sábado, 28 de mayo de 2016

Crónica (hilarante) de el Grito de la Lechuza.

 
Hace unas semanas que la Lechuza se asentó en una zona tibia de cierta depresión, porque desde la visión panorámica de la rama de su árbol no hacía más que contemplar todas las sin razones en las que incurren, y con inusitado afán de persistencia, la clase política de este país que dicen que es nación de naciones y que difícil lo tiene porque nunca ni siquiera una de ellas ha sido una nación.
Pero ayer convocó de nuevo a este su cronista, porque leyendo la prensa del día, concretamente un rotativo, entró en un estado de hilaridad que disipó su melancólica depresión temporal al dar con tres noticias que demuestran por sí solas la estulticia de este país.
Me anticipa de entrada que no me va a hablar ni del ínclito gallego carente de logopedas en su infancia y adolescencia, ni de su lugarteniente S.S. de Plastamaría, aunque sólo con ellos dos sería suficiente para un análisis en profundidad de la estupidez a la que antes hacía referencia.

Y esto es lo que me relató de su lectura del diario:
En el pueblo de Carbajosa de la Sagrada, provincia de Salamanca, el grupo municipal socialista presentó hace unos días al Ayuntamiento una moción para que se conceda a los perros y a los gatos del municipio el estatus de “vecinos no humanos”.
En concreto, el séptimo articulo de un total de trece de la moción, reza textualmente que “todo vecino no humano dedicado al trabajo tiene derecho al reposo necesario y a una alimentación reparadora”.
Se pregunta la Lechuza si esta moción y ese artículo concreto conseguirán que los animales de compañía mencionados sean mejor tratados por quienes los cuidan y protegen, o si los bestias que los dañan y desprecian mejorarán su actitud para con ellos.
Los que defienden la moción dicen que deben ser considerados “vecinos no humanos” por “su larga coexistencia con los vecinos humanos”, y se quedan felices y se enorgullecen de su iniciativa.
Y el cronista del diario, en una actitud que le honra, sugiere que las palomas, los periquitos, los peces de colores y demás animales que coexisten desde hace años y años con los vecinos humanos y, por qué no, las lechuzas también, qué caray, también sean incluidos en la categoría de “vecinos no humanos”.
Me comenta la Lechuza que ya sabemos de la estupidez supina del gallego inmóvil y su partido, pero considera que en esta ocasión la chorrada de los socialistas sagrados de la Carbajosa les supera y con creces.

Unas páginas después aparece la siguiente noticia: por las calles de Benavente, pueblo zamorano, una vaquilla denominada el “Torito del Alba”, es arrastrada por los mozos de la población valiéndose de las cuerdas que han atado a su cornamenta. El Torito cae varias veces al suelo y se levanta ensangrentado, mientras que otro astado, llamado el “Toro Enamorado”, también sujeto con cuerdas, corre la misma suerte que la vaquilla, pero en esta ocasión en vez de por la mañana por la tarde del llamado el Día Grande de las fiestas locales.
La Lechuza se pregunta si la vaquilla y el toro de lidia no son “vecinos no humanos”, y concluye que tal vez la diferencia reside en que unos son salmantinos y los otros zamoranos.

Y para finalizar esta crónica, la Lechuza me relata lo que ocurrió en el Foreign Office británico.
En el edificio que acoge a esta Institución reside desde hace unas semanas un gato que han contratado y que tiene como cometido eliminar los ratones que puedan buscar ahí cobijo. El gato de llama Palmerston, en honor a un Ministro de Asuntos Exteriores de hace 200 años, y por ello debemos suponer que tu nombre sea el de un gato es un orgullo para el Ministro finado o su descendencia.
Pero el tema no es este.
El asunto es que el máximo responsable del Departamento, Philip Hammond, aseguró en la Cámara de los Comunes, a raíz de la obsesión de los políticos con el tema del Brexit que “el gato no es un espía de una potencia extranjera y menos aún de la Unión Europea, y que sus antecedentes han sido exhaustivamente chequeados y se puede dar fe de su patriotismo y lealtad a la causa”.
Y olvidaba comentar la Lechuza que al gato Palmerston se le ha otorgado el título y cargo de “Cazador Jefe de Roedores”, y que hasta la fecha ha cazado tres ratones, un promedio de uno cada quince días, lo cual sugiere que las condiciones laborales de su contrato no son nada especiales (son los funcionarios del Foreign Office los que costean el mantenimiento del gato, y no representa, por tanto, cargas para los contribuyentes), o incluso pudiera pensarse que el gato pueda estar contratado bajo la fórmula austera del “contrato basura”, tan en boga en nuestros días.
Pero todo tiene una explicación: la procedencia del gato es de un centro de animales abandonados, por lo que podría activarse la alarma de que sea un inmigrante ilegal, y eso justificaría plenamente las dudas y reticencias de la Cámara de los comunes.
Pero por el momento, y hasta que las investigaciones no finalicen, al gato Palmerston le han concedido pasaporte diplomático, le han abierto cuenta de Twitter y ya aparece fotografiado, entre otros personajes, con el Embajador español Federico Trillo, de gran recuerdo para la España Gloriosa del desfalco, la corrupción y la sinvergüencería política.

Sugiere la Lechuza que el Foreign Office prescinda de Palmerston y se dirijan al Ayuntamiento de Carbajosa de la Sagrada (Salamanca) para que les proporcionen un gato declarado oficialmente “vecino no humano”.

Y eso ha sido todo, me transmite la Lechuza, no sin gritar antes al cielo estrellado de estas noches primaverales “ver para creer”.

Y por parte de este cronista, sólo recordar que lo describo y escribo es simple y llanamente lo que la Lechuza me transmite.

jueves, 19 de mayo de 2016

A buen recaudo.

 
Pensaba esta noche pasada, en la duermevela,
que me gustaría decirte muchas cosas.
Que me encantaría poder charlar contigo.
Que te diría algunas cosas bonitas y otras un poco feítas.
Pensaba que si tuviese la oportunidad me desbordaría en mis decires.
Me atragantaría porque me saldría todo como un chorro.
Y me reiría.
Y lloraría.
Porque volvería a quererte, a amarte.
A odiarte algún ratito cortito.
A desear besarte la cicatriz de tu barriguita, y los lóbulos de tus orejitas.
A acariciarte levemente, suavemente, cansinamente.

Si pudiese habar contigo, sí, contigo.
Tú ya sabes como yo quién eres.
Sabes sin que yo lo mencione que me dirijo a ti, sí, a ti.

Pero no lo haré. Nada diré. O casi nada.
Porque una cosa sí quiero decirte,
aunque no me escuches,
aunque no me leas,
aunque nada quieras saber de mí.
Quiero agradecerte lo mucho que me diste,
lo mucho que me ofreciste, y entre todo ello, todo tu cuerpo entero.

Eso es lo único que quiero decirte,
aunque no me escuches,
aunque no me leas,
aunque nada quieras saber de mí.
Porque con eso es con lo que me he quedado.
Y lo tengo bien guardadito en mi corazón.
Bien guardadito en mi piel.
Guardadito en mis lágrimas secas y en mi alma húmeda.
Guardadito.

Lo tengo, todo ello, todo lo que me diste,
todo lo que me ofreciste,
tu cuerpo entero,
lo tengo todo a buen recaudo.

martes, 17 de mayo de 2016

Píldora de la luna de los lunes.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

En unos días empezaremos de nuevo con la campaña electoral tras el gran fracaso de todos los políticos y los partidos políticos que después de cuatro meses no han sido capaces de cerrar pactos que permitiesen la gobernabilidad de este país.
¡ Y parecía que éramos los catalanes los que no sabíamos gobernarnos!

Por tanto, volveremos a oír y escuchar mentiras, falsas promesas, insultos entre ellos, planes de gobierno que luego incumplirán,…

Aún así, es cierto que el partido o el político que gane influirá en nuestras vidas, porque aprobarán leyes, suprimirán otras, subirán algunos impuestos, bajarán otros, elaborarán un nuevo Plan de Educación, tocarán la Sanidad pública, etc.
Y es por ello que conviene que no olvidemos lo que nos dijo Yoshihiro Francis Fukuyama, politólogo estadounidense de origen japonés (Chicago, 1952):

“La razón por la que hay democracia es porque la gente ha luchado por ella. Si todo el mundo la da por sentada y nadie la defiende, no sobrevivirá”.

Es por ello que yo, hoy y aquí, me mojo: corremos el alto riesgo de que el Partido Popular y Mariano Rajoy o alguno de los suyos siga en el Gobierno, y eso significará el fin de la democracia en este país, y a las pruebas y demostraciones de los últimos casi cuatro años me remito -LOMCE, amnistía fiscal, supresión de los grandes medios de comunicación catalanes en el País Valenciano, corrupción sistémica en todo el Estado, política basada en el clientelismo, fondos públicos inmensos destinados a la salvación de la banca y banqueros corruptos, Ley Mordaza, Ley del Aborto de Gallardón (no insulto a nadie, sólo describo una Ley media abortada, medio aprobada), no sometimiento al control parlamentario por “en funciones”, Operación CASTOR,…- y no sigo porque me está dando un mareo y porque me faltaría espacio físico para detallar las muchas operaciones fraudulentas acometidas por el Gobierno del P.P. !!!

Avisados estáis, no por mí, si no por una mente preclara como la de Fukuyama!!!

Buena semana para todos!!!

lunes, 9 de mayo de 2016

Píldora de la luna de los lunes.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

Hace una semana que empezó el mes de mayo.
Mayo significa para mí colorido florido, alegría, sol y lluvia, abandono del letargo del invierno, césped, huerta, mar, río, árboles floridos, mayo es enamoramiento de adolescencia, mayo es Girona vestida de flores,… y también en mayo siempre me viene a la cabeza la sensacional novela de un escritor maldito, Alfonso Grosso, titulada “Florido mayo”. La recomiendo encarecidamente.

Y mayo también es mes en que nuestros corazones empiezan a impulsar sangre con más fuerza, mayo es mes en el que buscamos la felicidad con mayor intensidad, y ello me viene sensacional para recordar la recomendación de Andrés Aluje, Instructor de Felicidad Laboral, que nos dice:

“Tu felicidad depende en un 10% de lo que te sucede, y en un 90% de cómo vives lo que te sucede”.

Y nos ofrece otras consignas para prosperar en nuestra búsqueda individual de la felicidad:

“La felicidad es un traje a medida: te lo entallas y coses a  tu gusto”.
“¡Perdónate cada fracaso y celébralo!
Las adversidades y las emociones tristes son tan vida como las alegres. Ya verás que subidón lo de celebrar que estás triste”.

Estoy convencido de que tiene razón, toda la razón del mundo!!!

Yo ya pruebo a hacerme trajes a medida, y no sé si es celebración, pero cuando fracaso, y me sucede (casi) todos los días, me río de mis decepciones y se me pasa la frustración y me pongo contento, y tan vez sea eso el subidón que dice Andrés Aluje.

Feliz semana para todas y todos !!!

domingo, 8 de mayo de 2016

La Casa de las Mantas.

 
Hubo una época en que de vez en cuando me dirigía a la “La Casa de las Mantas”, en la calle Jonqueres de Barcelona, la que comunica Vía Layetana con la Plaza Urquinaona, y compraba mantas de una forma casi compulsiva.
Desgraciadamente, “La Casa de las Mantas”, situada frente a uno de los Restaurantes que tanto mi compañera como yo apreciábamos, la “Brasserie Flo”, ha desaparecido con esta crisis que no finaliza como tantos otros lugares singulares de Barcelona.
Susan a veces se desesperaba y a veces se moría de risa cuando llegaba a casa con tres o cuatro mantas más. Yo sabía que en el fondo esas locuras mías le encantaban, porque me decía que si no estuviese loco nunca habría sido mi compañera.
Pero otras veces me decía que no tenía límite, que no sabía dónde está el freno, y yo sabía que ese día se enfadaba un poquito porque se le fruncía el ceño, y se le notaba en sus cejas casi albinas que adornaban sus ojos verdes con manchitas naranjas como las de su piel, y además movía la nariz en su respiración agitada como si fuese un conejo; entonces yo se lo decía y allí se acababa el enfado porque me comía a besos y yo le hacía cosquillas y todo era una risa,  y si no lo conseguía salía de casa disparado como una bala y le compraba una rosa y entonces ya sí que nos besábamos y nos confundíamos en una sola carcajada, y su mirada me volvía loco y yo hacía el payaso y ella se atragantaba y tosía y me decía para, Paco, para, por favor, por lo que más quieras.
Y, claro, yo no paraba, porque me volvía más loco al ver su risa y sus lágrimas de alegría.
Ya serenos, me decía bajito, Paco, para qué tantas mantas, y yo no sabía que responderle, y por decir algo le decía que era por si un día teníamos frío.
Tal vez me acuerdo hoy de ello porque aquí, en el sur de Francia, en Enveitg, llueve y hace frío, después de una semana de calorcito que me animó a empezar a plantar la huerta, zanahorias, rábanos, cebollas, ajos, ensaladas de “roure” y cogollos y “maravellas”, fresas,…

Ahora siento, pienso, que tal vez mi compra de mantas alocada era una premonición, una alarma que me lanzaba el destino, una voz del más allá, porque muchas noches, desde que ella murió y yo me trasladé a vivir aquí, buscando tranquilidad y despaciosidad y algo de soledad porque ahora la vida social y profesional, esta última escasa o nula, la decido yo y no el ritmo que decide marcar la vida, siento un frío en mi alma, y también en mi cuerpo, como el que debe sentir un esquimal al que se la ha derrumbado su iglú.
Y este frío se acentuó en los últimos meses, porque me enamoré inesperadamente, me enamoré de nuevo de una hembra, hembra que me dijo un día inesperado que mejor dejar nuestra relación sentimental porque nuestra relación no tenía futuro.
Y yo soñaba con hacerla reír, con verla exultante, con observarla venir a lanzarse a mis brazos corriendo cuando yo descendía de los trenes que me llevaban hasta ella, con hacerla feliz, con vestirla de joyas, con calzarla con zapatos divertidos, con viajar con ella,…. y no para repetir lo ya vivido, porque la vida nunca es repetición, sino porque me enamoré y yo no entiendo el amor a medias, pero me ha arrebatado hasta lo que queda después de la decepción, que es mantener la ilusión por el otro, por encontrar la cercanía y la proximidad, incluso la amistad. Eso me lo ha robado.
Encuentro alivio en mi entrega a los niños de las Escuelas y en los ancianos, a los que les explico cuentos y les hago algo de magia, y en la Radio, donde pongo la voz en tres programas, y todo de forma altruista. Me gusta. Me lo paso bien y hago felices a otros. Yo ya he recibido de la vida demasiado. Ahora toca entregar.

Tengo mi casa llena de mantas, porque sumé a las que ya tenía aquí en la Cerdanya las de la “Casa Carolina” de Cabrils y las del piso de Barcelona.

Pero Susan, no me sobran, porque hay muchas noches en que la soledad me abruma y tengo frío, mucho frío, y además viene muchos amigos y amigas, y yo sé que a veces, muchas veces también, demasiadas, tienen frío, y las mantas dan calor y hacen hogar.

jueves, 5 de mayo de 2016

Cosas que no controlo.

 
Hay veces que a mi alrededor o en mi entorno suceden cosas que me sorprenden porque no las controlo, si no que actúan por sí mismas sin necesidad de mi intervención.

Digo esto porque hace unas semanas, concretamente el día 11 de abril de este año, me levanté pronto porque tenía que preparar un cuento ya que me había comprometido con la Escola Vedruna de Puigcerdà para narrarlo a los niños y niñas de quinto curso de la Enseñanza Primaria, de edad entre los nueve y diez años, aproximadamente.
Escogí el cuento “La Guineu i la Camosa”, de Susanna Isern.
Lo leí varias veces para hacerlo mío y poder interpretarlo correctamente, ya que gusto de narrar los cuentos y no es de mi agrado leerlos.

Antes de empezar con la lectura del cuento de Susanna decido dibujar mi pizarrita de todas las mañanas, y dibujo a mi nieta Susana, para dedicarle mi pensamiento dibujado, porque ese mismo día once de abril cumplía cinco añitos.

A las 14 h. de ese mismo lunes me preparo la comida, que la suelo hacer coincidir con el Telenoticíes de TV3, y así me atraganto y me como hasta lo que no me gusta pero me conviene como por ejemplo la verdura.
Mientras como, y veo de reojo la tele, también ojeo el suplemento dominical de La Vanguardia del domingo, que todavía permanecía agazapado en su bolsa de plástico protector.
Y me encuentro de sopetón con un anuncio que dice que Susanna Isern ha publicado otro cuento, “Linus y les estacions”, para niños de 3 a 6 años.
Recuerdo inmediatamente que tengo otro compromiso esa misma semana, en esta ocasión con la Escola Mare de Deu de Talló de Bellver de Cerdanya, para narrar cuentos a chavales de esas edades.
Había dejado para el día siguiente la búsqueda de esos cuentos, ya que acostumbro a narrar historias a niños algo mayores.
Y de golpe y porrazo me encuentro con la sugerencia directa de qué cuento narrar o interpretar.

En un flash mental veloz  caigo en la cuenta de que todas las Susanas de mi vida siempre me han ayudado en los momentos en que de ellas necesitaba.

Y concluyo que hay cosas que no debo controlar, que gozan de autonomía propia para aparecer en mi vida cuando yo las preciso.
Y lo mejor de todo es que suele suceder así.

martes, 3 de mayo de 2016

Papeles de Salamanca.

 
Hay un tipo (creo que responde por Policarpo Sánchez, pero voy a enviar su nombre y apellido a las zonas más oscuras y negras de mi memoria para olvidarlo rápidamente) que preside una Organización sobre los famosos Papeles de Salamanca, que dice y manifiesta tanto en privado como públicamente (hace unos días apareció en la televisión) que hay algunos papeles (de Salamanca, claro) que no pertenecen a familias catalanas y que deberían ser devueltos de forma inmediata.
Dice que la Generalitat de Catalunya está haciendo un daño enorme a las familias realmente propietarias de esos papeles.
No voy a entrar en discusiones de si entre las cajas de los papeles –no todas- devueltas a Catalunya hay papeles que no nos corresponden.
No lo sé.
Es posible que así sea.
Y si es así pienso que habrá que devolverlos, claro que sí!

Lo que yo me pregunto es, ¿ese tipo, de cuyo nombre ya no quiero acordarme, no habla del daño que los sucesivos gobiernos centrales han hecho a las familias catalanas, legítimas propietarias de esos papeles?
¡ Porque los han tenido prácticamente cuarenta años –sí, 40 años- en su poder!
Y ahora los devuelven a cuenta gotas y después de repetidas reclamaciones de las Instituciones catalanas.

Concluyo: ese tipo es o bien un cínico redomado o bien un borde, y yo me inclino por la segunda opción, porque para ser un cínico se necesita un mínimo de inteligencia, aspecto del que creo que carece ese hombre, por lo que simplemente es un borde en el sentido más extenso y amplio del término.

¿O lo veo mal?
Si es así, que es posible, por supuesto, que alguien me lo aclare con argumentos que me convenzan de mi incorrecta interpretación del tema.
Lo agradeceré!!!

lunes, 2 de mayo de 2016

Píldora de la luna de los lunes.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

“Si tienes mucho, da mucho;
si tienes poco, da poco;
pero da siempre.”

Libro de Tobías.
(según algunos estudiosos, siglo III a.C.)

El que entrega lo que puede, recibe siempre, y normalmente más de lo que entregó, y eso provoca felicidad, y tal vez ser feliz es uno de los motivos para estar vivo, para seguir en la lucha, para estar aquí.

Y si te parece que no tienes nada para dar, reflexiona, porque seguro que sí tienes mucho que ofrecer, aunque no sea material: amor, amistad, alegría, sonrisas, risas, caricias, miradas, tranquilidad, sosiego, emoción, estabilidad, ilusión, simpatía, cariño, ayuda, lágrimas, comprensión, solidaridad, …

Entrega. Da. Ofrécete.

Feliz semana a todos !!!

domingo, 1 de mayo de 2016

La generosidad es cuestión de ida y vuelta.

 
Hoy, primero de mayo de 2016, la generosidad me ha inundado y me ha abrazado.

Le he regalado la bicicleta de mi mujer a la camarera dominicana que me atiende en la terraza y el comedor que frecuento.
Antes la he limpiado y la he engrasado, porque desde hace ocho años no se movía de la leñera de mi casa.
Le he pedido permiso a Susan, porque suya era la bici, y desde una nube que apuntaba colores como los de sus pecas me ha respondido que todo lo que sea amar y cuidar de los demás a ella le enamora. Y la nube se ha desmembrado en cuatro o cinco nubecillas porque cuando una nube ríe se multiplica en otras.
A la dominicana del color del tabaco de mascar le ha encantado.
Tres platos y seis piñones, color naranja intenso, asiento acolchado, barra de mujer, ligera como un ave, veloz como le permitan sus piernas.
Se ha marchado de casa con su nueva bicicleta feliz, feliz como un pájaro, como una urraca, porque vestía camiseta blanca que destacaba sobre su piel dominicana y con una sonrisa en su cara de piel de ciruela oscura en la que brillaban unos dientes blancos blanquitos como el azúcar de su tierra.

Después he ido al mercadillo de los domingos de Puigcerdà y donde compro el plantel que planto en mi huerta me ha atendido una chica que lucía unos ojos bellísimos.
No me he podido resistir y se lo he dicho.
Me ha regalado la compra mientras me decía que le había arrancado una sonrisa en un primer domingo de mayo en el que nevaba y el frío apretaba.
Me he quedado mirándola y buscando en mi garganta la palabra gracias, palabra que no encontraba porque seguía herido por esos ojos que me congelaban.
Ella se ha ruborizado y ha decidido atender a otro cliente al que sí cobraría.
Yo he tenido que estornudar para recuperar la movilidad y marcharme de su parada.
Le he dirigido una mirada y me ha lanzado un beso que el aire frío ha retenido unos instantes en el aire para que me diese tiempo a recogerlo con la palma de mi mano y poder devolvérselo con un soplido. Se ha llevado las manos al rostro y me ha dedicado una risa ligera que hoy dormirá conmigo. Y mañana. Y puede que toda la semana.
Hasta que vuelva el próximo domingo a decirle que su mirada me escalofría y a ella le asomen manchas coloreadas de rojo en sus mejillas de mujer piropeada.

En otra parada del mercadillo he saludado a un árabe que me suelo encontrar en algunos de los bares que frecuento, y los frecuento porque en los bares es donde se encuentran los cobijos en los momentos y días de soledades. Y yo los tengo.
El moro es calvo, y debe ser por eso que vende gorras, boinas y sombreros.
Me ha regalado una gorra, mientras me decía que lo hacía para que yo no pierda mi melena y porque me aprecia porque a alguna cerveza lo he convidado.
Quería darle las gracias, pero me ha hecho gestos de que me largase con prontitud, que no quería que otros clientes a los que cobraría se apercibiesen de que yo no pagaba. Todo con gestos, pero lo he entendido.
Yo le he contestado con otro gesto que decía que en el futuro la cerveza la pago yo.
Con el pulgar me ha dicho que de acuerdo, y después con la mano adiós.
Yo también me he despedido gestualmente.

Más arriba, la parada de las flores, gente que vienen cada domingo desde Vilassar de Mar, en el Maresme de la costa norte barcelonesa.
Suelo detenerme para comprar flores. Adornan la casa y la perfuman con olor de flor y campo. Decoran.
He comprado claveles de diversos colores, en pomos, para diferentes jarros, y me han regalado un rosal que me dicen dará rosas amarillas.
Regalo de la casa, me han dicho, para mi mujer.
Les he dicho que falleció hace algo más de siete años, y ella, mujerona de más de cincuenta años, potente, fuerte, de manos y palmas de trabajadora de exterior se ha puesto a llorar y moquear. Yo la he consolado. Me ha dicho que me veía muchas veces con ella por el mercadillo y que siempre comentaba con su marido, un hombretón recio pero también de lágrima fácil porque le resbalaba una por su mejilla enrojecida por el aire y el frío, que le parecíamos una pareja enamorada y feliz, cogidos de la mano y riendo con frecuencia.
Entonces ya no he podido consolarla porque mi alma se ha retorcido y le he dado las gracias por el rosal y le he dicho que la primera rosa amarilla será para ella.
Me ha besado ruidosamente mientras recogía en su pañuelo más y más lágrimas y se sorbía los mocos.

Me he ido a mi terraza de Llívia. Ya era la una del mediodía. Y me apetecía descansar con una cerveza y gozar del sol que había sustituido al frío y a la nieve de la mañana.

Descansar del cansancio por demasiado recibido, demasiada generosidad conmigo.
Yo sólo había regalado una bicicleta a una morenita que me cuida en mi terraza.

Y entonces una francesa a la que le regalé un bote de mermelada de naranja amarga, de las naranjas que me recoge Ahmed de la calle Salvador Mundi de Sarriá,  y que no conocía pero que ahora ya es mi amiga, me ha obsequiado con un ramito de “muguet”, regalo típico entre los franceses el primero de mayo, y me ha rogado que este verano le haga más mermeladas.

Le he dicho que sí, que le haré confituras, y entonces se ha ido a su coche y ha regresado con un pote de semillas de rosas “tremiaires” que me ha entregado después de arrancarme el compromiso de sembrarlas en mi jardín y regalarle rosas todo el verano.

Cumpliré con ella.