Ayer era domingo y era por la tarde y era de calor de
canícula y de humedad de Barcelona y yo paseaba por mi pueblo que no es un
pueblo porque es de la ciudad de Barcelona pero huele como si fuese un pueblo y
a esas horas tenía sopor todo el pueblo por el sofoco del calor.
Busque el aire acondicionado que no funciona de un Bar de mi
pueblo que llaman “El Canalla” y que tiene un piso encima que es Restaurante y
que llaman “El Villano” y que está como en la Plaza Mayor aunque se llama con
el nombre del pueblo en vez de Mayor y antes era del Duque de Gandía cuando
teníamos un generalísimo amante del superlativo absoluto y Jóse con acento en
la ó que no en la é que es andaluz y vive en Horta-Guinardó y se tira dos horas
para regresar a casa porque no conduce porque cuando tenía dinero no tenía
ganas de sacarse el carnet de conducir y cuando le venían las ganas le faltaba
el dinero me sirvió medio kilo de cerveza que me chupé casi de golpe para que
se calmase la sed y rellenase de nuevo al vaso con medio kilo más y ahora ya
disfrutar tranquilamente de la cerveza.
Y mientras me adormecía de calor y cerveza acodado en la
barra entró un abuelo de ojos redondos y calva monda y lironda y cabeza como el
negativo del embase de los zumos “Granini” por las gotas de sudor que abultaban
en la testa que despertó mi modorra al pedirla a Jóse un Campari y unas
anchoas.
Los ojos vivarachos e inquietos del abuelo captaron con
agilidad mi ligero movimiento de sorpresa convertido en parpadeo y en cruce de
miradas con los ojos de Jose del otro lado de la barra tanto por su perspicacia
como por la ausencia de más parroquianos y con la agilidad que sus facciones
transmitían me aclaró en diálogo directo que era bebida refrescante y de no
excesiva graduación alcohólica y que la quinina al igual que la de la tónica y
el amargor del ruibarbo y de la naranja amarga le placían desde sus tiempos en
Italia y sólo le ofendía ligeramente el rojo intenso con el que teñía la bebida
la cochinilla.
Quiero pensar que le pidió a Jóse a través de la barra unas
anchoas para acompañar el Campari para no tener que contemplar mi estúpida cara
de asombro y mi anonadamiento y yo intentaba salvar mi situación con el
estúpido comentario de que hacía mucho tiempo que no veía pedir un Campari al
igual que también me pasaba con el Cinzano.
Me miró sin decir nada y siguió escrutando todo el Bar con
sus ojos ávidos y movedizos hasta que los detuvo en un par de cocteleras en un
estante detrás de la barra y enfocando en un requiebro ocular rapidísimo los
ojos de Jóse sorprendió un largo bostezo con la pregunta de si preparaban
cócteles.
A una afirmación muerta por el sepulcro de una mano le
siguió la comanda de una “margarita” con tequila “El Cuervo” negra y unas
patatas fritas que no bravas sino de bolsa y de la marca “Torres” y se dirigió
de nuevo a mí para aclararme que por norma el tequila de la “margarita” es
blanco pero el lo prefería negro porque así lo consumía en Italia y que las
patatas “Torres” eran las mejores por consistencia y por sabor y punto de sal.
Evité volver a repetir semblante estúpido con un simple
asentimiento de mi cabeza, mientras el abuelo le indicaba a Jóse que si en vez
de lima lo aderezaba con limón ya le estaba bien y que fuese con tiento tanto
con el chorrito de cointreau como con la sal que adhiriese al borde la copa de
cóctel ya que debía acertar en su punto ideal.
Jóse y yo cruzamos una mirada que no se si fué enigmática
pero sí fugaz porque el viejo las cazaba todas.
Antes de pagar mi kilo de cerveza pensé que me gustaría
tener la vitalidad del abuelo cuando a mí me toque consumir Camparis y
Margaritas o algún kilito de cerveza o unos chatos de vino de aquí a unos años
y pensé también que el vejete no era un personaje de mi pueblo que no es un
pueblo porque es de la ciudad pero como si lo fuese porque huele como un pueblo
porque era la primera vez que lo veía y a lo mejor (¿a lo peor?) no lo veré
nunca más pero que yo le confería el rango de personaje de mi pueblo porque se
lo había ganado y además con nota alta ya que si “El Canalla” es el lugar de
tapas del Bar y el piso superior que es más Restaurante de platos y menos de
tapeo se conoce como “El Villano” el abuelete demostró que es el Canalla del
Campari y el Villano de la Margarita.