domingo, 31 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 7 y último)

 
Su mujer era de origen chino, y a él le encantaba verla caminar casi de puntillas y en un silencio casi absoluto, y eso que no tenía los dedos de los pies apretados y encogidos como muchas chinas educadas a la manera tradicional, pero así caminaba para deleite y satisfacción de Pau, para él Pablo pero no para ella.
Porque ocurrió y a él era lo único que no le gustaba, pero decidió soportarlo y tolerarlo, que Ryu Fang (7), así se llamaba su esposa, le llamaba Pau y no Pablo, pero lo justificaba porque Ryu había cursado una inmersión lingüística al poco de establecerse en Catalunya, etapa previa a su traslado a Castellón, y gustaba de utilizar su nueva lengua.

A los meses de contraer matrimonio, Pau y Ryu tuvieron un hijo, al que decidieron inscribir en el Registro y sin más acciones que esa obviando por tanto otras de tipo religioso, como Adán Eterna Fang, nombre que les agradó por su significado, al ser el de Adán el nombre del primer humano en la Tierra y haber sido formado por las manos del Creador utilizando como materia el barro, que es la herramienta básica del negocio de alfarería de Pau Eterna, y además su segundo apellido, chino de origen, en traducción literal al catalán, significa Barro, y Pau con su nuevo carácter readiestrado para la atención y la simpatía ya se permitía bromas del tipo de los equívocos con las palabras, y así, sin darse cuenta, sin darse prácticamente cuenta alguna, Pau Eterna, para él Pablo, y Ryu Fang empezaban de nuevo la misma historia de Buenaventura Eterna “El Lapidas”, y Pep Sierra e Inmaculada Fusté y su hijo Sinforoso Sierra Fusté, y Delfí Colom y Paloma Cordero y su hijo León Colom Cordero, y Jacinto Ciprés  y Juliana Romero y sus hijos Narciso y Verónica Ciprés Romero.

Y a pesar de que sus apellidos y su correspondencia con la profesión de su padre y los socios de su padre le costaron una juventud miserable y solitaria con la excepción de Sinforoso Sierra, Pau Eterna y su mujer Ryu  Fang emprendían el mismo camino, exactamente el mismo camino que siguió a su padre, porque como muchos o todos sabemos… la historia siempre se repite, y también tal vez sirva para que aquellos que no creen en el destino empiecen a replantearse sus creencias después de comprobar que nombres y apellidos y profesiones a veces deciden matrimoniar atendiendo a la expresión de su significado.

Y aquí finaliza esta historia que es verdad para aquellos que quieran así pensar y no es mentira pero sí ficción para aquellos otros que no crean que sea posible ser hijo de funerario, alfarero, contraer matrimonio en Castellón con una oriental y tener nombre y apellido con significación.



(1) Ezquerra Republicana de Catalunya es un partido político de izquierda moderada, dicen ellos y no se lo cree nadie pero qué más da cuando lo que buscas es sólo el poder, que ya gobernó en lo época que se denominó el Tripartito (alianza entre Convergencia i Unió y el Partido Socialista de Catalunya) y casi acaban con el País y sus habitantes, y aún así muestran orgullo y satisfacción por su desgobierno monumental. Así es la política y así es la clase política de este País.
(2) Pau Eterna, traducido literalmente del catalán al castellano y el nombre propio tratado como sustantivo, es Paz Eterna. Caso de nombre propio la traducción es Pablo Eterna.
(3) Pep es el diminutivo catalán de Pepe, por tanto el nombre de Registro Civil es José, Josep en catalán.
(4) Fusté es apellido común en Catalunya, y caso de ser sustantivo su traducción al castellano es Carpintero.
(5) Delfí Colom en su traducción al castellano caso de ser sustantivos ambos vocablos es Delfín Paloma, nombre y apellido idóneos para un taxidermista o para personas que aman y dedican su vida a los animales.
(6) En el naso de nombre propio o de pila no existe la traducción en catalán de Colom, es decir, a quien se llama Paloma se le llama Paloma y no Colom, aunque es cierto que como sustantivo Colom significa Paloma.
(7) Fang, que aquí se utiliza como apellido, caso de ser sustantivo se traduce al catalán como Barro.

sábado, 30 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 6)

 
Pasaron los años, y tanto Pau, para él Pablo, como Sinforoso, acabaron sus estudios, decidieron no prorrogarlos con los universitarios, realizaron el Servicio Militar, donde se reprodujeron con más virulencia y encono las burlas, chanzas y chirigotas con sus nombres y apellidos hasta el punto de que no se recuerda ningún comentario posterior por parte de ninguno de los dos de agradecimiento a la etapa militar de todo español de aquella época, cosa común entre todos los que detestaban hacer el Servicio Militar pero que luego, una vez finalizado y con el paso de los años, dan el coñazo a esposas, amistades y no tan amigos recordando las anécdotas de ese período de corneta, uniforme y diana por la mañana.

Así que Sinforoso emprendió su vida por lugares y trabajos y dedicaciones que se nos ocultan hasta la fecha, y Pau Eterna, para él Pablo Eterna, decidió después de una profunda reflexión alejarse un poco del epicentro de su vida, del negocio de lápidas y demás objetos funerarios de su padre,  pues deseaba abrir nuevas ventanas, puertas y horizontes en su vida y a ser posible que no condicionasen hasta el punto sufrido y vivido su carácter, su personalidad y su forma de ser.

Apareció por Castellón, ya que concluyó que si había adquirido la habilidad y maña del cincel, también podía explotar destreza con las artes de la cerámica, y Castellón de la Plana fue y era y es hoy día también la capital de la alfarería.

Estableció su propio negocio y si en épocas pretéritas la dependencia de su padre,
D. Buenaventura Eterna, había sido poderosa no se podía permitir generar ahora sumisión y esclavitud con las grandes compañías ceramistas de la zona, como por ejemplo la muy conocida Porcelanisa.

El negocio empezó de forma sencilla pero con trabajo constante por la realización de diversas piezas por encargo y para stock propio para la venta al detalle, como vasijas de barro cocido, cuencos, cántaros y botijos.

Con el tiempo conoció a una mujer, entre otras cosas porque se le dulcificó el carácter al alejar al padre y sus productos para muertos, y al descubrir que cuando un cliente entraba en su establecimiento le decía Buenos días, En qué puedo atenderle, Si desea mirar las piezas aquí expuestas adelante, tómese su tiempo, y las respuestas y comentarios  habituales eran del orden, Qué jarra más bonita, Qué preciosa fuente para servir la mesa, ¿Me permite que observe su extraordinaria habilidad para moldear el barro?,  de la que pareció que se enamoraba, y el parecer fue mutuo porque al poco tiempo se casaron con el convencimiento y la ilusión de formar juntos una familia.

(continuará)

viernes, 29 de marzo de 2013

Y volver a empezar (Capítulo 5)



Jacinto Ciprés estaba casado con Juliana Romero, mujer activa y hermosa que además de la casa y de despachar en la floristería del marido, criaba a un hijo al que registraron como Narciso, Narciso Ciprés Romero, y a una hija a la que llamaron Verónica, ya que Jacinto, su padre, era un gran aficionado a la tauromaquia y consideraba que el pase más precioso, bonito y bello del arte del toreo era la “verónica”, y si era efectuado por El Litri, Curro Romero o Rafael de Paula entonces adquiría carácter de divino, y en el fondo de su alma albergaba la idea de que su hija, a través del nombre impuesto en la pila bautismal como nombre de lo mismo, o sea de pila, sería la más bella joven, y después mujer, del Ensanche derecha de Barcelona.

El negocio funcionó.

Casi todos los muertos, salvo honrosas excepciones, son adornados con flores y coronas de flores que no aciertan a ver porque ya están lacrados en sus ataúdes pero contentan y tranquilizan los espíritus de los que aquí se quedan porque los sobreviven.

Pero Narciso, y menos Verónica, no aumentaron el reducido grupo de amistades que estaba compuesto por Pau, para él Pablo, y Sinforoso, porque ambos hijos del florista eran caprichosos y livianos, eran dos primaveras alocadas que hablaban voz en alto, que parecía alegres de forma permanente, que vestían con colores llamativos y provocativos, que reían a mandíbula batiente por cualquier menudencia y que se comportaban de forma irreverente y poco considerada con las prácticas mortuorias y religiosas de nuestra sociedad, aspecto que hería los sentimientos de Pau Eterna y Sinforoso Sierra porque no dejaba de ser el trabajo de sus padres y, además, ciertas costumbres y más las relacionadas con personas fallecidas y sus familias merecían, a su juicio, otras formas y otras composturas.
Así que nunca intimaron, más bien al contrario, mantenían ambos bandos posiciones enfrentadas y de forma simple y sencilla se detectaban animadversiones mutuas, por lo que evitaban un exceso de contacto entre ellos.

 (continuará)

jueves, 28 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 4)



Pero lo que tenia que ser una nueva línea de ingresos en el negocio de Buenaventura Eterna al poco tiempo se convirtió en un desastre.
Resultó que muchas familias que acudían a encargar sus lápidas y sus féretros como último cobijo de sus seres queridos se encontraban con una enorme mesa rectangular que día sí y día también presentaba una o varias cabezas de cerdo degolladas o cuando no un cerdo entero medio destripado y despidiendo olores nauseabundos y fétidos, presencia física y aromática que les producía un efecto rechazo inmediato que Buenaventura conoció al escuchar algunos de los comentarios medio en voz alta medio susurrados que dejaban caer sus posibles clientes (qué asco, mi marido no tendrá un ataúd en un lugar en el que hay cerdos, que peste, qué horror, yo no comparto estancia con cerdos, y si se equivocan y en la lápida tallan “A mi querido cerdo”, o “ Al cerdo de mi vida”, o “Cerdito querido, nunca te olvidaré”, o “Al cerdo que acompañó mis días”, Vámonos, otros establecimientos de Pompas Fúnebres encontraremos,…) y que dejaban de ser posibles en aquel mismo instante.

No le quedó otro remedio a Buenaventura Eterna que ajustar cuentas con Delfí Colom y prescindir de sus servicios si no quería que su negocio se arruinase por culpa de los cerdos de compañía y de las reservas y suspicacias de una clientela clásica y poco dada a modernidades y menos a la aceptación de nuevas formas y modos que procedían de mundos más avanzados y abiertos que el nuestro.
Y así fue como el trío de amigos se reconvirtió de nuevo en pareja, ya que León Delfí Cordero se vio en la obligación y necesidad de seguir a sus progenitores en la nueva ubicación que hallaron en el Ensanche barcelonés, algo alejado de la zona de Marina y Sancho de Ávila, lugar de actividades de sus amigos.

Pero Buenaventura Eterna pensó que a rey muerto rey puesto y se asoció con Jacinto Ciprés, que mantenía y explotaba un negocio de floristería que le daba para mal vivir y estaba también deseoso de encontrar nuevas fórmulas para el crecimiento de su negocio.
Su establecimiento y que mantuvo tras asociarse con Buenaventura Eterna se ubicaba en la calle Valencia, muy cerca del Mercado de la Concepción, y sufría del casi monopolio de las flores de la Floristería Valles de Navarra, que como toda la ciudad conocía se hizo millonaria a base de las coronas de muertos que vendía a los familiares del difunto, y luego retiraba del cementerio de la montaña del litoral barcelonés una vez terminada la ceremonia del sepelio para revenderla previo cambio de cintas nominativas del difunto y de las empresas y familiares y amigos que hacían constar sus nombres en las mismas.
Una corona era vendida en varias ocasiones a lo largo de un día, incluso a veces dos días si las flores no marchitaban, por lo que los beneficios se multiplicaban tantas veces como la corona era vendida.
Este negocio de la flores para muertos, aspecto que no contemplaba Jacinto Ciprés en su Floristería pero sí sufría como ya ha sido dicho la situación de liderazgo de Flores del Valle de Navarra, es lo que le animó a escuchar y después cerrar acuerdo con Buenaventura Eterna para abrir una sucursal en el propio establecimiento de lápidas y ataúdes que regentaba su nuevo socio.

(continuará)

miércoles, 27 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 3)

 
Por su parte, Buenaventura Eterna proseguía sorteando las consecutivas crisis que acudían a su negocio con la ampliación de la oferta de sus servicios, como por ejemplo la crisis que se desató por la manía de quemarse a lo bonzo, y que para disimular llamaban incineración, que había calado entre ciertas clases sociales del país, normalmente las más altas por los costes del quemado de cadáveres y que incidían de forma contundente en su negocio de lápidas y ataúdes.

Se le ocurrió, y no fue una buena idea, contratar los servicios de un taxidermista, al detectar que en la sociedad se incrementaba de forma considerable la tenencia de mascotas y animales de compañía.
Pensó que esos animales queridos por algunos como si fuesen hijos auténticos podrían ser disecados por manos expertas a fin de que el animal pudiese seguir presente en los hogares de sus padres adoptivos.

Inicialmente, y sin echar las campanas al vuelo, la iniciativa aportó ciertos rendimientos, a través de algunas mujeres de edad y no precisamente de la clase alta que destinaban parte de sus dineros e incluso dineros de los que no disponían a disecar a sus perros, gatos, canarios, periquitos, hamsters y demás bestias que habían fallecido de viejos o de enfermedades propias del mundo del animal casero y de compañía.

Pero en sus prospecciones de mercado Buenaventura no cayó en la cuenta de que en países avanzados como EE.UU. de América alcanzaba la fama el cerdo como mascota y que muchos hombres y mujeres paseaban por las calles de las grandes urbes americanas con un cerdito amarrado por una correa como si de un perrito se tratase.
Cuando Buenaventura Eterna descubrió esa tendencia pensó que qué bien, ahora su negocio y su taxidermista que se llamaba Delfí Colom (5) gozaban de más oportunidades porque disecarían los animales de compañía habituales y además un nuevo animal, el cerdito de compañía.

Delfí Colom en su día contrajo matrimonio con Paloma Cordero (6), mujer  bonita y amable, y también dócil en honor de su apellido, y tuvieron un hijo al que llamaron León, León Colom Cordero, de edad parecida a Pau Eterna y Sinforoso Sierra.
León engrosó la lista de amigos que así pasaron a convertirse en un trío, aunque León sólo los frecuentaba en ocasiones porque su carácter distaba mucho del de sus nuevos amigos, ya que el suyo era extrovertido y sociable, incluso algo volcánico en ocasiones y divertido en casi todas.
Pero aún así reconocía que admiraba el arte cincelador que estaba adquiriendo Pau y el pensamiento racional y la cabeza bien amueblada de Sinforoso, por lo que no dejaba de compartir momentos con sus amigos que también se lo agradecían aunque sin palabras porque les aportaba el aire fresco y la jovialidad de la que ellos carecían. En algunas ocasiones los comentarios y ocurrencias de León traían consigo risas y una medida justa de jolgorio a los tres amigos, cosa inhabitual y escasa en Pau y Sinforoso.
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(continuará)

martes, 26 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 2)

 
Pau, Pablo para sí mismo, asistía a clases de bachillerato en un Colegio público o concertado que para el caso del nivel de la formación que se impartía era exactamente igual pues el título o condición de la Escuela no mejoraba la pobreza de la educación básica de nuestro país ni antes ni ahora, en donde era el objeto predilecto de las burlas y chascarrillos de sus compañeros, que competían a ver quién de ellos encontraba la idea más picante o el juego de palabras más equívoco, y así lo llamaban “El Mármol”, “El Sepulcro eterno”, o las menos ocurrentes “Paz Eterna” o simplemente “El Lápidas” al igual que era conocido su padre en los comercios y bares de la zona.
En sus horas no lectivas, Pau aprendía bajo el control y maestría de su padre el oficio de cincelador de losas de mármol, alabastro, granito y otros minerales propios de los camposantos.
Y su carácter retraído y triste crecía en su interior y se manifestaba en el exterior por su habla escasa y de pocas palabras.

Pau, Pablo para sí mismo, tenía un buen amigo con el que sintonizaba y se entendía a pesar de las pocas palabras que se dirigían el uno al otro, pero disfrutaban mutuamente de su compañía.
Lo conoció cuando en una época de crisis de la economía la gente, que a veces se empecina en regodearse en la desgracia, decidió morirse menos para seguir quejándose de la crisis y de las adversidades que comporta en las necesidades familiares y domésticas, por lo que su padre decidió ampliar su negocio de lápidas y otros boatos mortuorios asociándose con un carpintero que exhibía cierto arte en la fabricación manual de ataúdes. De esta forma su negocio ofrecía un servicio mucho más completo, ya que además de la lápida del nicho podías en el mismo lugar y momento adquirir el ataúd que mejor convenía al muerto y sobre todo al bolsillo de los que conservaban la vida y del muerto se ocupaban.
El carpintero de féretros atendía al nombre de Pep (3) Sierra y estaba desposado con Inmaculada Fusté (4). Tenían un hijo, de la misma edad que el hijo de Buenaventura Eterna y que con el trato prácticamente diario se convirtieron en amigos íntimos, al que bautizaron como Sinforoso, Sinforoso Sierra Fusté, por razones de las creencias y convicciones políticas del carpintero Pep Sierra, que era falangista, franquista y nacional católico convencido.
Según el santoral Santa Sinforosa se celebra el 18 de julio, y ese mismo día pero de año diferente y como todo el mundo conoce aconteció el denominado Alzamiento Nacional de las tropas franquistas contra la Segunda República Española.

La relación de amistad entre Pau y Sinforoso acudió a su encuentro cuando Pau escuchó que Sinforoso era objeto de burlas a raíz de sus nombres, ya que le reclamaban con apodos como “El sinsierra”, “Sinsierranifusta”, “Sinfósforo”, “Sinforofo” o sencillamente “Sinsi”, “Sinná” y otros apelativos que jugaban con su nombre y apellidos y destacaban las carencias que las sílabas iniciales aportaban a la imaginación infantil y de la adolescencia.
Sinforoso también contrajo y educó una personalidad introvertida y mohína, por lo que encontró la otra cara de su misma moneda en Pau, para él Pablo Eterna.
Esa amistad les permitió a ambos reconfortarse mutuamente y crecer en compañía y no caer en desánimos que seguramente hubiesen acabado por marchitar sus vidas enteras.

(continuará)

lunes, 25 de marzo de 2013

Y vuelta a empezar (Capítulo 1)


Se llamaba Pablo Eterna.
Y quería que así lo llamasen porque así le gustaba, pero no había manera.
Su padre era cercano a Esquerra Republicana de Catalunya (1) y gustaba de llamarlo Pau Eterna (2) porque él y también y por tanto su hijo eran catalanes y que rezase en su documento de identidad Pablo se la traía al pairo porque cuando el niño nació no podía registrarse de otra forma que no fuese como indica el santoral.
Y Pablo, Pau Eterna para su padre y todos sus amigos del colegio y del barrio, sufría a causa de su nombre y de la multitud de ocurrencias y chistes lúgubres que acudían a las mentes de sus compañeros, amigos e incluso de algunos familiares.
Ese martirio que le acompañaba a causa de su nombre de pila y su primer apellido conformó un carácter taciturno y apesadumbrado y fomentó un espíritu decaído, retraído y ceñudo.
Pau, Pablo para sí mismo, era hijo de Buenaventura Eterna, apodado “El Lápidas”, y era huérfano de madre desde bien pequeño, por lo que toda su educación recayó en su padre, que mantenía un negocio funerario de lápidas, cruces, féretros, santos y demás parafernalia propia de los que finalizaron sus días en los ambientes del catolicismo apostólico romano, negocio ubicado en una de las calles próximas a Sancho de Ávila de la ciudad de Barcelona.
Este negociante de lápidas era también de personalidad huraña y de comportamiento hosco, de mirada huidiza y de físico esquivo por rechazar la cercanía. Era un hombre antipático y arisco.
En su descarga hay que decir que mantenía unas formas naturales y asimiladas al quehacer que le proporcionaba el sustento diario para él y su hijo Pau, dado que su negocio exigía lo contrario a los buenos usos y modales del comercio habitual, que saluda con cierta efusión, simpatía y alegría contenida a los clientes que acuden a sus establecimientos, mientras Buenaventura se ve en la obligación de saludar con un Lo siento, un Le acompaño en el sentimiento, o un Me hago cargo de lo difícil de su situación, mientras el resto de comerciantes de cualquier calle de cualquier ciudad del mundo reciben a sus clientes con un Buenos días, Dígame que desea por favor, En qué le podemos atender o inicios similares que demuestran interés por atender y seducir al pasante para una mejor inducción al gasto y a la compra impulsiva o reflexiva o de lo que sea pero compra y gasto en todo caso.
 
(continuará)

martes, 19 de marzo de 2013

Contradicciones.


Me está invadiendo una serenidad lenta y espesa, una serenidad de petróleo viscoso.
Es una sensación extraña. Algo desconocida para mis costumbres.
Destilo deseo de ser embebido por esa sensación, pero impone pensar que si no domina de forma absoluta puede lastimar, lacerar y agrietar.

En otras épocas de mi vida la hubiese rechazado, en mis épocas publicitarias.
Recuerdo que cuando la tranquilidad tomaba asiento en la Agencia a mí se me llevaban los demonios porque concluía que algo no funcionaba, que algo más debíamos hacer para que el bullicio y el desespero, que son familia de la actividad frenética, reinasen de nuevo en los despachos de la Agencia, en Creación y en Cuentas, en Administración y en Medios y en el Estudio y en Dirección.
Cuando la vorágine campaba a sus anchas por los pasillos y las Salas de Reunión, por el Paseo Bimbo y la Avenida Arbora y la Plaza Gas Natural y el Pasaje Vileda y la Sala D’Arcy y la Masius y la Benton y la Sala Bowles sólo existía un deseo, y ese era por favor un poco de paz y tranquilidad para poder trabajar con orden y concierto y que las ideas maduren y florezcan y se degusten para que luego arrasen y penetren en las intenciones y deseos de compra del consumidor. Luego el ansia y la apetencia de calma y armonía.
La contradicción.


Ahora llega la serenidad y la tranquilidad a mi espíritu y es verdad que después de una larga época de excesiva convulsión, y la verdad es que me asusta un poco, susto todavía controlado, pero ¿hasta cuando?
Al igual que en la Agencia mi cabeza se comporta en mí de idéntica forma (¿o tal vez es que mi espíritu se trasladaba a la Agencia como un alter ego?).
Cuando anhelo la paz y el sosiego y estos llegan cogidos de la mano para instalarse en mi morada, la reacción es de alerta rápida, ¿qué pasa, me adoceno, me duermo, me inhibo?
Es entonces cuando la celeridad me domina porque mi mente se asusta ante el pensamiento de que la serenidad es sinónimo de inacción y eso es letargo y anestesia, de la actividad y del sentimiento.
La contradicción.


Pero ahora parece que empiezo a amar la serenidad y la quietud y la moderación que son hermanas. O a detestarlas, a aborrecer a todas esas hermanas y primas.
Es como esos momentos en los que me siento amado y de repente tal vez no quisiera serlo, o cuando yo amo y me paralizo y me pregunto qué es amar y no lo sé y entonces ya no sé si quiero amar o ser amado o ninguna cosa de las dos y quisiera estar solo para buscar luego compañía y dejar de complicarme la vida para de forma inmediata decidir que si no te la complicas es porque no te implicas y entonces para que estás aquí.
La contradicción.

Dicen que para alcanzar la serenidad es preciso meditar y que meditar es concentrase en la propia respiración, en el inhalar y el exhalar, esa respiración que practicamos inconscientemente porque para respirar no hace falta pensar porque es fruto de automatismo. A veces lo intento, pero es en ese momento cuando aparece el fantasma del discernimiento que no tiene práctica si no es con el uso de cierta lejanía y el empleo de opciones ajenas a la concentración exclusiva en la respiración.
El deseo y la aversión.
La contradicción.

Parecen contradicciones, pero no lo son, porque a cada cosa la contrapuesta y, sobre todo, porque ese soy yo.

martes, 5 de marzo de 2013

La Peluquera del Amazonas


(Este cuentos se publica con una autorización especial de la que goza el autor ya que la aprobación de quien facilitó la inspiración es únicamente para esta ocasión y aún así corre el riesgo de que el inspirador nunca más explique ni autorice publicaciones a este escritor ).


En un país lejano de nuestro Mediterráneo pero de habla con la musicalidad propia de los países calurosos y húmedos, como también es el nuestro sobre todo en verano, había una vez una Peluquera en un lugar al que llaman la Selva Amazónica que debía cortarle las puntas del pelo a una preciosa chica de rubia cabellera.

Una mujer muy anciana y de mucha sabiduría y que a veces me explica en mis noches de pensamientos sus historias para que yo las cuente a aquellos que quieran oírlos, me describió a la Peluquera como una persona de sonrisa afable y ojos azules vivarachos, con el pelo teñido de varios colores porque así su cabeza con su pelambrera sintonizaba con los muchos colores de la Selva Amazónica en la que habita, colores como los del maíz y la yuca, del tapir y del jaguar, del plátano y del caimán, y me explicó que la de colorido en sus cabellos tiene un negocio, que es una Peluquería para Mujeres junto al río Negro, que es un afluente del río más caudaloso y más largo del mundo y que es conocido como el Río Amazonas, y me dijo también que la Peluquera es guapa de rostro y gorda de panza y que debajo de su camiseta parecía que llevaba una almohada que se balanceaba a derecha e izquierda al ritmo de los pasos del caminar de sus piernas.
También me explicó que la Peluquera del Amazonas cambiaba repentinamente su voz de tonalidad, ahora melodiosa y acaramelada, ahora atiplada, ahora áspera, después pausada y chillona a veces, metálica en ocasiones, como si la voz quisiese compartir solidaridad por su cambiar con los diferentes colores de su cabello.

La historia que la anciana mujer me explicó dice que esa preciosa rubia de larga cabellera que sólo quería cortarse las puntas de su melena acudió a la peluquería de nuestra Peluquera pero Angela, que así se llamaba la Peluquera, le dijo que había inventado un sistema que además de cortar las puntas debía darle más fuerza a su cabello y que para eso era conveniente e incluso sano tratarlo para dar fuerza y más vida a su cabellera, y para ello debía cortar aquellos pelos que por muchos otros sitios se habían fracturado.

Temerosa y algo preocupada la rubia de la larga cabellera dijo finalmente que sí, que adelante, que aceptaba sus consejos y tratamientos!!!

Angela le explicó que su invento se llamaba “Tirabuzón del Milagro”, aparatejo que todos o casi todos sabemos que son unos rollos de plástico de colores llenos de agujeritos que en la cabeza se los ponen muchas mujeres cuando quieren hacer no se sabe qué con su melena y además parecer marcianas o de otra galaxia y también aprovechan para vestirse esos momentos con la bata de dormir o de levantarse, vaya usted a saber el momento de tamaña barbaridad, batas que suele ser bastante feas incluso hasta en el tono de sus colores, y no gustan de ser vistas ni por sus maridos porque tal vez de la risa se morirían o a los bares de la amazonia se marcharían para no ver a la esposa en marciana convertida.

Antes de empezar con su invento del tirabuzón milagroso Angela le ofreció a la rubia de larga cabellera una infusión fresquita porque en la Selva del Amazonas hace un calor que se pega porque es muy pegajoso.
Y la rubia de la larga cabellera encantada aceptó, y se durmió, profundamente se durmió.

Y cuando despertó, observó horrorizada que la peluquera de la Selva del Amazonas le había rapado todo su cuero cabelludo y que ni uno de los cabellos de su rubia melena adornaba su cabeza.
Pensó que arrancaba en llanto pero decidió que no estaba fea, que incluso mostraba más su belleza, que su sonrisa y su dentadura blanca como las estrellas destacaban luminosas en aquella cabeza monda y ausente de pelaje y que si las cosas así habían acontecido era porque así debían ser.

Y hacia su casa se fue después de agradecer a la Peluquera su tratamiento especial y sin hacer mención a que su deseo era sólo cortarse las puntas de la melena, y fue entonces cuando la Peluquera le dijo con voz almibarada, dulce y meliflua que grandes sorpresas tendría y que a ella y a su Peluquería regresaría.

Pasaron unas cuantas semanas, y la rubia que antes una larga cabellera lucía fue recuperando su cabello que parecía crecía con más rapidez de la habitual, hasta que un día le pareció que su melena ya tenía la misma apariencia que antes del tratamiento de la Peluquera del pelo de colores de la Selva del Amazonas, junto al Río Negro, que es afluente principal del Río Amazonas que es el de más caudal del mundo mundial.

Y entonces pensó, cuando se miraba con dos espejos enfrentados para ver el caer de su melena por la espalda, que ella que era rubia podría en algún momento teñirse morena para variar su imagen y sentir como se sienten las morenas mestizas de la Selva de la amazonia.

Y allí apareció la sorpresa que la Peluquera le vaticinó cuando de ella se despidió, y fue que inmediatamente su melena de color moreno se tiñó.
Se sorprendió, hasta incluso un poco se asustó, pero luego pensó.
Pensó que si sólo había deseado por un instante ser morena es que tal vez ese era el hechizo de la Peluquera.
Entonces pensó que quería ser pelirroja, y de forma instantánea su pelo de color rojo se transformó.
Y así continuó, y ahora decidió que mechas podían adornar su cabellera y así sucedió, y ahora blanco como las nubes y como la nieve fue su pelo, y después verde como el césped fresco de la primavera y más tarde corto como una media melena y al día siguiente rizado como las olas del mar cuando se encabrita y al otro lacio como la cabellera de un corcel y también quiso saber como le caía un flequillo y ahora de nuevo largo como el de una princesa, y todo fue posible y supo en ese momento que esa era la sorpresa de la Peluquera de la Selva del Amazonas y que a ella regresaría.

Y regresó, con su cabellera idéntica a cuando a ella acudió, y le explicó que su encantamiento ya conocía pero que por norma general continuaría con el rubio de su pelo aunque sí utilizaría el embrujo para alguna fiesta o muy especial ocasión.

La Peluquera le dijo, con voz suave, tenue y morosa, que esos poderes que ella tenía no los aplicaba a todas las mujeres que a ella recurrían, sino sólo a aquellas en las que ella adivinaba que eran nobles y puras de corazón, y que la demostración de que no se había equivocado era la manifestación de que seguiría con su color habitual y sólo en ocasiones de excepción usaría el hechizo de su Peluquera de la Selva del Amazonas.

Eso me explicó una de esas noches en que me visita la anciana muy anciana y de extraordinaria sabiduría.

Y aquí termina este cuento,
que la mitad es verdad,
y la otra mitad no es un invento.

lunes, 4 de marzo de 2013

Diccionario de la lengua con alguna copa (o varias de más-2)


Baba

Baba es palabra de resonancias árabes, y de magnífica expresión porque es labial.

Es fácil imaginar un tipo con chilaba y un camello al lado diciendo BaBa, o baabaa, inluso bábá, y también va-va-babá, así que está clara la procedencia de la desértica palabra (del desierto por ser claramente morisca y compuesta sólo por dos letras y repetitivas, como si el alfabeto no tuviese nada más que ofrecer, y por su coherencia, porque en el desierto no hay más que arena y oasis, que también son sólo dos, y tambiénel camello del moro tiene dos jorobas y no más. Bueeeeeeeeeno, vaaaaaaaale, en el desierto hay muchas más cosas, como paz, sosiego, tranquilidad, amor, libertad, luna divina luna, un sol espléndido, calor, frío, recogimiento,… pero para esta historia ahora mismo no me sirven).

Lo de expresión labial no es que sea exclusiva de los morunos, sólo significa que, al pronunciarla, uno adopta posición facial de medio anormal ya que cierra y abre los labios en actitud de cierta insolencia acompañada de la tontería que supone emitir ciertos salivazos al efectuar su pronunciación. 

Aún así es palabra bella al igual que otra labial como papa (muchos pijos
dicen de la misma que papa es de "charnegos", y que debe ser papá, pero es equivocación plena ya que la palabreja papa es de origen francés, exactamente proviene del "papan", por lo que jamás puede ser aguda, que es el término que utilizan los denominados niños bien, no los pijoaparte que es otra sección de la que ya hablaremos en otra ocasión. Yo debo reconocer que digo papá y mamá porque soy de Sarriá y lo de papa y mama me suena a extrarradio y a inmigración, qué le voy a hacer!!!).

Así que, y retomando el origen de esta breve exposición, que no os de ascos la palabra “baba” porque es maravillosa, es fenimenal por labial y permite excelentes tonalidades, que aconsejo practicar (por ejemplo, y aunque esta máquina no me permite ejemplos auditivos o sí pero que yo no sé utilizar, puedo intentar enseñarloos con ortografía avanzada para guiar vuestra pronunciación y entrenamiento): 
- Ba  ba, (misma intensidad en la pronunciación pero con silencio breve entre sílabas).
- Baaa BA, (morosidad y alargamiento en la primera sílaba y contundencia y rigor en la segunda).
- BA baaa, (exactamente al revés que la anterior y con brevedad en la transmisión en ambas porque son idénticas, por si no ha quedado claro).
- BA...BA, (tonalidad intensa en ambas sílabas, con descanso después de la primera y como con cierto enfado al pronunciarlas).
- Baaaaaaa BAA, (laxitud, lentitud, morosidad y morro caído en la primera sílaba y, sin embargo, fuerza y como cabreo en la segunda).


Y así hasta que vuestras cuerdas vocales no permitan más expresiones o los compañeros de audiencia confirmen vuestra memez absoluta y total mientras vosotros babeáis abundantemente y se os pone el labio casi leporino de tanta humedad.

Y como que escribo estas letras por la noche deseo a todos los que practiquen las diferentes  pronunciaciones de “baba” buenas y babeantes noches, ya que es práctica sanísima la de babear sobre una mullida almohada porque garantiza el descanso, aunque en este caso no es necesaria la pronunciación y sólo requiere de cara de gilipollas y la boca un poco entreabierta  y muchas ganas de dormir !!!

Este pequeño curso requiere de una par de babrazos (ver escrito, perdón ESCROTO en este mismo Blog) en nuestros próximos encuentros, y nos llenamos de babas espesas y calentitas, que todavía dan más asquito.