza a sentirse en el ambiente.
En mis manos brota el relente.
Nos miramos. Bovinamente. Estúpidamente.
Ellas no hacen nada, sólo respiran.
Yo me estremezco fríamente.
Pienso en su mirada. No es estúpida, me parece suplicante de
no sé qué.
Tal vez de libertad, tal vez de muerte.
Oigo a lo lejos el ruido del tráfico de una carretera muy
distante, a pesar de que el asfalto está muy cerca.
Sonido lejano y discontinuo.
Todo está ausente del drama del bovino, y mis pensamientos
también se ausentan ante el vuelo de un mochuelo negro como la caída de la
noche.
miércoles, 22 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXVI).
De tanto ahorrar en educación y cultura nos hemos hecho
millonarios en ignorancia.
Pero más importante que esta sentencia es la pregunta que
esta evidencia plantea:
¿Será un objetivo estratégico del Partido político de la
derecha que gobierna el país que la futura sociedad española sea lo mas
ignorante posible?
Creo que la respuesta, desgraciadamente, es SÍ, porque la falta de cultura y conocimientos (sobre
todo humanísticos) siempre favorece los intereses de los que sólo gobiernan y
viven para su propio beneficio.
martes, 21 de noviembre de 2017
Sueños celosos de un publicitario atormentado por la nostalgia del amor.
Hoy ya no me dedico a ello, pero durante muchos años la
creatividad y la gestión publicitaria fueron mi ocupación profesional y mi
sustento y el de mi compañera y mis hijos. Imagino que es por esa presión a la
que te somete la publicidad que todavía a veces sueño con el ejercicio de la
actividad y recupero los momentos de angustia y tensión que en sí misma
comporta.
Eso es lo que me sucedió esta pasada noche, y sobre todo en
el tercer sueño (los dos primeros son los que son interrumpidos por la
necesidad de miccionar que tenemos los que ya sobrepasamos una cierta edad),
ese que transcurre entre las cinco y las siete horas del nuevo día.
Soñaba que estaba en la Agencia y tenía sobre la mesa un
briefing que indicaba que nuestro Cliente, un fabricante de aperitivos
diversos, tenía serios problemas con sus bolsas de patatas fritas dada la
fuerte competencia existente en su sector, sector donde se hace difícil valorar
la calidad o las diferencias entre los productos dado que todos son lo que
denominamos un “me too” (es decir, más de lo mismo, para entendernos
fácilmente).
Me parecía evidente que la solución debería pasar o bien por
potenciar la imagen de la marca utilizando los mass-media -y posiblemente en la
creación de un “story-telling” que permitiese continuidad en el desarrollo de
la historia-, o bien en alguna técnica promocional (vales descuento, regalos directos, concursos, sorteos
diversos,…) que destacase el producto sin entrar en excesivos detalles sobre la
propia patata chip y sus valores intrínsecos o añadidos. O puede que la combinación
de las dos estrategias: potenciar la imagen y promocionar el producto.
El briefing contemplaba el presupuesto destinado a la
campaña o a las acciones que pudiesen desarrollarse en el ámbito nacional, y
por supuesto, se especificaba que el presupuesto era muy reducido. Decía
también que habían escogido nuestra Agencia, desestimando en esa ocasión a la
que normalmente les prestaba sus servicios y cubría sus necesidades, dado que
les constaba que nos avalaba nuestra alta creatividad y nuestra inmejorable
originalidad en los mensajes que trasmitíamos al consumidor.
Y yo era el encargado o responsable de dar con esa varita
mágica que incrementase la venta de sus patatas y recuperasen la cuota de
mercado que estaban en peligro de perder, sino estaba ya perdida.
En mi sueño pasaban las horas rápidamente, porque me había
sentado frente al briefing a eso de las 10 h. de la mañana y ya me llamaban
para el almuerzo otros compañeros, y después de comprobar la hora en mi reloj
resultó que eran ya las 14 h.
Y fue entonces cuando
mi vista se fijó en el papel sobre el que reposaba el portaminas con el
que suelo trabajar y comprobé, aunque ya lo sabía, que el papel estaba en
blanco, inmaculado, sin una sola mancha ni nada que se le pareciese.
El DIN A-4 permanecía virgen e impoluto. O no había pensado
nada, o lo que había pensado era nada, es decir, carecía de valor alguno desde
la óptica publicitaria.
En el restaurante empecé a fijarme en los expositores de este tipo de productos que suelen
ubicarse en la barra del bar, junto a la caja registradora, hasta que una
creativa con la que suelo trabajar en muchas ocasiones se fijó en mí y me llamó
la atención diciéndome que ya estaba en pleno proceso de desarrollo de mi
estado obsesivo como suele ser mí costumbre cuando inicio un nuevo trabajo.
Asentí ligeramente con un breve movimiento de mi cabeza, y
dejé de mirar la barra, y al poco tiempo cometí el error de comentar en voz
alta que el bistec me sabía a patatas fritas de bolsa y que lo dejaba porque
estaba asqueroso, con lo que me convertí en el hazme reír de la mesa porque
todos cayeron en la cuenta de que mi obsesión había alcanzado ya cuotas
cercanas a la neurosis, y todo ello en una sola mañana de curro (o de no curro,
porque no había hecho nada, aunque eso me lo guardé y no lo comenté).
Antes de acabar el almuerzo me despedí de mis compañeros con
la estúpida excusa de que había aparecido en mi cabeza una idea que podía ser
interesante y que debía escribirla con urgencia para no olvidarla y poder,
posteriormente, analizarla en detalle. Y por eso regresaba ya mismo a la
Agencia.
Era mentira: no tenía ninguna idea, no tenía nada en la
cabeza, sólo una obsesión que ya me invadía la cabeza entera provocándome esa
sensación conocida de que debía no ya evitar el fracaso, sino que además debía
ser extremadamente brillante cuando presentase mi idea de relanzamiento del
producto. La obsesión ya campaba a sus anchas.
El horror al fracaso me ha atormentado toda mi vida, pero
prefiero pensar que ha sido el motor de mi nivel de exigencia y ello me ha
ayudado a conseguir algunos éxitos profesionales.
Ahora no me importa un pepino el tema, pero parece que
permanece latente en mi subconsciente porque sigue manifestándose en algunas
ocasiones, como esta noche anterior que apareció en forma de sueño de
madrugada.
En la Agencia, vamos, en mi sueño, pasé toda la tarde sin
hacer nada, sin concretar ningún pensamiento si es que lo había tenido, que
creo que no.
Hacia las ocho horas de la tarde decidí regresar a casa, y
al salir de mi despacho tuve la mala suerte de que me topé de nuevo con alguno
de los “creatas” de la Agencia y todos tuvieron la mala leche de preguntarme
cómo me iba con las patatas fritas. Respondí a todos, como sin darle
importancia, que avanzando ya por caminos transitables, pero que aún precisaban
de cierta maduración, mientras en mi interior me decía que era la rabia y la
envidia lo que les carcomía porque todos hubiesen deseado ser los escogidos por
el Cliente para desarrollar esa Campaña. Pero tenían que joderse: el encargo me
lo habían hecho a mí. Pensé, ¡que
os den!
Al encontrarme con el aire frío de la calle sí tuve una
idea.
¡Por fin algo positivo después de toda una jornada de
trabajo!
Me iría de inmediato a un supermercado, o a unos cuantos, y
compraría todas las variedades de bolsas de patatas fritas que encontrase. Me
las llevaría a casa y haríamos, con mi compañera y mis hijos, un test
consistente en ver qué patatas gustaban a cada uno de nosotros y por qué, si
por el gusto, por los diferentes sabores (bacon, páprika, pimentón, jamón,…),
por la cantidad de sal, por el aceite, por la presentación (las hay onduladas,
en forma de palitos, acanaladas,…), por el envoltorio, por las diferentes
promociones que proponían, etc.
Era un test de “ir por casa”, obviamente, pero podía ser
efectivo, porque la experiencia me había enseñado que en muchas ocasiones en la
sencillez está la solución a muchos de los problemas del mundo de la
comunicación.
Lo haríamos esa misma noche, coincidiendo con la cena.
Y lo hicimos. Y cada uno de nosotros dijo la suya, como si
de un brainstorming casero se tratase. Que si el bacon dominaba excesivamente,
que si las que están fritas con aceite puro de oliva parecen mejores, que la
forma clásica es la mejor que el invento de las acanaladas, que las mejores son
las tostaditas en los bordes y algo menos en el centro, que tal vez…
Todos (mi compañera, mis dos hijos y yo mismo) coincidimos
en que el packaging era excesivo, en el sentido de que desea transmitir tanta
información que al final agobia: nombre del producto, nombre de la marca,
principales características, promoción de turno (dos por uno, sorteos, viajes,
cuponing,…), etc., más la información estrictamente legal que el Ministerio de
turno exige a todos los productos de alimentación y gran consumo, y si a todo
eso le añades múltiples colores para llamar la atención en el lineal, pues
resulta un batiburrillo de información que más que ilusionar al consumo dan
ganas de olvidarse del producto y dedicar esfuerzos sólo a los de primera necesidad.
Fue entonces cuando algo llamó la atención de uno de mis
hijos: una bolsa que además tenía una franja de plástico, una tira de unos tres
centímetros de ancho aproximadamente, y que iba desde el cosido superior de la
bolsa hasta el cierre inferior de la misma. Esa tira o cinta se destinaba en el
caso que nos ocupa a destacar la promoción del momento: conserva esta cinta y
cuando tengas una docena introdúcelas en un sobre y remítelas a tal dirección
haciendo constar tu nombre y apellidos, dirección, teléfono de contacto, correo
electrónico, código postal, etc. y participarás en el sorteo de bla bla bla
bla.
La pregunta de mi hijo fue fácil, o tan difícil como la que
puede formular un niño: hacen esta pieza para destacar la promo, ¿verdad,
papá?, pero de la promo ya hablan en la bolsa, por lo que ¿no podría utilizarse
para otra cosa, papá?
Y allí había un camino a explorar. Estaba claro. Estaba tan
claro que por eso no se mostraba en toda su evidencia. Esa pieza debía de
utilizarse con mucha más potencia que ser simplemente una insistencia en la
promoción del momento.
¡Y la idea apareció!
Se dejó ver en mi cabeza y se manifestó en todo su esplendor
al día siguiente en la Agencia.
Esa tira de plástico debía convertirse en un vehículo para
interrelacionar a los consumidores de las patatas fritas.
¿Qué tal empujar al consumidor a que escribiese un breve
mensaje en el espacio reservado para ello y dedicárselo a una persona especial,
o al amigo desconocido, o a quien le de la gana al escritor?
Por ejemplo: un título como encabezamiento del estilo “Dedica
unas palabras a tu ser más querido y lo leerá cuando consuma su bolsa de
patatas (nombre de la marca)”.
Espacio de cinco o seis líneas para el mensaje corto, al
estilo twitter, y leyenda final de instrucciones, al estilo:
Utiliza un bolígrafo
normal o un rotulador de tinta permanente, y después de escribir tu mensaje,
rellena con tus datos personales el dorso de esta tira, y envíala al
Departamento de Atención al Cliente de (nombre de la marca), dirección, ciudad,
C.P., y editaremos tu mensaje en próximas ediciones de nuestras Bolsas de
patatas. Puedes firmar con tu nombre o con el seudónimo que desees. Caso de no
editar tu mensaje en la propia bolsa, cada mes editaremos un “Boletín de los
Mensajes de las Patatas Fritas de (nombre de la marca)” en donde recogeremos la
totalidad de los mensajes recibidos (siempre y cuando no contengan expresiones
malsonantes, insultos,… a criterio de nuestro Dpto. de Atención al Cliente)
para darlos a conocer a todos nuestros consumidores.
Al día siguiente presentamos la idea al Cliente, ¡y les
encantó!
La idea triunfó.
El Departamento de Atención al Cliente recibió miles de
mensajes del estilo “Elena, Quiero casarme contigo. Pepe”, “Marisa, Eres más
adorable que una patata frita. Tu novio”, “Juan, te voy a morder como a esta
pata frita, Carmen”, “Pilar, estás más buena que estas patatas fritas. Tu
cariñito”, “Para mis hijos que son tan saladitos como estas patatas. Mamá
Rosa”, etc.
Y cada mes se editó el Boletín de los Mensajes de las
Patatas Fritas de (nombre de la marca) con todos los mensajes recibidos, y se
distribuía junto con los expositores de las bolsas de patatas en los supers,
hipers, bares y barras de infinidad de puntos de venta.
………………………………………
Proseguía mi sueño desplazándose en su viaje onírico a
varios meses después del lanzamiento de los Mensajes y allí me ocurrió un hecho
inexplicable, absolutamente sorprendente e inesperado.
Me senté en una de mis terrazas habituales para dedicarme a
la noble actividad de la observación del prójimo (aprender del comportamiento
del otro es absolutamente necesario para un publicitario), y solicité a la
camarera mulatita que se acercó para atenderme que me trajese una buena jarra
de cerveza fría pero no excesivamente helada, con lo cual me gané una mirada
del tipo “este imbécil debe pensarse que en los grifos de cerveza de presión se
sirve la cerveza al punto de frío de cada cliente”, pero decidí no darme cuenta
del menosprecio de su mirada. Ya la castigaría de otra forma y en otro momento.
Y el momento apareció de inmediato, pues nada más servirme la cerveza le pedí
que me trajese una bolsa de las patatas fritas de la marca de mi Cliente, y así
la obligué a realizar otro viaje más. La cerveza estaba fría y en el punto
exacto que a mí me gusta, así como mi venganza, que también es, como es sabido
por todos, fría y además se sirve.
Después de unos tragos de cerveza y de consumir media bolsa
de patatas fritas pensé en leer el mensaje que la bolsa llevaría impreso, y fue
cuando me derramé el resto de la jarra por encima de mi bragueta al sol de la
terraza.
El mensaje decía: “Miguel, cariño mío: me encantas cuando
te pones gusanito. Tu amante. Susan.”
Pedí otra jarra de cerveza y otra bolsa de patatas, mientras
la mulata me miraba como diciendo “este gilipollas o se ha meado encima o se ha
tirado la cerveza encima de sus huevos”. En cuanto tuve la segunda bolsa de
patatas en mi mesa corrí a leer el mensaje, y era el mismo: “Miguel, cariño
mío: me encantas cuando te pones gusanito. Tu amante. Susan.”
Mientras me bebía la cerveza a palo seco, porque de las
patatas ya no quería saber nada, empecé a mezclar pensamientos: mi mujer se
llama Susan, y cuando me ve con el careto como enfadado me pregunta muy
cariñosamente si estoy “gusanito” ya que es su forma de describir mi rostro
enfurruñado, ¿Es posible que otra mujer de idéntico nombre de pila utilice el
término “gusanito” para lo mismo que mi mujer?, ¿Tiene Susan un amante llamado
Miguel?, ¿Qué Migueles conozco yo a parte de mi cuñado, el hermano de Susan?,
No, no es posible que Susan me ponga los cuernos y tenga la frivolidad de
utilizar la bolsa de las patatas fritas de mi Cliente para enviar mensajes a su
amante, ¡Si además la idea surgió en casa, y Susan es muchas cosas pero jamás
una cínica!,…..
Me intenté tranquilizar. Pedí otra cerveza. La mulata volvió
a desviar su mirada hacia mi bragueta mientras decía ¿Y también otra bolsa de
patatas?, y yo estuve a punto de contestarle de malos modos porque parecía que
no veía que la segunda ni la había tocado, pero le dije secamente que no, que
no quería más patatas fritas, y diseñé un plan de actuación sigiloso para
descubrir si el mensaje del “gusanito” era de Susan: hablaría con mi Cliente
para que buscase el original del mensaje, la tira de plástico de marras, para
ver la dirección que había hecho constar en el dorso de la tira.
Sí, ese era el plan. Sólo faltaba encontrar la excusa idónea
para justificar mi petición ante mi Cliente sin levantar ningún tipo de
sospechas.
Y de golpe y porrazo me desperté de mi sueño en un mar de
sudor, lágrimas y orines, fugados de mi cuerpo entero, de mis ojos y de mi
vieja vejiga.
Me levanté de la cama tambaleándome como una peonza, me
froté los ojos con fuerza y corrí angustiado a buscar una bolsa de patatas de
mi Cliente en la cocina para ver si el mensaje soñado existía, sin caer en la
cuenta de que yo no compro bolsas de patatas fritas, porque no las consumo ya
que prefiero hacérmelas yo. Me dirigí al cuarto de baño para lavarme la cara
todavía en plena confusión, y sin capacidad para pensar nada mas me metí en una
reconfortante ducha de agua caliente.
Y allí fue donde caí en la cuenta de que todo había sido un
sueño, y también en que mis obsesiones me persiguen hasta el punto de sentir
celos por los devaneos amorosos e inexistentes de mi mujer, que se tornó en
ángel hace ya casi nueve años y que desde las nubes que tiñe de rojo y verde
cada atardecer con su melena y el iris de sus ojos cuida de mis días y de mis
noches.
Pensé que la única manera posible de recuperar mi vida junto
a ella era en mis sueños, y eso tranquilizó mi espíritu porque a veces creo que
bordeo la locura del expublicitario atormentado por la nostalgia del amor.
Aún así, creo que cada vez que vea una bolsa de patatas
fritas no podré resistir la tentación de ver si en la misma hay algún mensaje
secreto de Susan para mí.
jueves, 16 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXV).
Siempre gocé al acariciar con mis labios la suavidad del
pétalo de una rosa e inspirar lentamente su fragancia entregada y regalada,
rozar con mis dedos frágiles las alas de una mariposa, acoger en las palmas de
mis manos las plumas del diente de león para luego soplarlas y pensar en un
deseo mientras las plumitas de un blanco inocente inician el vuelo que la brisa
tutela y yo olvidaba porque mantenía mis ojos cerrados y apretados por el miedo
a que mi deseo también se desvaneciese, y ahora, ya en el inicio de mi
decadencia física, aprendí que las yemas de mis dedos jamás olvidarán la
excelencia y la dulzura de porcelana de su piel, así como su olor y su textura, regalo que me hizo de nuevo la
vida y entrega que ella me regaló.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformistas (XXXIV).
Ayer fue mi cumpleaños.
No voy a decir cuantos cumplí porque me da pereza contarlos.
Sólo diré que si fuesen velas en un pastel me faltarían pulmones para
apagarlas.
Y lo que ahora contaré, que es lo que hice cuando se me
ocurrió, a eso del mediodía, no es porque me encontrase solo o sufriese de
soledad.
No.
No fue así. Es sólo que se me ocurrió y lo hice, porque
estoy en un estadio de mi vida en el que hago lo que deseo en cada momento, siempre
atento a no dañar a nadie con mis decisiones o actuaciones.
Además, estoy tranquilo, sereno, relajado, tanto cuanto me
lo permite mi hiperactividad, que hoy día está en mínimos desde que decidí
instalarme junto a las montañas, en el amplio valle de la Cerdanya.
Decidí, así de repente, que me apetecía que la gente, mis
amigos y conocidos, me felicitasen por mi onomástica.
Recuperé viejos conocimientos de lo que fue mi vida
profesional, la publicidad directa, y redacté el siguiente mensaje a través de
un “guatsap” con el objetivo evidente de obtener respuestas y muchas
felicitaciones.
Así decía:
“Si mis papás hubiesen decidido ponerme de nombre de pila
el de un santo del día de mi nacimiento (que es hoy), mi nombre sería uno de
los siguientes: Serapión, José Pignatelli, Clementino, Teódoto, Hipacio,
Jocundo, Filomeno. ¿Cuál te gusta más? Es por si decido cambiar de nombre”.
La respuesta fue alucinante.
A los pocos segundos de hacer llegar el mensaje a un
centenar de amistades, mi móvil empezó a sacar humo.
¡ Todo el mundo me felicitaba !
¡ Y todo el mundo apostaba por uno de los nombres sugeridos,
salvo algunos que me decía que ya estaba bien mi nombre, Paco, que no lo
cambiase, y lo que es mejor, me daban sus explicaciones !
Pensé que la creatividad siempre triunfa, y que la
publicidad directa sigue siendo eficaz, como cuando ya la vendía a mis
Clientes.
Eso me dio más tranquilidad todavía, y me hizo feliz, porque
conseguí recibir muchas felicitaciones y me confirmó que no engañaba cuando
trabajaba.
Las agradecí todas, cada una de ellas con su mensaje
particular, como dictan los cánones de la que fue mi profesión.
Y me sentí muy bien mientras degustaba una excelente copa de
vino y un buen filete de buey.
Simplemente para vuestro conocimiento: ganó Serapión, seguido
muy de cerca por Jocundo, y en tercer lugar se clasificó Filomeno.
Todos los nombres recibieron algún voto.
¡ Viva la diversidad !
lunes, 13 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXXIII).
El animal más detestado por la extrema derecha, la derecha y
partidos afines es el oso hormiguero, porque cuando ve una fila de hormigas
bien formada, perfectamente alineada y con las filas prietas, no puede
resistirse y aspira con su trompa y de manera indiscriminada y desordenada
todas las hormigas que se le ponen a tiro, desmontando y desmadejando la
homogénea formación, y eso, a las derechas uniformistas y negacionistas de la
diversidad, las irrita profundamente.
Greguerías de un inconformista (XXXII).
Regalar un ramo de flores siempre tiene un retorno: una
sonrisa, unos ojos expresivos, un beso, un abrazo, unas palabras de
agradecimiento, un gracias sentido, la manifestación de la alegría, la dulzura
de un rostro, incluso a veces un te quiero.
El último ramo de rosas que envié a una mujer me contradijo
rotundamente.
No he tenido retorno alguno.
Ni siquiera se si las rosas despedían un intenso perfume o
si era escaso, ni siquiera se y creo que nunca sabré si las entregaron como
solicité, de color amarillo que era su preferido, o si recurrieron a las rosas
rojas que es el color más recurrido. Desconoceré si fueron una docena como
encargué o fueron rácanos y entregaron un número menor, nadie me dirá si esas
rosas que nunca me enviarán un mensaje fueron acompañadas con gracia y destreza
o se apilaron la una junto a la otra con desidia y desgana.
Intenté dar lo que guardo en mis recuerdos como un tesoro
vivido, pero algunas personas sólo tienen pobreza en su corazón.
Pero no quiero pensar en eso, prefiero creer que algo mal,
muy mal hice, para haberme ganado ese enorme desprecio.
O tal vez prefiero pensar que sí hubo retorno y se lo llevó
el silencio del viento lento y la sal dulce de una lágrima escondida.
Sí, eso pensaré.
jueves, 9 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformistas (XXXI).
Si dormir es morir un poco, soñar es vivir varias vidas.
Yo soy de esos, de los soñadores, porque sueño por la noche
y además todas las noches, sueño durante el día porque sueño despierto, sueño
los sueños y los escribo y los modifico para vivir a mi antojo.
Y unos sueños son bellos, y yo cuando los explico a mis
amigos los convierto en bellísimos, y otros son feos y los transformo en
amables unas veces, y otras no, porque así doy cumplida satisfacción a mis
bajos instintos, como lo son la venganza, la envidia, la inquina, el desprecio
y otros muchos que detesto aunque aparecen en cuanto pueden asomar la cabeza, y
así ya no tengo que cumplir con ellos en la vida real porque los aborto en mis
sueños.
Yo sueño y quiero seguir soñando, porque es una oportunidad
que la vida nos ofrece a todos, y los románticos como yo seguimos en el
convencimiento de que los sueños sueños son, pero creemos que muchos de ellos,
todos, se pueden realizar.
Y se realizan. Así es.
Es sólo una cuestión de fe.
martes, 7 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXX-bis).
¿No te gusta la sopa? Pues toma dos platos.
Este dicho resuena en mis oídos desde mi infancia, aunque en
mi caso era el hígado el que martirizaba mis cenas en casa de mis padres. Y no
en exceso, porque mi madre era un ser divino que no martirizaba ni a una mosca
pesada e impertinente.
La pasada noche, nada más apagar la lamparita de la mesita
de noche, me visitó el gerundio con ánimo de dar guerra, y me soltó de sopetón
que sí, que ya sabe que no lo soporto y no lo tolero (lástima que se ha colado
una e, dijo, porque sino todo serían os, escupió el muy apestoso), pero que su
lucha por la supervivencia y la vigencia de su estirpe le había dado buenos réditos,
hasta el punto de convertirse en refrán utilizado por todos, como es el caso de
la conocida expresión “andando, que es gerundio” y otras similares de uso
universal en el idioma castellano.
Me tuve que comer con patatas la defensa de su legitimidad,
y el muy ladino se dio cuenta y remató con contundencia y un punto sarcástico
que “A dios rogando y con el mazo dando”.
Quise responderle con una imitación de Camilo José Cela
cuando dijo al ser descubierto dando una cabezada, creo que en el Parlamento o
en el Senado, no recuerdo, que “no
es lo mismo estar dormido que está durmiendo, al igual que no es lo mismo estar
jodido que estar jodiendo”, pero me pareció que en esta ocasión la prudencia
recomendaba el silencio, sin que mi mutismo fuese una concesión al gerundio al
estilo de que “quién calla, otorga”.
Pero el cabrón se fue entre risitas, y yo me quedé toda la
noche jodido, no jodiendo.
lunes, 6 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXX).
Me he pasado buena parte de la madrugada en el análisis de por qué desprecio tanto al
tiempo verbal llamado gerundio.
Primero he pensado que tal vez sea por su sonoridad
apestosa, sonoridad que se concentra en la sílaba (ge)run(dio). Como que no me he quedado convencido he
proseguido con mis pensamientos y he llegado a creer que es porque gerundio
carece de la vocal a, pero la verdad es que no hace al caso, porque otras
palabras sin esa vocal son deliciosas, como por ejemplo birlibirloque, que
además de no tener as tampoco tiene us.
Entonces me he inclinado por pensar que al pobre desgraciado
tiempo del verbo le pusieron ese nombre de gerundio como aquellos padres
desalmados de la España de antes que le ponían al hijo o a la hija el nombre
del santo del día, y así nacieron Gúdulas, Priscas, Metodios, Pascasios,
Asprenatos, Apolonias, Zósimos y otros semejantes.
Luego he pensado que no, que tampoco es esa la explicación a
mi disgusto por el término gerundio y mi aversión por ese tiempo verbal.
Al final, ya con el alba asomada a mi ventana, creo haber
dado con la respuesta.
El gerundio es el tiempo verbal que manifiesta la
simultaneidad de la acción con el tiempo en que se habla, y tiene dos
vertientes en función de la conjugación del verbo, que son las terminaciones
iendo y ando (evito ejemplos para no dar entrada en este texto al denostado
gerundio).
Y es esa simultaneidad la que me desagrada, porque carece de
la experiencia que atesora el hablar del pasado y de la ilusión que conlleva el
hablar del futuro, y el pasado y el futuro son estadios de la vida y de las
cosas sobre los que suele hablar el escritor.
La instantaneidad del presente es más para los periodistas.
Es por ello que detesto el gerundio.
sábado, 4 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXIX).
Le encantaban esos momentos con los que se encontraba cada
noche, cuando leía en la cama antes de dormirse, y caminaba y recorría todos
los caminos del mundo.
Por la mañana, al despertar, sólo recordaba sus caminatas,
casi nunca el texto leído, pero no caminaba de nuevo porque tenía que ducharse
para irse rápidamente al trabajo.
Por eso le encantaban las noches.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXVIII-bis).
Esta pasada noche he vuelto a soñar con ornitorrincos.
Me he despertado con un sobresalto, y lo primero que se me
ha ocurrido ha sido palpar con tiento mi cuerpo con mis dedos y la palma de la
mano, pero entonces me he acordado de Kafka y me ha entrado la risa.
Me he vuelto a dormir sin saber qué hora era pero con una
sonrisa vagando por mi habitación, pero no he podido averiguar si era mi
sonrisa, la de Kafka, la de su escarabajo, o la del ornitorrinco austral.
martes, 31 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXVIII).
Esta noche viajaba oníricamente por Australia.
En mis sueños el continente isla era enorme. Mucho más
grande de lo que es en la realidad, que es inmenso.
Yo observaba, pues de eso se trataba mi viaje.
Observé una enorme diversidad de animales, y entre ellos
destacaban los menos conocidos para un europeo, como los canguros,, walabíes,
koalas, vombas, ornitorrincos,…
También observé aborígenes, humanos de raza blanca rozando
lo albino y otros simplemente rubios, gente del color del café y otros de la
mostaza, gentes de procedencia india, china, de Filipinas y de Sudáfrica, de
rasgos malasios, vietnamitas,…
Pero lo que me llamó poderosamente la atención es que los
únicos que se miraban y observaban con cierto disgusto o reserva, reticencia,
lejanía, desconfianza, incluso rechazo cercano al aborrecimiento y al desprecio
eran los seres racionales, porque los irracionales no es que se miren u
observen mal, sino que es que ni siquiera se miran.
Y si se miran puede detectarse sin excesivo esfuerzo una
mirada cordial y una amabilidad próxima a la complacencia, incluso con el pobre
ornitorrinco, que en su empeño por la diversidad, la heterogeneidad y la
pluralidad ha logrado ser un mamífero semiacuático con cuerpo parecido al del
león marino pero que resulta enano en la comparación, que pone huevos y que
tiene pico de ave, cara de pato, y aspecto de reptil.
Sólo los llamados seres humanos racionales somos capaces de
crear de la diferencia la enemistad y el rencor que deviene en repudio del otro
y de todo su entorno.
lunes, 30 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXVII).
(Dedicada a una amiga que siento que me quiere y que se
enamoró del término despaciosidad).
El silencio también es espacio.
Y espacio es libertad.
Mi amiga está en silencio absoluto y oscuro, porque la luz
está en su interior.
Cuando regrese me enseñará nuevas libertades.
La espero en un silencio expectante, porque mi silencio es
ruidoso porque es de ilusión, pero debo apaciguarlo para que sea sereno, porque
la serenidad requiere y aporta paz.
Paz que es pausa.
Paz que es reflexión y después meditación.
Paz que es inacción y oscuridad.
Paz que es respiración y quietud.
Busco mi otredad y ésta precisa de la ausencia de angustias
y ansiedades.
Te espero.
sábado, 28 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXVI).
Me preguntaba una amiga si ya me había instalado en la nueva
habitación en mi casa, y le respondí que todavía no porque las adecuaciones que
estoy haciendo en mi próximo habitáculo me las tomo con mucha despaciosidad,
para aprender a vivir con ella y disfrutar en mayor medida de la vida.
Ella me contestó que le gusta el término despaciosidad y que
a ella le entusiasma combinar la despaciosidad con la celeridad.
Despaciosidad.
Término inexistente en el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española.
Sin embargo sí existe celeridad, demostrando una vez más que
hasta el Diccionario vive a sentencia de la vida misma, al dictado de sus
leyes.
Mi amiga me dice que despaciosidad es término de mi
imaginación y que le encanta porque le transmite espacio en el movimiento.
Espaciosidad, que tiene una letra menos que despaciosidad, sí
existe, y significa anchura, amplitud.
Pienso que despaciosidad transmite tranquilidad y sosiego y
eso sí lo busco desde que abandoné la celeridad y agresividad de la publicidad,
y pienso también que la despaciosidad se mide en función de la especificidad de
cada uno: la tortuga de la fábula de Esopo es más rápida en su carrera que la
liebre (que se entretiene en la burla de su competidora), o la tortuga y el
talón de Aquiles, que por mucho que corra y se esfuerce, siempre llegará
rezagado una diezmiltrillonésima fracción de segundo (y no por malgastar
energía maldiciendo a Zenón de Elea) respecto de su contrincante, según nos
explica Augusto Monterroso.
O como dice el refranero, “no por mucho madrugar amanece más
temprano”.
Y también, “vísteme despacio que tengo prisa”.
La despaciosidad la aprende uno.
La celeridad te la demandan los demás.
La despaciosidad relaja.
La celeridad exige.
lunes, 23 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXV).
Había una vez un avestruz que se olvidó de volar y decidió,
mientras contagiaba su fobia aérea a sus semejantes, dedicar todos sus
esfuerzos a la noble tarea de conseguir que su estirpe fuese tan famosa como la
de sus parientes lejanas las cigüeñas que traen a los niños de París, y así se
labraron un lugar en la historia y pasaron a la posterioridad.
Y fue entonces cuando se puso a pensar qué podía hacer.
Y mientras pensaba y se atribulaba por la falta de ideas que
surgían en su minúscula cabeza se deprimió y hundió la cabecita que acogía su
cerebrito en la tierra, y al sacarla al rato para respirar cayó en la cuenta de
que allí permanecía el agujerito redondo y que por tanto acababa de inventar el
juego del golf.
Se alegró tanto que salió corriendo a grandes zancadas para
comunicar su invento a todos los avestruces de Africa y del mundo entero, y
mientras así lo hacía iba construyendo agujeritos redonditos con su pequeña
cabeza que se iban llenando de grupos de humanos que con un palito intentaban
meter una bolita en sus agujeritos.
Eso era señal inequívoca de que su invento era un gran
acierto, porque incluso llegó a ver equipos de televisión y locutores de radio
con micrófonos en sus manos siguiendo a aquellos humanos que con su palito
daban golpes a las pelotitas para meterlas en los agujeros que con su cabeza
había fabricado, y cuando lo lograban se abrazaban y se besaban y parecían
todos muy dichosos.
Pero la historia no siempre es justa, a veces incluso es
injusta, y al avestruz nunca le fue atribuido el invento y es por eso que todos
los avestruces siguen hoy en día haciendo agujeros redondos con la cabeza en la
tierra, y algunos desalmados dicen de ellos y ellas que lo hacen para
esconderse y así no enfrentarse a la realidad, cuando lo que hacen es persistir
en la reclamación de la autoría de su invento, invento que les permitiría pasar
a la posterioridad.
viernes, 20 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXIV).
Estuve observando durante un buen rato y muy atentamente a un
pavo doméstico que se paseaba por su corral pavoneándose con la cabeza muy
erguida y exhibiendo su pecho henchido de soberbia.
El pavo se dio cuenta de mi insolente observación y, tras
detenerse frente a mí y mantener un cara a cara intenso y de mirada fija y
persistente, me espetó: “Sí, no te quepa ninguna duda. El máximo exponente de
la elegancia masculina lo inventé yo: la corbata”.
martes, 17 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXIII).
La prudencia en el habla es el arte de callar y guardar
silencio cuando hay que decir cosas y manifestar opiniones, pero consideras que
no es momento oportuno para ello.
Sin embargo, yo pienso que ese callar y silenciar tu voz ni
es arte ni nada que se le asemeje, porque no es más que una sumisión, exigencia
y/o esclavitud de raíz burguesa que sólo atiende a la estupidez de los
considerados buenos modales, como por ejemplo la discreción.
lunes, 9 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXII).
En un momento de la noche cerrada,
cuando los sentidos confunden el atardecer y el amanecer
y el cuerpo que los cobija desconoce si finaliza la fatiga y el desfallecimiento
o despierta la plenitud física y el
fortalecimiento,
te decía en silencio, ribereña,
que nunca olvidaré tu piel de porcelana,
ni tampoco la falsedad de tus palabras agazapadas en las
cuencas negras de tus ojos
y escondidas en las cenizas negras de tu corazón quemado.
Me he despertado con la boca muy seca de costra de baba
acumulada en mis labios
y un enorme desorden de arena en mi alma escasamente serena.
Y en ese preciso momento he recordado aquella canción que
grita en un susurro caliente
que si alguien te engaña y te dice te quiero echa
leña al fuego y empieza de nuevo.
Greguería de un inconformista (XVIII-bis).
El 27 septiembre de
2017, mi amiga Carola Ribas escribió en respuesta a mi “Greguería de un
inconformista (XVIII)”, el siguiente pequeño texto:
“Pues yo creo que
no estás solo!!!
Un abrazo,
CR.”
Y yo me atrevo a
responderle hoy, 08.10.17, una vez releído su breve texto:
Cuando apunta el alba,
cuando muere el sol,
cuando la lluvia
empapa la tierra,
cuando el barro cubre
los pies descalzos,
cuando la niebla ciega
la vista,
cuando las almas de
los muertos vagan en la atmósfera,
cuando nace el fruto
de la huerta y los frutales se pueblan de flores de vida, cuando canta la
cigarra y trabaja la hormiga,
cuando la golondrina
vuela rasante y su baba fabrica el nido,
cuando la escarcha
moja mi sexo,
cuando el corazón de
una mujer se desboca en mi lecho,
cuando la mariposa
cosquillea en mi oreja,
cuando un mosquito
rompe mi sueño,
cuando la nieve rasga
mi vista y la fiebre aturde mi mente,
…entonces sí estoy
solo.
Pero se, y no olvido,
que tú y otros muchos que me queréis estáis ahí, junto a mi corazón aturdido.
Y no sabes el calor
cálido que recorre mi cuerpo entero y mis entrañas que yo mismo extraño!!!
martes, 3 de octubre de 2017
Greguerías de un inconformista (XXI).
Hoy puede que greguería un poco intempestiva.
El día de hoy, 3 de octubre de 2017, día en que los
laboriosos catalanes decidimos hacer un paro general o huelga total, al Rey de
España se le ocurre trabajar (según ya corre en el imaginario humorístico
popular), aunque haya sido por poco más de cinco minutos.
Y lo ha hecho emitiendo un discurso en el que nos ha dado la
patada final a los catalanes, y patada sin una sola referencia a casi los
novecientos heridos o perjudicados por sus fuerzas de seguridad, fuerzas que no
son suyas si no del partido en el poder, porque como bien es sabido por todos
él no pinta ni en el discurso de Navidad, uno de los pocos, por cierto, días en
los que trabaja.
Borbón, adiós, y hasta nunca!!!
Greguerías de un inconformista (XX).
Catalunya hizo este pasado domingo, primero de octubre de
2017, el más bello y puro ejercicio de democracia desde los tiempos de la
antigua Grecia.
Sócrates, Platón, Aristóteles, y otros muchos grandes
filósofos que hoy en día ya no son estudiados por nuestros infantes gracias a
la actual democracia incautada por partidos como los que abundan en España,
pudieron observar a un pueblo votando contra todos los elementos, como la
lluvia, la falta de medios, la carestía de las más elementales comodidades, los
muchos medios represores de un Gobierno antidemocrático, la violencia
indiscriminada (contra abuelos y abuelas, disminuidos físicos y psíquicos,
gente noble y gente de extracción popular, apellidos gentilicios y apellidos
del vulgo, razas y culturas y religiones diferentes,…) contra aquellos que sólo
desean ejercer la potestad de determinar y decidir su futuro, y aún así no
pudieron evitar que la determinación y la convicción de un pueblo les derrotase, porque su estupidez
innata, aprendida y consolidada les impide saber que ese pueblo, el que
pacíficamente decidió ejercer sus derechos por encima de cualquier
circunstancia, ya había ganado su contienda y había derrotado a los que no
saben ni quieren entender de libertades.
¡Viva el pueblo y viva la democracia!
Ejemplos como el ofrecido por el pueblo catalán, diverso por
sus muchas procedencias internas y externas, escriben con letras de oro las
páginas de la historia.
jueves, 28 de septiembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XIX).
Las leyes existen para regular la convivencia, y se
modifican exactamente por el mismo motivo.
Cuando las leyes son inmutables y ya no sirven para regular
la convivencia dejan de ser leyes.
P.D.: No soy abogado. Sólo
intento aplicar un poco de sentido común.
miércoles, 27 de septiembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XVIII).
Se que la vida del hombre es una vida en soledad.
La vida es una existencia solitaria.
Y cuanto más intensamente se vive, más intensa y profunda es
la soledad.
Aún así, aún siendo consciente de ello, yo intento ser
acompañado por todos los que coinciden en mi camino, o acompañar cuando yo
transito por los suyos.
No creo que consigo atemperar su soledad, pero yo sí me
siento menos solo, y tengo la sensación de que mi propia soledad si no se aleja
sí se relaja, aunque sea únicamente durante un trecho del camino.
La soledad es menor durante un tiempo.
Algo es algo.
martes, 26 de septiembre de 2017
Greguerías de un inconformista (XVII).
Antes, hace un tiempo no muy lejano, para ser una persona
reconocida tenías que o bien tener estudios (universitarios, masters,…) y
aplicarlos en alguna disciplina profesional o bien haber ejercido cargos de
importancia con éxito en cualquier empresa pública o privada; también valía el
reconocimiento social por algún logro a favor de la comunidad en general o de
un particular en concreto, e incluyo aquí a artistas de cualquier disciplina de
las artes.
Hoy, ser reconocido es mucho más sencillo: basta con hacerse
rico de la forma que sea, independientemente (perdón por la palabra, señores
del P.P.) de cualquier ética o moralidad, o bien ingresar en prisión, a ser
posible por estafa, malversación de caudales públicos, corrupción, tráfico de
influencias, prevaricación o cualquier cosa similar (quedan exentos los
miembros del P.P. que cometan estos delitos, porque simplemente se hacen
famosos pero no purgan culpa alguna).
Imagino que es el cambio de los tiempos y las tendencias, y
deduzco de todo ello que la sociedad avanza inexorablemente hacia la estupidez
más profunda (como ejemplo véanse algunos de sus máximos líderes, como Trump,
Erdogan, Rajoy, Putin, el Kim de turno,…).
En fin, los románticos siempre existiremos (creo), y eso es
una luz de esperanza.
lunes, 25 de septiembre de 2017
Por qué iré a votar y votaré SÍ el 1-O .
Catalunya-España: dos realidades muy diferentes y con
escasas posibilidades de entendimiento.
Dice un buen amigo, y lo tiene como lema, que a él “le gusta
pensar”.
Pues resulta que a mí también, y lo intento hacer en la
medida de mis posibilidades, que son escasas, lo sé, me consta, pero intento
hacerlo sobre todo cuando debo tomar decisiones.
En el caso que ahora me ocupa, el referéndum de Catalunya
del próximo
1-O, donde me encuentro con mayores dificultades es en los
aspectos económicos (materia donde me declaro bastante incompetente), por lo
que he recurrido al pensamiento de economistas de prestigio internacional para
formarme una opinión con más peso del que yo puedo ofrecer por mi mismo; en el
caso de las humanidades (temas sociológicos, de convivencia, organizativos,…)
me encuentro mucho más cómodo por lo que las opiniones son de mi propia
cosecha, a pesar de que también he intentado ilustrarme con las opiniones y
comentarios de especialistas en estos grandes temas.
Dadas estas explicaciones inicuales, empezaré por la parte
que a mí me presenta más dificultades.
En los temas de ámbito económico, sabemos (me he informado a
conciencia) que el Estado Central invierte en Catalunya menos del 11% del total
que invierte en toda España, cuando Catalunya tiene el 16% de la población y
genera el 18,4% del PIB nacional (en los últimos años el capital público en
Cataluña alcanza el 52% mientras que en Extremadura es del 133%). La
concecuancia de estas cifras, y otras muchas que se podrían ofrecer, es que la
Generalitat se encuentra en una absoluta insolvencia, insolvencia que es del
agrado del Gobierno que controla el P.P., ya que ello significa un mayor grado
de dependencia de ellos.
Una Catalunya independiente conseguiría que el dinero que
pagamos a España se quedase aquí, y eso, según los expertos, significaría un 8%
de nuestro PIB y permitiría a la Generalitat recuperar la solvencia perdida.
Por tanto, por este camino parece obvio que podríamos
arreglar un problema de cierta importancia.
En lo que a la deuda española se refiere, si decidiésemos
(nosotros, no otros) asumir una parte de la misma (el artículo 38.1 de la
Convención de Viena dice que “ninguna deuda del Estado predecesor pasará al
Estado de reciente independencia”) asumiríamos entre un 11 y un 18% (según
indican los expertos) a cambio de que España no boicotease nuestra permanencia
en la Unión Europea y en la Eurozona, permanencia que también le conviene a la
propia España (y por supuesto a Catalunya) ya que para exportar tienen que
pasar por nuestro país.
También parece claro que este problema podrían quedar
encarado, incluso bastante bien encarado.
¿Y que pasará con las pensiones, tema de máxima preocupación
para una capa social catalana de máxima importancia y, por cierto, bastante
numerosa?
Pues que pueden llegar a aumentar hasta un 10%, aunque no es
probable, como bien dice el economista Sala i Martín (ya sé que a algunos no
les gusta por sus formas –americanas y camisas coloreadas, corbatas estridentes,…-
pero tiene el prestigio que le concede el ser profesor de ciertas universidades
americanas de reconocido prestigio mundial y siempre en materias relativas a la
economía).
Explica el profesor cosas que muchos ya sabemos, pero que
por lógicas y sencillas a veces perdemos de vista: el dinero de las pensiones
sale de las cotizaciones que pagan a la Seguridad Social los trabajadores, y
ésta reparte el dinero entre los jubilados. Por tanto, las pensiones dependen
del número de trabajadores que cotizan, del importe de su retribución y del
número de jubilados que cobran, y resulta que en Catalunya tenemos una
proporción de trabajadores vs. jubilados más alta que en el resto de España, y
unos salarios considerablemente más altos, por lo que el resultado es evidente:
sí se cobrarán (hablo en futuro, destaco) las pensiones y hasta podrían subir,
si bien es cierto que mejor sería construir una hucha de pensiones como la que
existía en España y prácticamente ha desaparecido gracias al Gobierno del P.P.
La red de comunicaciones interna a través de carreteras,
trenes, autopistas, AVE’s, aviones,… en España, está diseñada en base a un
sistema radial, que se inauguró con Felipe V, y que prima los intereses
políticos sobre los económicos, lo cual perjudica claramente a Catalunya, que
tiene la segunda ciudad en importancia política del Estado y la primera en
cuanto a aspectos económicos se refiere.
No puedo dejar de citar la red de Cercanías de los
ferrocarriles catalanes, que parece pertenecer más a la Edad Media que a una red
del siglo XXI.
O el Puerto Autónomo de Barcelona y el Aeropuerto del Prat,
que siguen sin disponer de conexión con Europa, ni ancho de vía europea, ni los
servicios mínimos necesarios para atender al sector import/export de forma
mínimamente correcta. Ahora, eso sí, construir aeropuertos en Castellón,
Guadalajara,… es prioridad del Ejecutivo Central.
Y ya que hablamos de aeropuertos no puedo dejar de citar los
acontecimientos registrados este pasado mes de agosto en el aeropuerto
barcelonés de El Prat, que aunque son de excesiva puntualidad no dejan de ser
significativos de la forma de manejar los temas desde el Gobierno Central, que
dicen que es el de todos.
El Prat se colapsó prácticamente todo el mes de agosto, lo
cual es demencial cuando se trata del mes más turístico del año y el turismo es
una de las principales fuentes de ingresos de España.
Pues bien, voy a ofrecer unas cifras que extraigo de los
datos del Profesor Jaume Llopis, que ejerce en el IESE, centro del que todos
sabemos su procedencia (Opus Dei) y también su conservadurismo y mesura a
ultranza (no creo que se le identifique como un centro independentista, ni
siquiera catalanista, si no más bien cercano al poder central y a los lobbies
de poder económico y social del país).
Mientras Barajas tiene un empleado de seguridad por cada
37.000 pasajeros, El Prat dispone de uno por cada 113.333 pasajeros.
En el mes de junio de este año, Barajas registró un tráfico
de personas de 4.745.858 pasajeros, vs. 4.585.277 de El Prat. Es decir, el
tráfico de personas puede considerarse prácticamente igual en un aeropuerto y
el otro.
El total de personas dedicadas a la seguridad en Barajas es
de 1.000 efectivos vs. 300 de El Prat.
Y para acabar con estos datos, datos que creo explican y
dicen bastantes cosas, el beneficio anual de Barajas en su último ejercicio
registrado contablemente fue de 27 mm. de euros vs. 339 mm. de euros de El
Prat.
Para finalizar, lanzo una pregunta: ¿qué quiso decir Rajoy
cuando dijo que AENA gestiona 27 aeropuertos en España y que sólo había
conflictos en el de Barcelona? ¿Tal vez quiso decir que Catalunya es
conflictiva?
Yo le puedo responder que si los datos de los que disponemos
no avergüenzan a un gestor responsable y equitativo, que en este caso es el
Gobierno Central, apaga y vámonos.
Y acabaré este capítulo con lo que casi me atrevo a definir
como una anécdota: ¿somos todos conscientes de que entre las dos principales
capitales del Estado, Madrid y Barcelona, no existe, cuando ya casi finalizamos
el primer cuarto del siglo XXI una autopista que nos comunique? ¿Alguien puede
imaginarse que entre Nueva York y Washington, o entre París y Marsella, no
existiese una vía de comunicación con las características propias de una
autopista?
Ruego que si alguien me lo puede explicar lo haga a la mayor
brevedad posible, porque mi propia explicación no me atrevo ni a publicarla por
no correr el riesgo de ser tildado de catalán y catalanista obcecado.
Tampoco me extenderé en los peajes de las autopistas
catalanas vs. los de la Comunidad de Madrid, por poner un ejemplo, porque tal
vez lo más importante no sean los peajes si no las autopistas y autovías que se
construyen por toda España sin necesidad absoluta de las mismas y, claro está,
siguiendo el modelo radial, centralista por tanto, del Borbón que precedió al
actual en la numeración felipista (el mismo Borbón que en 1714 quiso aplastar
Catalunya). Y lo mismo podríamos decir de la red del AVE, que por citar otro
ejemplo morirá en la frontera portuguesa porque los lusos ya han dicho que
ellos, en la actual situación financiera de su país, no peden financiar la
llegada del AVA a Lisboa.
Y por cierto, y ya que hablamos de infraestructuras de
comunicación terrestre: ¿quién pagará los extraordinarios fracasos de las
autovías que rodean Madrid? ¿No pretenderán que la aportación de fondos
catalanes sea más alta para cubrir las pérdidas que ha originado una nefasta
planificación del sistema radial, otra vez radial, madrileño, verdad?
¿Y el Corredor Mediterráneo? Lo que nadie discute como una
prioridad económica de España de primera magnitud se diluye cuando el Gobierno
Central llega a plantearse realizar un Corredor Central en vez de el del
Mediterráneo, que lógicamente pasaría por Madrid después de nacer en Algeciras
y para ir a morir dios sabe dónde en la frontera francesa junto al País Vasco
(y que el Gobierno francés ya declaró que si quieren que lo hagan, pero que en
cuanto llegue a la frontera allí muere porque ellos no lo quieren ni falta les
hace que discurra por esa zona geográfica).
Imagino que no es necesario citar que la más alta
concentración de personas y de la producción económica se sitúa en esa franja
de costa mediterránea que va desde Almería hasta Girona, desde los tomates de
El Ejido y hasta el cava del Ampurdán, y no desde ahora, sino desde que el mar
es mar y la península es península.
Cambiemos de tercio.
¿Encajamos en España ante el proceso recentralizador que
estamos sufriendo desde que el P.P. gobierna en mayoría o con coaliciones y
experimentos de gaseosa barata con su marca blanca, C’s? Coaliciones, digámoslo
alto y claro, que se extienden a un moribundo PSOE y a un descafeinado, por
utilizar un término prudente, PNV.
Actualmente, el Gobierno Central asume, invade, usurpa,
reconquista,… competencias que habían sido transferidas, semana sí y semana
también, confirmando a todo el que quiera ver con claridad la realidad que su
propósito es deshacer el Estado de las Autonomías que se construyó, con acierto
en ocasiones y desaciertos otras veces, en épocas anteriores a las de su desgraciada
mayoría absoluta rajoniana alimentada por la gran teta aznariana, que bebe y se
alimenta de las fuentes neo o postfranquistas.
Nuevo cambio de tercio (mejor sería decir ejemplificando el
último punto).
España, desde el inicio de la democracia en 1978, ha sufrido
y padecido 7 (siete) Planes de Educación. Sí, lo he dicho bien: siete Planes de
Educación.
¿Es posible un encaje de Catalunya en un país cuyos
políticos son incapaces de pactar sobre temas de capital importancia como es la
Educación de sus niños y jóvenes? ¿Puede encajar la moderna e ilustrada
Catalunya en una nación de naciones –concepto/invento discutible por otra
parte- capaz de pactar la educación de sus cachorros en función de sus
intereses políticos y económicos? ¿Es posible aceptar que debemos convivir con
un Estado que desea, mediante la Educación, adiestrar y adoctrinar a sus
jóvenes en el pensamiento único para garantizarse sus objetivos de casta?
Difícilmente Catalunya puede estar ahí, o por lo menos, yo ahí no me veo.
Ahora deseo personalizar en este aspecto concreto y vital,
desde mi puntote vista, porque he titulado esta reflexión bajo el título de
¿Por qué yo iré a votar y votaré SÍ el 1-O?
La última aberración en política de Educación nacional que
me hemos oído todos los que tenemos la oreja atenta, es al Ministro Wert decir
en el Parlamento o Asamblea Nacional que “hemos de españolizar a los niños
catalanes”.
Este sujeto, que si vuelvo a nombrarle será bajo el adjetivo
de “El Innombrable”, se permitió decir semejante sentencia en un Pleno
parlamentario, y no sólo no sonrojó a la Cámara, excepto a los parlamentarios
catalanes no adscritos a los partidos de la derecha recalcitrante y más
reaccionaria, sino que fue ovacionado por la bancada popular, dejando así
meridianamente claro que ese era uno de los objetivos del Gobierno de la
nación.
Y, por supuesto, olvidó (decidió olvidar sería más correcto)
que el modelo de inmersión lingüística de Catalunya de los últimos 30 años ha
funcionado maravillosamente bien, hasta el punto de que se puede afirmar sin
miedo alguno a caer en el error que esas generaciones de jóvenes que
aprendieron y se formaron bajo ese espíritu dominan, hablan y escriben,
correctamente tanto el castellano como el catalán.
Concluyo este apartado manifestando que Catalunya
difícilmente puede encajar en ese marco de convivencia que pretende España, o
la España que domina el P.P. y sus allegados.
Creo firmemente que para liberarnos de una de las plagas más
importantes que hemos sufrido en los últimos años, y que persigue enquistarse
caso de que no lo haya logrado ya, como es la corrupción institucionalizada, es
indispensable para construir un nuevo Estado independiente.
Soy consciente de que de forma instantánea los unionistas y
españolistas saltarán para recordarme a los Pujol, Millet, Montull y el 3%, y
poca cosa más, aunque bien es cierto que eso ya es mucho. Pero creo que se me
debe admitir que eso es prácticamente nada comparado con lo cientos de casos de
corrupción que se han destapado en España, y en zonas como Valencia y Andalucía
principalmente.
Y aún así creo que el “quid” de la cuestión no está en
listar los casos de corrupción y las personas corruptas que los acompañan, si
no que el meollo es que España es un país en que me atrevo a decir que “tolera”
esos casos como un mal intrínseco al quehacer político (porque ni siquiera los
persigue: observemos detenidamente las actuaciones del P.P. y las de sus
principales líderes como Rajoy -“Sé fuerte, resiste, Bárcenas”-, Santamaría,
Cospedal, Hernando, Barberá (DEP), Cifuentes,… por no citar el escandaloso caso
del Ministro pseudocatalán Fernández Díaz y su famosa frase de “y ahora que
hemos acabado con la sanidad catalana, ¿por dónde seguimos?” y su policía política con la Operación Catalunya),
mientras que Catalunya está plenamente dispuesta a erradicarlos y cortarlos por
lo sano, como lo demuestra el escarnio público al que todos los catalanes hemos
sometido al exPresident Pujol y toda su familia, así como a Millet y allegados,
Montull e hija, Mas y algunos de sus consejeros y empresarios cercanos, y la
vergüenza que todos hemos padecido y hemos reconocido públicamente.
España no quiere cambiar y Catalunya sí desea cambiar y,
además, rápidamente.
Catalunya desea instituciones públicas y privadas
transparentes, eficientes y libres de corrupción, con un sistema legal que
funcione con agilidad y libertad (sin interferencias políticas), con Jueces y
Fiscales que entiendan y veneren la separación de poderes, y con un sistema
fiscal ecuánime que no perjudique a la mayoría para beneficiar a una minoría
perfectamente identificable.
Catalunya desea que la famosa frase de “todos los españoles
somos iguales frente a la Ley” sea cierta, y España parece divertirse marcando
diferencias de forma constante y permanente (Cristina de Borbón y Urdangarín,
tal vez el ejemplo más flagrante).
Catalunya desea ser una República y España quiere mantener
el Reino.
Catalunya no quiere una Monarquía que no la representa, que
fue puesta a dedo por el Dictador, con elun antecesor numérico del actual Rey,
Felipe V, que es el que quiso aniquilar nuestro país.
Catalunya quiere y ama el progreso y España desea conservar
sus prerrogativas, esas que benefician a una capital centralista y a unas
clases pudientes que aspiran a serlo más cueste lo que cueste y le pese a quien
le pese (no hace falta más que recordar la amnistía fiscal del Ministro
Montoro, decisión propia de las épocas del medioevo).
Podría relatar infinidad de circunstancias más por las que
creo que el encaje de Catalunya con España es imposible, y es por ello que creo
en la independencia y en la creación de la República Independiente de
Catalunya, pero debería extenderme en exceso y correría el riesgo de que ni
amigos, ni hermanos, ni conocidos, ni siquiera aquellos con los que no me entiendo
en exceso, pero que aprecio, se abstuviesen de leerme, y en algún otro sitio,
que no en esta reflexión, he dicho que cualquiera que escribe aspira a ser
leído, y el que mantenga lo contrario comete falsedad.
Es por ello que cerraré mi reflexión con una argumentación
de orden sociológico que se inspira en la lectura de un enorme artículo (o así
a mí me lo parece) del escritor Xavi Molins.
Dice Molins que en política siempre se han diferenciado dos
grandes bloques, la izquierda y la derecha., pero que en la realidad los dos
bloques deberían denominarse progresistas y conservadores.
Explica que por conservadurismo se entiende el pensamiento
político en el cual las leyes o reglas marcan el comportamiento de los
individuos.
Y se entiende por progresismo el pensamiento político en el
cual el comportamiento de las personas marca las leyes o reglas.
Un ejemplo, continúa, de organización conservadora son las
religiones, donde los individuos deben comportarse como indican sus libros
sagrados. Y por muchos años que pasen las leyes son inmutables, y deben ser las
personas las que se adapten a ellas y no al revés.
Un ejemplo de organización progresista serían las empresas,
donde sus políticas internas y sus maneras de actuar se adaptan a las conductas
de los individuos (en el lanzamiento de productos o servicios, por ejemplo). Es
decir, los reglamentos y leyes de las empresas de adecuan al mercado y no al
revés.
¿Qué es mejor, ser progresista o conservador? Pues ni lo uno
ni lo otro. Ser una cosa o ser la otra no es más que una elección personal, y
eso no hace que una postura o elección sea mejor que la otra. Es, simplemente,
nuestra forma de entender el mundo y, en consecuencia, cómo pensamos que deben
organizarse las sociedades.
Y, sin embargo, lo que sí parece cierto es que la
convivencia entre estas dos formas de entender la vida no puede ser fácil.
Nunca será fácil.
Y si partimos de la evidencia de que Catalunya es
progresista y España es conservadora, concluiremos que nuestra convivencia no
es fácil, incluso a veces imposible.
¿Por qué el autor y su pensamiento, que yo suscribo, dicen
que España es conservadora y Catalunya progresista?
A ver si el ejemplo que sigue contesta a la pregunta
formulada.
En España se dice constantemente que el Referéndum del 1-O
es ilegal porque la Constitución así lo dice. Es prueba inequívoca de
conservadurismo, pues hay reglas que hay que seguir, y las personas nos hemos
de adaptar a lo que dice la regla, la ley, en este caso la Constitución de
1978.
Sin embargo, en Catalunya el apoyo a un Referéndum de
autodeterminación es del 80%, lo cual manifiesta que un progresista siempre
está en disposición de reescribir las leyes en el caso de que sea necesario, y
en esta ocasión el cambio o reescritura de la Constitución queda sobradamente justificado
cuando un 80% de la población catalana así lo demanda. l
La conclusión es meridianamente clara: el choque entre la
España conservadora y la Catalunya progresista es evidente, incluso más, es
inevitable.
Es la lucha entre los que no quieren cambiar nada contra los
que quieren cambiarlo todo si es que es preciso. Es la dicotomía entre el que
desea conservar lo que tiene y el que quiere cambiar lo necesario para
progresar.
Por eso, el famoso encaje Catalunya-España o viceversa
siempre ha fracasado y siempre fracasará.
¿Qué los conservadores pueden evolucionar hacia un cambio
que permita la convivencia? ¿Difícil? No, imposible. Totalmente imposible.
Nunca un conservador aceptará que las reglas de juego puedan
cambiar por que para él son verdades irrefutables (como la Constitución, las
costumbres, las leyes no escritas,…). Lo inamovible si cambia pasa a ser
obsoleto, y eso es inaceptable para un conservador.
¿Y que un progresista se reconvierta en un conservador?
Imposible a todas luces. Aceptar que hay barreras que no se pueden traspasar,
que hay leyes que no se pueden cambiar o modificar, lugares por los que no se
puede pasar, es totalmente inasumible por un progresista, que está siempre en
disposición de cambiarlo todo.
Es muy difícil que ambas sociedades se entiendan. Es
prácticamente imposible.
Catalunya es un país de pactos y de acuerdos porque toda la
vida la hemos dedicado al comercio. Y hemos comerciado por todo el
Mediterráneo, con romanos y cartagineses, con fenicios y egipcios, con griegos y
árabes, y la cultura del pacto está anclada en nuestro ADN.
Pactar significa que cuando yo negocio contigo y te pido 10
y tú ofreces 8, cerramos el acuerdo en 9, y si no es así encontramos un camino
intermedio y en paralelo establecemos y cerramos reglas y comportamientos que
regirán en nuevas negociaciones que emprenderemos en el futuro no muy lejano, o
incluso lejano.
España (tal vez sería mejor decir Castilla, pero vamos a
obviar ahora mismo ese matiz) y los españoles son conquistadores, que es una forma
de ser totalmente contraria al pacto. Ellos llegaban a una tierra nueva y la
conquistaban, ¿cómo?, por la fuerza del que tiene las armas.
España abordaba (término extraordinariamente preciso, me
parece a mí) un nuevo territorio y decidía las leyes y las reglas, sin tener en
cuenta ni interesarse por las que regían en esas tierras, y si no estaban de
acuerdo los pasaban por las armas (y si lo estaban, también, no sea que
molestasen en un futuro) y san se acabó. Es la ley del más fuerte llevada a sus
últimas consecuencias.
Y no hay más que ir a la historia para comprobar cómo les
fue.
Con la pérdida de Cuba y las Filipinas se cerró “el Imperio
donde nunca se ponía el sol”, porque el pueblo, esas otras comunidades
sometidas por las armas, decidieron no aceptar por más tiempo ni las leyes ni
las reglas que les habían impuesto, y que por supuesto eran inamovibles,
irrevisables, porque eran las Tablas de la Ley. Y España y los españoles lo
perdieron todo, como ahora perderán a Catalunya, y muy posiblemente en un
futuro perderán al País Vasco, porque esa forma de interpretar la realidad está
también arraigada en su ADN.
Una de mis hermanas, que sabe de mi preocupación (al igual
que mis otros hermanos) por este tema del encaje entre mi país y el de los
vecinos, me remite, justo antes de publicar en mi blog esta reflexión, una
sentencia del Tribunal de La Haya de 22 de julio de 2010, que creo vale la pena
tener muy presente dado el actual estado de las cosas en España y en Catalunya:
“Declaramos que NO existe en derecho internacional
ninguna norma que prohíba las declaraciones unilaterales de independencia.
Declaramos que cuando hay una contradicción entre la legalidad constitucional
de un Estado, y la voluntad democrática, prevalece esta segunda, y declaramos que,
en una sociedad democrática, a diferencia de una dictadura, no es la Ley la que
determina la voluntad de los ciudadanos, sino que ésta es la que crea y
modifica cuando sea necesario la legalidad vigente”.
La entrada en vigor de esta sentencia del Tribunal de La
Haya obligó a Serbia a abandonar Kosovo.
Concluyo mi (larga) reflexión: si a todo lo mencionado
anteriormente, y otras muchas cosas que se podrían mencionar, añadimos estas
reflexiones finales, el encaje entre dos sociedades que piensan de forma tan
diferente llegaremos fácilmente a la conclusión de que nuestra convivencia es
imposible.
Por tanto sólo queda un camino: la separación de las partes,
o lo que es lo mismo, la independencia de Catalunya.
Y para acabar como empecé, es por estas razones y otras
muchas que me obligarían a escribir durante varias horas más y asumir mayores
(porque con este largo escrito ya asumo muchos) riesgos de no ser leído por
nadie (porque a fin de cuentas, ¿a quién le interesa mi pensamiento, salvo a mí
mismo?), decía que es por estas razones por las que yo votaré el próximo
1-O, y votaré Sí a la independencia de Catalunya (y tal vez, y lo deseo de corazón, con España
podamos en el futuro ser unos muy buenos hermanos).
Paco Riera.
P.D.: Esta es mi reflexión personal ante los momentos
históricos que estamos viviendo y viviremos en las próximas semanas, tal vez
meses, tal vez algún o algunos años, y que creo que de forma inevitable nos
llevará a separarnos de una España que no cree ni apuesta por el futuro, sino
simplemente por el mantenimiento del “status quo”.
Antes de hablar de lo más importante para mí, quiero
regresar al inicio, cuando mi amigo decía y dice que a él le gusta pensar, y yo
dije, inmediatamente después, que a mí también.
Espero haber cumplido con mi objetivo, que no es ni era otro
que pensar sobre una decisión que nosotros, los catalanes, y sólo nosotros,
hemos de tomar en breve. He leído y releído hasta la saciedad mi escrito, antes
de publicarlo y remitirlo a mis conocidos y amigos, cosa que haré ahora mismo,
para cuidar mis palabras y no ofender ni molestar a nadie, pero quiero dejar
aquí escrito que si a alguien finalmente
he ofendido o molestado con mis opiniones, aquí y ahora mismo presento
mis más sinceras disculpas.
Pero no quiero olvidar lo más importante: yo tengo una
preciosa nieta que es castellano manchega de nacimiento y de madre, de familia
materna muy arraigada a Castilla y a los que quiero y adoro porque a parte de
ser mi familia son gente noble, generosa, inteligente y solidaria, pero mi
nieta también es catalana por parte de padre, que es mi segundo hijo, por lo
que su primer apellido es catalán, y todo ello va a comportar, en mis
pensamientos y actuaciones, que en ningún momento y ocasión aparezca en mi
mente prejuicio alguno ni pensamiento que me aleje de ellos, porque si al final
tuviese que decidir, cosa que no entendería entre gentes civilizadas, antes
elegiría mi familia por que ellos son mi auténtica patria, por encima de
cualquier otra tierra o bandera que pudiese distanciarnos, a pesar de que yo
soy de los que cree con absoluta firmeza que la pertenencia a una tierra y el
amor por la misma jamás puede separar, si no más bien al contrario, debe unir y
une porque la diversidad es fruto de riqueza y crecimiento intelectual y
personal.
Y lo dicho anteriormente sirve exactamente igual para mi
nieta mayor, fruto de la unión de mi hijo primogénito con una excelente mujer
de orígenes andaluces, malagueños para más señas, establecidos y arraigados en
Catalunya desde hace décadas, lo cual los hace tan catalanes como yo mismo
porque aquí viven, aquí trabajan y aquí lograron y logran los sueños de su vida
profesional y personal.
Con un fuerte abrazo a todos y el deseo que de se entienda
mi pensamiento, y caso contrario dispuesto a debatir, siempre en la línea del
diálogo civilizado que a mí se me ha negado y a muchos otros catalanes como yo
también por parte del Gobierno Central y del partido en poder, el P.P., que
estoy, como digo, dispuesto a debatir cualquier ida por muy distinta, diferente
o dispar que sea de las mías.
Y finalizo manifestando de nuevo que quiero que quede esto (lo dicho en el párrafo
anterior) con una claridad absoluta, al igual que quiero dejar con la máxima
evidencia posible que en estos momentos históricos de mi país, en donde el
Estado Central y el Gobierno del P.P. nos están sometiendo a un acoso
antidemocrático y carente de cualquier legitimidad, que mi grito es fuerte y,
tal y como hemos dicho centenares de miles de catalanes los últimos días,
proclamo con libertad, consciencia, con orgullo y sin violencia, ¡¡¡ VISCA CATALUNYA LLIURE !!!
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