viernes, 28 de febrero de 2014

Tinta verde o historia de una nadería.


Ayer yo iba muy contento a hacer un recado por el ensanche de Barcelona.

Pasó entonces que estaba parado ante un semáforo porque el semáforo estaba en rojo. Y como que estaba muy contento se me ocurrió ponerme a bailar. Y pasó que me regalé unos pasos de claqué allí parado en el semáforo.
Y también pasó entonces que una señora que también estaba parada en el semáforo me miró, y como que no sabía que hacer con su cara que me estaba mirando me sonrió. Le devolví la sonrisa con un saludo dieciochesco y muy cortés. Se puso el interior de su mano en la boca como para esconder unas risitas y luego se fue sin decir nada.

Y entonces pasó que ví detrás de mí una tienda con un rótulo que decía Mont Blanch. Y entonces dudé si cruzar el semáforo que ya estaba verde o ir a la tienda. Pasó que fui a la tienda.

Y entonces entré y había un hombre joven sentado detrás de un mostrador mirando una pantalla de un ordenador. Y pasó que me acerqué y le pregunté si tenía cartuchos de tinta verde para mi roller Mont Blanch, que me lo regalaron mi hermana y mi cuñado cuando cumplí cincuenta años.
Y entonces el hombre que estaba sentado detrás de un mostrador y que miraba una pantalla que le hacía lucecitas en la cara me miró y me dijo que no, que no tenía.
Y entonces yo le dije que yo sabía que cartuchos de tinta negra y azul sí tienen pero que me parecía que de tinta verde no los hacían, y esperé respuesta del hombre. El hombre sólo se encogió de hombros como para darme a entender a mí que no sabía. Entonces empecé a explicarle que a mí me gusta la tinta verde para escribir más que la azul y la negra, pero me callé enseguida porque al hombre era casi seguro que le importaba un pito la tinta que a mí me gusta.
Pensé que como al hombre le gustaba mover los hombros yo también podía hacer lo mismo y que él entendiese que seguía esperando respuesta.
Y entonces pasó que el hombre seguía sin decir nada y me miraba con cara como de calamar.
Yo empecé a notar que me estaba poniendo algo nervioso y le expliqué al hombre que ya se que potecitos de tinta verde tienen pero que la pregunta era si tenían cartuchos de tinta verde para mi roller Mont Blanch.

El hombre despertó de su estado cefalópodo y me dijo con una voz como vaporosa que no sabía. Entonces pasó que yo ya estaba nervioso y le dije si sabía algo y si no sabía nada cómo era que estaba allí sentado detrás de una pantalla que le hacía lucecitas en la cara.

Y entonces lo que pasó es que el hombre me dijo que es que aquella era una tienda de vinos y no de cartuchos de tinta.
Y entonces a mí también se me puso cara de molusco marino y me desconcerté un tanto.
Pensé en salir a la calle y mirar el rótulo de la puerta de entrada pero entonces el hombre me dijo que era una tienda de vinos exclusivos de la firma catalana Clos Mont Blanch.

Entonces pensé en disculparme porque parecía que me había confundido por leer sólo una parte de la marca, pero sólo dije ¡ah vale, perdón! porque antes estaba contento y no quería dejar de estarlo y dar más explicaciones no me ponía contento.

Entonces me giré para salir de la tienda de vinos y la puerta de cristal se desplazó muy lenta y le solté sin querer una patada con mi pie y suerte de eso porque si no estampo mi cara con gafas en la puerta.
Desde el mostrador donde estaba el hombre se oyó ¡Cuidado con la puerta, caray! y no era en un tono vaporoso si no denso.

Recogí mi encargo y me puse muy contento otra vez y con ganas de bailar porque esta vez el encargo estaba bien hecho. Antes yo ya había ido y no salí contento porque no habían hecho lo que yo quería. Esta vez sí y me puse muy contento.

Al salir de esa tienda pasó que había un hombre mayor vestido con una americana bonita y de color verde intenso de lago de montañas altas que hablaba con dos hombres más.
Y pasó que me acerqué y le pregunté si sabía donde podía comprar cartuchos de tinta verde como su americana para mi roller Mont Blanch.
El hombre de la americana verde me miró con la cara del bogavante con las pinzas prisioneras de una goma elástica de los restaurantes que tienen bogavante y me dijo ¿perdón? y yo le dije que daba igual, que estaba muy contento y le dediqué unos pasos de claqué.

Y los tres hombres, el de la americana verde y los otros dos, me miraron ahora con la misma cara de cefalópodo del hombre de la tienda que no era de tinta sino de vino.
Y entonces pasó que luego me fui.

Y eso es lo que pasó.

martes, 25 de febrero de 2014

Crónica semanal de El Grito de la Lechuza (X).

  
Amigas y amigos seguidores de la Lechuza.
Desde su rama y su clarividente noche oscura la Lechuza me hace llegar los siguientes comentarios para que mi burda pluma os los traslade a vosotros.

Pero antes debo deciros que uno de los principales lectores de las Crónicas… le pidió hace unos días a la Lechuza algo más de brevedad en sus opiniones, ya que la gran cantidad de información que actualmente se recibe a diario hace que muchos lectores deban realizar un esfuerzo para encontrar tiempo de dedicación para la lectura de las Crónicas, y si a eso se le añade que tanto la Lechuza como este escribidor que no escribiente acostumbran a ser pródigos en palabras, pues difícil va a resultar la misión. Pero lo intentaremos!!!

Tres temas destaca la Lechuza, tres temas que siguen sonrojando a este país y sus ciudadanos:

Dice Pilar Rahola en su artículo de La Vanguardia de ayer domingo, y lo suscribe la Lechuza, que ETA camina hacia el final del final.
Y así nos lo parece a todos, aunque veamos que lo hacen con pasos pequeñitos, pero dando pasos.
Entonces, ¿por qué no se alegran como nosotros los del P.P.?
Copio a Pilar R.: “…cada vez que ETA hace un gesto inequívoco en su proceso de desaparición…/… los voceros del PP y los satélites de la derechona, incluyendo el uso político de las víctimas a través de asociaciones hiperideológicas, despliegan una nutrida, barroca y oscura retórica para minimizar, ningunear e incluso poner en duda las intenciones de la banda. Es decir, lejos de alegrarse y asumir que el proceso es definitivo y además sin condiciones, dan la torticera sensación de que ello les incomoda.”
Sobran comentarios por parte de la Lechuza ante la clarividencia de la escritura de Pilar R. ¡¡¡ Grande, Pilar !!! Y eso que tu aventura al frente del P.I. dejó bastante maltrecha tu imagen al modo de ver de la Lechuza, pero soberbia como cronista política, sí señora, cantando verdades como templos a esos templarios de lo rancio y casposo de la otra España que citó el poeta.

En Catalunya empieza el primer juicio, con fecha de hoy mismo, contra el ya declarado Villano Oficial de Catalunya y antes Prohombre de la cultura y del Business Generalitat, Félix Millet. Algún medio ha escrito que el juicio “empieza por los postres” ya que lo primero que verán los Jueces es el caso del Hotel del Palau, cuando lo que más preocupa al ciudadano de a pie es el propio Palau. Pero bueno, por algo se empieza, aunque sea con todos los vicios, aberraciones, ausencia de independencia del poder judicial,… de la Justicia Patria que también hoy mismo declaraba en la TV catalana el ¿ex? Juez Epidio Silva.

Pero lo que ha hecho a la Lechuza arrancarse de la risa las plumas de las alas y parte de las de sus bajos que son más sensibles por su ubicación y por eso dan más risa, son las declaraciones de la Infanta y sobre todo las posteriores de su abogado, ese con esa cara triste que sus párpados semicaídos configuran, del que jamás pensó la Lechuza que pudiese ser tan divertido y levantar tanto jolgorio con unas simples declaraciones.
Dicen los medios que la Infanta contestó entre unas 400 y 500 y pico veces que NO SABÍA a las preguntas del Juez con referencia a los negocios de su marido handbolmen, lo cual ya son veces, coño!!!
Y luego el insigne abogado catalán de frustrado Partido Reformista comentó que la Infanta se había manifestado con meridiana caridad y sin rehuir cuestión alguna a las preguntas del Magistrado.
¡ Apoteósico, amigos ! La Infanta debe ser fichada de inmediato por FlorenTimo Pérez para su equipo porque… es de otra galaxia.

Las risas de la Lechuza, y de la mayoría de los que viven bajo su árbol en este país llamado España, se oyen desde las selvas aborígenes de Australia hasta la punta de Cabo de Fuego de Argentina, DESGRACIADAMENTE, porque esto sigue siendo un cachondeo de país, desde Finisterre y hasta el Cabo de Gata, y del Puerto de Santamaría hasta Cotlliure, donde el poeta con sus restos se asiente a sí mismo cuando vislumbró con inmensa pena y tristeza sus dos españas.


Creo que no cumplí con el objetivo de la brevedad, pero es que sale tanta mierda de las alcantarillas de este país, que sólo con citar tres puedes llenar ya varias páginas (y yo me he limitado a folio y medio, que conste!).
Le prometo al fiel al lector de La Lechuza y a la propia Lechuza que lo seguiré intentando, que no quiere decir en modo alguno logrando (ya lo dijo C.J. Cela: no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo).

Hala, aquí paz y allá gloria, amigas y amigos !!!

jueves, 20 de febrero de 2014

Crónica semanal de El Grito de la Lechuza (IX).

Crónica semanal de El Grito de la Lechuza (IX). Me indica la Lechuza que os comunique que hoy se inaugura la Feria ARCO en Madrid. Por sí mismo el tema ya es noticiable ya que mucha gente que tal vez jamás haya entrado en una Galería de Arte se siente atraída por ARCO y acude de forma masiva. Y en esta ocasión ocurre algo que la Lechuza tiene a bien destacar. El pintor y músico francés Yvann Leto, residente en Zaragoza desde hace ya varios años, organiza un perfomance porque vive con estupor y alta indignación, pero sobre todo sorpresa, conmoción y consternación el recorte de derechos y la pérdida de libertades que este país está viviendo a causa de las leyes retrógadas que los políticos están aprobando en el Congreso de los Diputados. La performance, bajo el título de “Congreso Topless”, consiste en un espectáculo de showgirls que pretende denunciar el regreso de España a las profundidades de la antitolerancia y de la caspa que nos asoló durante decenios bajo los gobiernos del fascismo más recalcitrante, y que es evidente que ahora mismo está de regreso en su más pura expresión. Dos señoritas, en un tugurio que sólo permite el acceso a cinco personas para ver su espectáculo, ofrecerán su espectáculo rancio y propio de la actual España en cinco pases al día durante los cinco días de duración de la Feria. El dinero para este montaje lo recaudó en una campaña de micromecenazgo a través de Verkami, al igual que a la señorita china y a la señorita brasileña, por más señas Carol y Alejandra, que son las artistas, obviamente. Parece que el garito, ya abierto ayer para la prensa especializada, tuvo un overbooking total de fotógrafos y cámaras de televisión que registraron el destape que era válvula de escape de muchos españoles de olor a ajo y otros a dinero por algún lugar saqueado. Veremos si hoy los Príncipes de Asturias, que inauguran la Feria, se acercan por allí y les hacen un pase regio especial para la realeza y sus postizos. Pero la Lechuza me comunica que les diga que al artista francés deberíamos felicitarlo, porque qué podemos esperar de esta España del aborto de Gallardón (no es un insulto, ministro, es como ya se le conoce por todo el país, del logopédico de Rajoy ( es una necesidad para él, además del inglés del que carece y nos avergüenza), del supercatlán de Fernándesz Díaz como sus apellidos indican (que me perdonen los Candeles que tanto han hecho por esta tierra de “seny” y consenso y acogida), es la España de la deformada por inflamiento Sánhez Camacho (que es una evidencia constatable que erró en su selección el cirujano estético), del castizo Wert (una sonrisa necesitamos para soportar las úlceras duodenales que provoca este ministro de la incultura y del IVA en el arte), del tapón de la Soraya (yo también soy canijo y no me insulta ni antes ni ahora ni después que me describan como soy, Sorayita), o del orejitas de soplido de Montoso (no te enfades, ratoncito, que donde dices digo luego es diego, balaces fiscales de ejemplo). Bueno, pues a ARCO, que tenemos striptease a la antigua usanza, a la actual de la caspa del Gobierno de este país que algunos llaman España y otro evitan nombrar para no caer en depresiones años cuarenta de Falanges, JONS, Iglesias y generalísimos (no tenía bastante con general y se puso el superlativo al vez para compensar sus nulas o escasisímas capacidades de liderazgo patrio). Buenas noches, y a pasarlo bien, que son cuatro días y a estos ya les han pasado dos!!! Esperemos!!! La fe mueve montañas, pero en tiempos dejó de hacerlo porque a la gente le pareció divertido eso de mover montañas y entonces el paisaje cambiaba de forma constante. Pero existen todavía ligerísimos atisbos de fe y los observamos cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual muren varios viajeros. Esto dijo Augusto Monterroso, y como era uno de los grades escritores del siglo pasado, la Lechuza conserva esa fe o sus atisbos y tal vez ocurra que ella sepulte en sus casas u otras dedicaciones alejadas de las decisiones de diputados a esos que ahora hacen y deshacen con impunidad y alevosía. Que así sea!!!

miércoles, 19 de febrero de 2014

Personajes de mi pueblo (8) o tristezas y encogimientos del alma mía.


Esta tarde he ido al médico porque mi corazón sufre de desvaríos amorosos y de ausencias constantes y de permanentes sobresaltos.
El galeno me ha dicho que no hay solución más que la de un lametón de una lengua cándida y cálida de mujer recia y asentada. De amor bien dado y mejor recibido en el momento en que mi desazón me lo exija.
Así que me he ido con el corazón en un puño que no es guerra sino de cuño de desesperado.
Y al subir por la calle Muntaner en busca de los Ferrocarriles de la Generalitat de mi pueblo, que no es de mi pueblo porque ese es el barrio de San Gervasio, barrio que eso sí,  linda con mi pueblo, que tampoco es un pueblo porque es un barrio pero huele como un pueblo, me he acordado de que hace tiempo que quiero comprar Corned Beef, la carne de ternera argentina enlatada y cocida en salmuera y vinagre que tantas y tantas veces en el pasado degusté. Y como que me acercaba a la charcutería “Tívoli”, en Muntaner con la Vía Augusta, famosa por sus "delicatessen", pues allí me he dirigido.
Y Tívoli estaba cerrado, con el local con rótulos de en traspaso!!!
Mi corazón se ha encogido con desespero resquebrajado y repleto de lamentos herrumbrosos.

Mi abuela Montse, que también era de mi barrio además de mi abuela, me llevaba como si de una excursión se tratase a merendar al Tívoli, un  chocolate suizo con nata para chuparse los dedos, y después bajábamos hasta el Paseo de Gracia para ir al ya desaparecido Cine Publi, el de carteles de publicidad en el exterior como Ausonía, belleza y lozanía cada día, o Persil, laaaaveeee su ropa con Peeeersil, y anuncios pavorosos de Cerebrino Mandri y el antipolillas Polil, y allí veíamos los festivales de Tom y Jeery y las historias de Popeye el Marino, y me decía con su voz de sargento mujer de hombre que de sus cuidados necesitaba por su ceguera de glaucoma qur yo sería tan fuerte con Popeye porque mi mamá me hacía ricas espinacas a la catalana, con pasas y piñones.
Erró el pronóstico porque me quedé chico y de fuerzas restringidas, pero de cabeza y corazón apretado como la espinaca.

Por mi cabeza ha pasado fugazmente, como la sombra de un pájaro sobre la hierba seca del invierno, el cierre del Colmado Quílez, en Rambla de Catalunya con Aragón, que eso sí que no es de mi pueblo porque es Ensanche barcelonés, pero establecimiento al que yo acudía con mi mujer para comprar latas de los Cascajales, de mejillas de cerdo y ternera, de crestas de gallo fritas, de conejo cocinado con sanfaina y de arroces con langosta y gambas para deleite de mis hijos en comidas familiares.
Por mi cabeza ha pasado como 3l vuelo de la golondrina el posible cierre de la filatelia Monge, que allá que me importa a mí los sellos ni las monedas de reyes y capitanes generales y que dicen son prohombres y no son más que chalecos con medallas y chapas, pero que pena penita pena me ha asolado.

Me he sentido como cuando pierdes un amor, y un amor no se sustituye por otro amor por mucho amor que sea, como la canción que dice que cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo llena la llegada de otro amigo.

Esta crisis arrasa con todo menos con los culpables de la misma, que son los del poder que nos acogota a todos mientras ellos compran rosas y se beben nuestro vino y se van de pisoteo a las alfombras rojas.

Suerte que al llegar a mi pueblo, que no es un pueblo porque es un barrio pero huele como un pueblo, el un poco retrasadito que es mi vecinito me ha dado un limón para que le haga mermelada.
Me ha hecho sonreír, porque con un solo limón poca mermelada haré, pero para él será suficiente porque él me quiere y yo lo quiero a él.

martes, 11 de febrero de 2014

Crónica Especial de El Grito de la Lechuza.


La Lechuza se descubrió ayer, y prosigue descubriéndose hoy, en un estado semicatatónico y de honda preocupación humana por los avatares que debe estar sufriendo el pobre Ministro de Justicia de este país de países que no sabe como ajusticiar (me parece que el verbo correcto y la expresión correcta es impartir justicia, pero yo me limito a escribir al dictado de la Lechuza) lo que corresponda porque para algo debe servir su Ministerio amén de liderar las listas de los más vilipendiados y desprestigiados del país.

No tenía bastante con el follón que ha organizado con el tema del aborto que ni en la catolicísima Irlanda se lo creen, que ahora va y decide proponer al Gobierno modificar el Código Civil para conceder la nacionalidad española a descendientes de judíos sefardíes o sefarditas (de Sefarad, topónimo de España en la Biblia hebrea, para los que se puedan preguntar de dónde procede la denominación de sefardita o sefardí -gentiliza de la Lechuza-) que de las Españas fueron expulsados en …. 
¡¡¡ 1492 !!!

A lo mejor es que con la posible pérdida de los aproximadamente siete millones de catalanes el Ministro piensa que por aquí ya soluciona medio problema demográfico, porque en las embajadas israelíes cuentan que pueden solicitar esa nacionalidad unos tres millones y medio de sefardíes.

O tal vez es que Alberto quiere superar en estulticia ministerial a Wert, o tiene un ataque de celos de que su antigua enemiga Esperanza Aguirre sea hoy día head-hunter, gane dineros de la empresa privada, y hasta algunos trasnochados la añoren en los madriles.
O puede que el Ministro de apellido gallardo quiera ser más conocido que la del café with leche in de Plaza Real y en botella en vez de taza para mayor honra de su patronímico.

La Lechuza está triste porque no sabe cómo puede ayudar al que sufre, y es evidente que Alberto lo está pasando fatal: por una parte se esfuerza en poner problemas, uno detrás de otro, a la devolución de los Papeles de Salamanca a sus auténticos propietarios, por otro no quiere saber nada de la Memoria Histórica que está datada en el período 1936 y 1939 (puede que algún año más por la persecución postbélica  y los crímenes franquistas), y sin más le ha entrado un ataque disléxico y para contradecir a los que dicen que es un desmemoriado se remonta más allá de 500 años en la historia con el tema de los sefarditas.

Y en paralelo la Audiencia Nacional, bajo su batuta ministerial, dicta orden de búsqueda y captura contra el exlíder de la China Jiang Zemin y otros altos cargos de su gobierno por genocidio en el Tíbet, y esta misma tarde se debatirá en las Cortes una proposición del Partido Popular de Alberto R-G para poner límites al principio de Justicia Universal, es decir, acotar a la Justicia en los crímenes cometidos fuera de España, como por ejemplo el asesinato en Irak del cámara José Couto.
Parece que Albertito, el niño bonito de la Justicia española, tiene bastante sentido de la coherencia: es más importante encausar a un exlíder chino por genocida que defender de asesinato a un español que cumplía con su deber como periodista gráfico.

La Lechuza, que como su nombre indica es algo espesa de mente, se pregunta si no será una burda y basta maniobra de distracción por sus decisiones contra la libertad de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos y sobre sus propias capacidades, maniobra que está cuestionando su liderazgo en los temas de toga y birrete en toda la Europa civilizada, que no progresista, y democrática.

Si es así, que la justicia, en cualquiera de sus diversas formas humanas o divinas, caiga sobre este indeseable justiciero de la derecha recalcitrante de la España de Machado y de muchos otros que pagaron con su vida únicamente por pensar diferente de los españolitos de la caverna.

Y sino es así, es evidente que lo está pasando mal Alberto, mentalmente, claro, se entiende. Y la Lechuza sufre porque el sufrimiento ajeno le afecta, y más si es de orden cerebral ya que ese órgano rige todos nuestros atinos y desatinos.

Y por otros andurriales, y para machacar al Ruiz con guión después, Wert sigue ganándole a pulso el reto de mayor desastre de ministro del gobierno del Partido Popular, con la salvedad del gallego de boca y lengua pastosa. La Lechuza se refiere a los Goya, claro.
No hacen falta comentarios, salvo resaltar que de nuevo estos patriotas del desencuentro patrio (valga la redundancia ya que ellos se llenan la boca hablando de la patria de todos) insisten en ser reconocidos por la historia como mentirosos empedernidos, ya que declaró que su agenda estaba ocupada en esa fiesta del cine español desde hacía tiempo y de todos es conocido que hace un par de semana pidió audiencia allá donde se fue para no aparecer por los Goya.
Conclusión evidente: un MENTIROSO, y en esta ocasión más tonto que el gallego, que a veces hasta intenta disimular contestando en gallego, o sea, no contestando a nada.

Queridos lechuzos, lectores y amigos míos, aún así no os desaniméis, que todo es cíclico, y algún día esta gente dejará que vivamos en paz y cada uno acorde con sus pensamientos y su manera de ser, sea de aquí, de allá, o de acullá.

Entonces es cuando podremos decir claramente de dónde eran ellos.
Y nos alegraremos y celebraremos que ya no estén ni sean!!!

La Lechuza dixit. Y yo transcribo fidedignamente sus pensamientos, no como los Ministros del P.P., y su Presidente que lo es y de este país por ende.

Vuelo de agujeros y piel de porcelana.


Finalizaba un día de cada día, un día como otro cualquiera. Un día de rutina de asfalto, espeso como una sopa de sémola y gris como los cielos encapotados de los días que no hace frío ni son tibios ni tampoco todo lo contrario porque son de plomo y de obrero.
Después de una cena sosa y frugal, como de hojas de ensalada sin sal y tomate de redondez de bola de billar de el ejido y zanahorias de bugs bunny de focos y plásticos de invernadero, y de escasa televisión de monumento a la estulticia humana llegaban las blancas sábanas limpias y de olor a detergente de el mío es mejor que el de mi vecina, y la noche podría clausurar la monotonía de polvo áspero de portland de la jornada.

Vaivenes de la cabeza en la almohada  presagiaban noche tormentosa y desabrida, movimientos del cuerpo porque ahora el edredón sofoca y después el frío cala y demanda el cobijo rechazado, y ahora necesidad de la vejiga y al rato del intestino, no prometían el cierre del gris desteñido y lánguido de la jornada de cemento hasta que en el cerebro de la duermevela y como descolgándose del techo blanco de la habitación aparecí mutado en el niño que fui de sonrisa infantil y de ojitos de apertura oriental y de impresión por la observación de lo conocido y no por ello menos atractivo y lo que no lo es y no por ello más seducción.

Caminaba por un lugar que no lo era porque no había asfalto ni tierra ni agua ni fuego, ni siquiera nubes de algodón ni árboles verdes ni plantas de hojas y flores de colores, ni cielos azules ni grises ni de color alguno que podía ser el lugar de la nada pero que no era así porque muchos agujeros revoloteaban ocupando todo el espacio que rodeaba mi soledad.
Aparecían desde cualquier rincón con el revuelo de juguete de la mariposa o con el ágil, rápido y zigzagueante rasear el campo de la golondrina los días de cada día que amenazan lluvias.
Los agujeros tenían formas diversas, algunos con la geometría del triángulo y el rectángulo y la circunferencia y el cuadrado, otros con la forma del ojal del botón o del ojete oval de los bordados, los menos tenían hasta pestañas como ojos de mujer de rímel, unos pocos lucían rayitas de colores verdes, negros, violetas, morados, y plata y también oro, y escasos mostraban líneas dibujadas en sus comisuras con curvas y arabescos que embellecían su mirada ciega y de cautiverio de embrujo.

Pensé con la lentitud del niño arrobado de ojos achinados y éxtasis de inocencia que yo era en cómo mirar y observar lo que cada agujero volador prometía, si necesitaba capturar con mis manos los agujeros que se aproximaban como las figuras en el tubo de un caleidoscopio, si precisaba de la suavidad de la red del cazamariposas para no dañar ningún agujero o si un anzuelo con atractivo cebo los atraería para saciar mi curiosidad.
No hizo falta, porque entonces ocurrió lo inesperado, y fue que los agujeros se aproximaban a mis ojos algo rasgados reduciendo la velocidad de su vuelo y eran ellos los que ordenada y rítmicamente me escogían entre nadie para ofrecerme las maravillas que intuía divisaría en su interior en mis asomos de expectación embelesada.

Los primeros en aproximarse fueron los geométricos.
Los cuadrados me mostraron magníficas tierras de conreo repletas de las más variadas frutas y hortalizas de inmenso colorido, todas ellas bañadas por húmedas gotas de rocío que despedían los colores del arco iris que en ellas se reflejaban y creaban infinitos minúsculos arcos de coloridos cálidos y distorsionados y bellísimos translúcidos. Verduras, legumbres y hortalizas de formas ancestrales  que jamás había visto pero que permanecen en cuerpos de mujeres atávicas que conservan y mantienen el amor en estado puro.
Los triangulares ofrecían dioses y divinidades que desconocen castigos y pecados originales y purgatorios y expiaciones y están desprovistos de vestigios originales porque su único cometido es amar sin necesidad de ser amado y entregar felicidad, comprensión, tolerancia y explotar la sensibilidad de los seres que con ellos habitan sus mundos de fantasía.
En los redondos como bocas de chimenea residían los olores, los del trigo y la cebada, los de la miel y la menta, el del azafrán y el hinojo y el eneldo y el jengibre y el enebro, el tamarindo, el tomillo, el romero y el cardamomo, y también el olor del amor y de la humedad del sexo, del recién nacido, el olor rancio de la podredumbre de la muerte, de la senectud apacible y de la vejez trastornada, del vértigo de la adolescencia y la fogosidad de sudor de la juventud, de la saliva de labios que se besan y de los cuerpos que se juntan, del jinete y su caballo, y de la sangre y los líquidos de las parturientas, todos los olores que son de goce.

Los de ojete de bordado mostraban enormes jardines repletos de flores y en uno que no era chino sólo se veían flores amarillas, unas vistosas como la rosa amarilla y otras olorosas como las fresias, y tulipanes, narcisos, claveles, flores de la calabaza y madreselvas todas ellas bailando la música y las letras de Esta Canción, En el claro de luna, ¿Qué hago ahora? de Silvio Rodríguez mientras una de color diferente presidía el jardín amarillo con el orgullo de la singularidad, la moradita y blanca rosa mosqueta.

En la diversidad de los agujeros adornados de finas y largas pestañas había algunos que mostraban mares de lentitud plácida y otros de olas encabritadas de las que sosiegan el ánimo del vehemente y pasional, mares azules como la turquesa y mares verdes como la esmeralda de la esperanza de futuros paraísos y amores de secano para los que sólo gozan del agua del río, mares rojos como ríos de lava para los ardientes amoríos de los que conviven con la gélida noche de las altas montañas, y mares del color de la papaya y el mango y el coco y el aguacate y la chirimoya y otras frutas tropicales para los que soportan la aridez áspera de la meseta.

Otros de pestaña de mujer fatal ofrecían espectáculos de amistad y armonía, de música y de poesía, porque no todas las pintadas de rímel son clientes de la frivolidad.

Todos esos agujeros y muchos más se me acercaban con la cadencia ideal para que mis ojitos de niño de sonrisa pilla y sincera y mirada de querubín de mofletes se deleitasen en la contemplación de los gritos silenciosos y apagados de los milagros que en su interior guardaban.

Mi cabeza giraba y giraba embebida en borrachera estridente de color y serena alegría cuando de un agujero que se acercaba asomó la cabeza de una preciosa mujer de piel de porcelana, que en tono hechicero y gestual me sugería que hacia ella encaminase mis sentidos para introducirme en su interior.
Sucumbí a la irresistible tentación de su llamada y con la ayuda de una de sus lágrimas del color del cristal y la viscosidad de caricia de mano templada me dirigí a su agujero para seguir a la mujer de rostro de piel de la porcelana de caldos caliente de fogones, y después me perdí en el aprendizaje del cuerpo de sus ríos, afluentes, meandros, lagos y mares que acomodo en esa princesa hallaron.

No quería despertar de las prisiones y sensaciones de mis sábanas blancas cuando la mañana llegara, pero la princesa de piel de porcelana me susurró que no tenía que ser así porque ella cuidaría de mi embrujo, por lo que desde aquel entonces y gracias a ella vivo mi duermevela y duermo mi despertar saciado de incrustaciones de porcelana en las palmas de mis manos y en toda mi piel, piel que acompaña el vuelo de agujeros y mi peregrinar para encontrar, todos los días de cada día, a la princesa de la piel de porcelana.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Una historieta de hormigas.


Había una vez una hormiga que era llamada o se hacía llamar que es más exacto “Miga” que chuleaba por la vida porque decía que era muy amiga de todas las hormigas, y así lo explica algún cuento (ella dice que es una historia porque es real y el cuento tiene mucho de ficción), por lo que encima era famosilla.

Como casi todas las hormigas era disciplinada, laboriosa, constante y muy profesional.
Jamás por su cabecita hubiese podido asomar la idea de romper una fila india, que es como normalmente se desplazan las hormigas.
Jamás pensó en caminar erguida sobre dos de sus patitas porque semejante señal de engreimiento no se la podía permitir.
Mostraba desmesurado orgullo por la esclavitud y sometimiento de su raza, ya que le parecía señal inequívoca de identidad y era muy conciente y consistente en el pensamiento grupal.
La única excepción a las estrictas reglas de la tribu hormiguera era esa vanidad de sentirse amiga de todas las hormigas y por eso se hacía llamar por ese apodo de “Miga”, cuando su nombre real era el de Herminia, muy común entre las hormigas ya que gustan de nombres que empiecen por la identitaria letra H.

Pero hete (expresión muy hormiguera por la consonante de su comienzo y muda por ser sometida al silencio de la especie de estos insectos) aquí que otra hormiga de constitución igualita porque eran una igual a la otra y de nombre Herminia le espetó, un día de hormigas como otro cualquiera, que aquellos que dicen que son amigos de todo el mundo no son amigos, y que podía aseverarlo porque en sus estudios filosóficos descubrió esta sentencia pronunciada por un tipo llamado Aristóteles, filósofo griego como todos los platónicos, socráticos y otros de escuelas diferentes saben desde tiempos inmemoriales.

Esta hormiga con ciertas tendencias díscolas gustaba de hacerse llamar “Dean”, a pesar de llamarse en realidad Helena por razones obvias de haches iniciales, por aquello de que Dean Martin actuaba con cigarrillos entre los dedos para ser más interesante y James Dean protagonizó y dio vida a un rebelde sin causa en aquellas películas de antes en las que se podía estar fumando durante toda la filmación y nadie te acusaba de ser el origen de los desastres de la atmósfera ni del cambio climático y te dejaban fumar en paz, y además porque amistó con una Martin de secano que enseña el idioma alemán en tierras de ahí va la ostia y otra también Martin por algún lado que emigró del centro del viejo continente para buscar la humedad de tierras con orillas de mar mediterráneo.

Esta Helena “Dean”, que solía desplazarse a dos patas, en erguida exhibición al contrario que “Miga”, no alcanzó a fumar porque el pitillo era excesivamente grande para su constitución, pero rompía la fila india porque se negaba a caminar precisamente en fila india, no recogía semillas ni otras menudencias para preparar el invierno y no porque se considerase cigarra de Esopo ya que se sentía Hormiga de pleno derecho.
Se dejaba sus antenas largas, algo mal visto en la comunidad porque la norma dice que las antenas deben tener medidas en las hormigas y también y diferentes en los hormigos, gustaba de lucir adornada su estrecha cinturita a pesar de ser considerado provocación por el colectivo, y todo ello y más detalles largos de narrar era así porque Helena “Dean” no quería ser soldado y menos obrera como la mayoría de las de su especie en su organización extrema.
Odiaba la sola idea de pensar en que los huevos de sus reinas y algunas de su especie se convirtiesen en plato de escamoles mexicano o en aperitivo de hormigas fritas o condimento para salsa curry. Y se irritaba sobremanera cuando observaba como el ser humano robaba las semillas de rooibos de sus hormigueros para que cuatro mujeres humanas de la alta sociedad consuman ese té en las cafeterías chic de medio mundo.

Ella amaba la libertad y tenía grandes aspiraciones como la independencia de pensamiento y acción y por eso sus ídolos eran diferentes y especiales como la Hormiga Atómica, Ant-Man de Marvel y otras que aparecen en la cultura, como en el libro “Un vagabundo en el extranjero” (“A tramp abroad”) de Mark Twain.
Ella no andaba en su desplazarse, ella saltaba, por ser feliz y demostrarlo como contrapunto a la disciplina de la fastidiosa y represiva fila india, y también cantaba y reía y amaba y compartía todo lo que tenía, y las hormiguitas niñas que carecían de los vicios que llaman costumbres de la comunidad por el desconocimiento propio de su edad la buscaban para gozar de la singularidad de su carácter, y Helena “Dean” se sentía querida al tiempo que con la obligación de ofrecer buenas y nobles enseñanzas a las que en el futuro podían cambiar la sociedad hormiguera para hacerla menos esclava y más dichosa.

Ambas hormigas compartían hormiguero pero no amistad aunque tampoco excesivas disputas, porque aunque “Miga” a veces enviaba asociaciones de hormigas veladoras de la inmutabilidad de sus costumbres “Dean” no se daba por aludida, porque nunca entendió de asociacionismos en su amor por la individualidad bien entendida, que reza que cada cual hace lo que quiere siempre y cuando no dañe al vecino. Y “Miga” no insistía ni agobiaba en exceso, todo hay que decirlo, tal vez porque aquellos que viven al dictado de consignas y directrices establecidas anulan en gran medida su pensamiento para seguir el cauce de la convencionalidad y el mal llamado sentido común, no por común pero sí por sentido.

Lo último que supe de la hormiga Herminia “Miga y de la hormiga Helena “Dean” es que un día coincidieron en un conocido bar de copas de uno de los grandes hormigueros de una de sus grandes ciudades, y mientras “Miga” consumía un batido de frutas natural y “Dean” un fantástico bloody mary más bien cargadito, disertaron sobre sus diferentes formas de ver la vida sin llegar a acuerdo alguno ya que al igual que muchos humanos cuando dos hormigas no quieren ni desean entenderse no hay nada que hacer.

Quiero pensar que tal vez las hormiguitas niñas que hoy buscan a “Dean” que es alegría y no a “Miga” porque es muy aburrida consigan en la próxima generación entendimientos que son respeto y civilización, aunque lo tienen difícil porque me han comentado que las hormigas reinas que son las paridoras y los hormigos que las fecundan desean conservar su posición aún a costa de los millares y millones de obreras y soldados que prosiguen con su fila india.