miércoles, 26 de diciembre de 2012

Carta al cielo

 
Ya es Navidad otra vez, mi querida Susan.
Va a hacer cuatro años que te fuiste.
¿Sabes una cosa?
He aprendido mucho en estos cuatro años.

Una amiga que me encantaría hubieses conocido me dice siempre que tú ya estás en otra dimensión porque así yo puedo crecer como ser humano.
Que ese fue tu último gesto de amor conmigo.
Es posible.
Ella es muy espiritual y yo no tanto.
Yo sólo soy sensible y algo melancólico, porque te sigo amando en mi enorme soledad.

Pero sí me parece que algo aprendo. A amar a los demás, a entregarme, a sufrir por su sufrimiento, a velar por sus anhelos, a querer a gente y entre ellos a los míos.

Y ahora que es Navidad  me acuerdo de cuando me acercaba dando vueltas a mi cabeza y tú sólo me mirabas con una sonrisa placentera y que a mí me encantaba porque destilabas amor hacia mí, y yo seguía mareando mis ideas hasta que agitado me recostaba sobre tu seno y tú me mesabas el cabello y me decías te quiero.
Nadie me mesa el cabello ahora.
Y a veces me decías descansa Pacorrín y a mí me gustaba y me recordabas a mi abuela Montse, que era un sargento porque la vida ahí la llevó por la ceguera de mi abuelo Paco y a mí me decía que me quería porque yo era diferente, que una varita mágica me había tocado desde que nací, y su debilidad me gustaba y yo me sentía bien como cuando tú me acariciabas con la ligereza de tus yemas, con tu tacto suave y gracioso.
Y luego se murió, y también papá que caminaba torcido porque su madre que era mi abuela caminaba como con una tabla en la espalda y así el hijo se rebelaba contra la madre y también murió mamá  y también tú y yo casi me muero porque me sentí tan mal que me quería morir pero no me dejaron.

Nunca entendí porque te enamoraste de mí. Tú eras una mujer de bandera y yo ya ves.
A veces me invade el desánimo, pero lo combato, amor.

Ayer  le hice regalos de Papá Noel a K como si fueses tú misma.
Creo que le han gustado y me ha puesto una medalla. Lucho por no desanimarme, cariño, pero cuesta, cuesta mucho algunas veces.
Estamos en épocas para héroes y yo ya no sé ni siquiera si quiero guerrear.
Nunca lo hubiese dicho, pero me canso, me siento cansado.
Si tú estuvieses conmigo aquí jamás me lo permitiría, que vergüenza, pero ahora hay muchos días que me siento fatigado.

Susan, me dicen que no debo decir que estoy solo, sino tranquilo, pues bueno estoy tranquilo y …   un poco solo.

Nadie tiene ni idea de lo que yo te quería. Yo te adoraba!!!
Yo te adoro ahora.

Ordenaré estas ideas ahora desordenadas y te enviaré esta carta bien escrita al cielo, porque te quiero y yo necesito decir lo que el corazón me dice.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Fin del Mundo


Hasta que la sociedad civil no se estructure como alternativa a los políticos, banqueros y grandes capitostes de las grandes empresas, la situación que se inició en 2008 y de la que todavía no se vislumbra el final NO se revertirá.
Los agentes citados son los que manejan los hilos del poder, poder que está en sus manos y que desean conservar a toda costa porque es su “modus vivendi”, ya que la gran mayoría de esta clase gobernante, tanto desde la política como desde el mundo empresarial, carece de la formación mínima aconsejable para dirigir los destinos de un país.

Como dice algún analista, para ello el poder  tacha de antidemocrático a cualquiera que ose discutir o poner en tela de juicio algunos de los denominados principios de nuestra pseudodemocracia, que no democracia, y diría incluso, y tal vez me ajusto más a realidad, de nuestro sistema oligárquico.
Porque el auténtico y real principio que rige nuestra organización político-administrativa es la CORRUPCIÓN en todos los estamentos de la vida pública nacional y autonómica.

El Gobierno anterior negó la crisis y el actual se presentó a las elecciones con una lista de medidas de las que no ha cumplido absolutamente con ninguna.
¿Cómo la sociedad civil puede permitir que sigan gobernando?

Yo procedo del mundo de las Agencias de Publicidad, y desarrollé mi carrera principalmente en una multinacional americana, por lo que ahí forjé mis no muy profundos conocimientos en la dirección de una empresa (dirección de personas, desarrollo de estrategias de comunicación, creatividad, y por supuesto, algo de control presupuestario y obtención de resultados) pero sí suficientes como dirigir el negocio durante una decena de años.
¿Alguien puede imaginar que pasaría con un Director General de una Agencia de Publicidad caso de suceder lo que en breves líneas describo seguidamente?

El esquema del ejemplo atiende al criterio de objetivos y promesas de la D.G. y la realidad final:

- conseguiremos un gros-income (diferencia compras-ventas) de 50.000€ este año = pérdidas de 20.000€ nada más cerrar el primer trimestre, 35.000€ al cierre del ejercicio.
- reduciremos la plantilla y sus costes = antes eran 25 y ahora son 34, y antes la partida de “compensation” era de 30.000€ y ahora es de 74.000€€
- ganaremos cinco nuevos clientes que nos garantizarán los próximos tres años = no se gana ninguno y se pierden tres (dos de ellos de suma importancia para la supervivencia de la Agencia).
- los gastos generales serán reducidos a la mitad = aumentan en un 32%.
- el sueldo del equipo directivo se reducirá en un 15% en tres años = aumenta sólo en el primer año un 12%
- en el ranking de nuestro sector nos posicionaremos entre los “top ten” (ahora somos los 18) = descienden al 24 (por la pérdida de clientes, claro, porque todo se justifica).

Es fácil deducir lo que haría el Consejo de Administración con el Director General, ¿verdad?

Pues en política, las promesas que se lanzan durante el período de campaña no tienen importancia alguna, ya que como todos sabemos el actual Jefe de Gobierno no cumple ni una sola (ahora ya circula por la red la broma de que cuando llegue su cumpleaños será la primera vez que el gallego cumple algo) de esas promesas que fueron su Programa Electoral y gracias a ellas dejó de ser el Jefe de la Oposición para ser el Jefe del Gobierno de la Nación... y ahí sigue, incumpliendo de forma permanente con todo lo que prometió (no subir impuestos, no tocar el IVA, ni las pensiones, ni...).

Se comenta estos días que según la tradición maya el 21 de diciembre, mañana, finaliza el mundo. Creo que realmente no será así, y que los meteoritos que predijeron no descargarán contra nuestro planeta.

Pero tal vez algo sí sabían o intuían los mayas.

Que el mundo actual, tal y como lo tenemos estructurado, tiene las horas contadas.
Y, por tanto, deberá surgir otro mundo, otra organización de la sociedad, otra manera de hacer política, sin corrupción, si engaños, sin mentiras de la clase que detenta el poder político y económico, sin la actual corrupción invadiendo todos los organismos de la vida social, con un poder judicial libre y justo, con un Estado de Derecho auténtico y no la pantomima que ahora rige en este país, con la solidaridad como eje básico de las relaciones humanas, con una sanidad al alcance de cualquier persona, con una enseñanza no basada en la discriminación y en los principios del partido imperante sino en el conocimiento de las ideas para buscar el progreso,…

Para ello, para ese fin del mundo que la civilización maya predijo, se necesita que la sociedad civil asuma todo el protagonismo y empiece su nueva construcción bloqueando, eliminando, superando estos elementos que han distorsionado los objetivos comunes priorizando los suyos particulares y partidistas hasta el extremo de situar nuestra sociedad en la coyuntura actual.

La regeneración de la clase política y empresarial es absolutamente necesaria, y cuando con ello empecemos, sabremos que los mayas tenían razón.

martes, 18 de diciembre de 2012

Ryan Lochte

 
Hay algunos tipos en el mundo que se dedican a meter su cuerpo en un rectángulo lleno de agua y a intentar nadar más deprisa que los otros.
Bracean o hacen algo así para que su cuerpo se desplace en el agua más rápido que el del otro tipo que está en la otra calle que no es una calle si no que es más agua al lado de unas pelotitas azules y blancas que hacen de separación entre los tipos esos que golpean el agua como si con ella se hubiesen enfadado mucho.
Y parece que hacen eso durante horas y horas y días y días y semanas y semanas y meses y meses para que al final les cuelguen una medalla con una cinta en su pecho, y normalmente y al final suelen ser medallas más feas que la puñeta, aunque a ellos y a ellas les encanta porque se emocionan y lloran y besan la medalla no sé si para que se convierta en algo bello o por la lástima que les da el que sea tan fea.
Nunca lo he entendido pero ahora ya sí.
Un tipo de esos que se llama Ryan Lochte y que se peleó con el agua en Estambul en los Campeonatos del Mundo de peleas de brazos en el agua dulce cada vez que sube unos escalones que se llaman podio se cuelga del cuello una medalla, y cuando se baja de esa escalera rara se la quita y se la mira, ¿será por lo fea que es la pobre?, se va a una gente que sentaditos en más escaleras de cemento frío lo miran pelearse con el agua y escoge un niño o una niña y va y le regala su medalla de Campeón del Mundo.
Y yo he entendido por qué este tipo que se llama Ryan Lochte se pelea cada día y cada semana y cada mes con el agua porque he visto lo mismo que él, no en directo pero sí por la televisión: he visto el brillo de los ojos de ese niño o esa niña que se cuelga al cuello la medalla de Ryan Lochte y eso vale un imperio, que diría mi abuelo.
Por el brillo de los ojos de esos niños de medallas de Ryan Lochte yo también sería capaz de estar días y días y semanas y semanas y meses y meses peleándome con mis brazos contra el agua.
Para ver el brillo de los ojos de un niño.
Gracias Ryan por entrenar todos los días.
Sigue haciéndolo durante muchas horas y muchas semanas y  muchos meses y muchos años.

sábado, 8 de diciembre de 2012

El ruido de la nieve al caer.

 
“Quienes sólo saben contar la verdad no merecen ser escuchados” –contestaba el abuelo.
Jonas Jonasson (“El abuelo que saltó por la ventana y se largó”).


Hay copos de nieve que caen como los ángeles, silenciosos y algo ladrones, y otros que suenan como las bombas y con el estruendo del bandido y del disparo y de la muerte.

Los ladrones son los que hacen que la imaginación esté de fiesta y los otros son los que perforan el alma y lastiman como el filo y el óxido del puñal.

Yo jugaba con mis hijos a las alegrías de la ilusión de sus ojos infantiles y la efervescencia desbordante de mi imaginación festiva.
Jugábamos a los copos del silencio y la paz para que robasen los cuentos que éramos capaces de imaginar. Eran los copos ladrones de historias para contarlas en los ríos y en los lagos y mares a donde los irían a explicar.

Jerónimo juntaba las palmas de sus manos como en una copa que acogía su barbilla y sus ojitos bellísimos y vivos y con ese color del castaño de la castaña bailaban con el hielo de los copos y Aleix juntaba el pulgar con el índice con su pegajoso moquito de frío mientras su melena casi de nieve blanca competía con la de nuestro jardín y sus ojos, como los míos, pequeños y que escrutan y que esconden pensamientos inescrutables se quejaban de que cuando se fijaba en un copo ya había llamado nuestra atención y ese ya no podía ser el suyo y seguía con moquitos danzando entre sus deditos.

Yo inventaba a la velocidad de la caída de los copos y su madre cocinaba alejada de la ventana en la que toda su vida decía que debía estar la cocina y que allí no estaba porque de tantas historias que yo le contaba olvidó la del ruido de la nieve al caer, y yo le decía que así estaba mejor porque a veces, muchas y muchas veces, ¡ Mamá, ven, corre, mira ese copo de nieve al caer y el regalo que de las nubes del cielo trae para ti !
Y ella corría y hacía como que trastabillaba y nuestros hijos reían y cuando a la ventana llegaba decían ya cayó el copo que el regalo para ti traía y ya a mamá se le escapó.
Y ella sabía que no era verdad, que el regalo ya lo tenía porque era la dicha de la risa de sus hijos y también la sonrisa mía.


Ellos me decían cómo oían caer la nieve, y nos fijábamos en un copo gordito antes de que cayese, y yo jugaba a adivinar sus pensamientos, y ... ¡¡¡adivinaba muchos!!!, porque eran pequeñitos mis hijos y era fácil de averiguar lo que rondaba sus cabezas y acertaba pensamientos porque me decían que sí, que jo, cómo es que lo sabes, papá, y a lo mejor no era verdad y sólo lo hacían por ese deseo infantil de dar siempre la razón al ser amado y a la imaginación que estalla y explota cuando alguien quiere y es querido.

Caían la copos y cada uno reventaba de ilusión contra otros copos y del de aquí surge oro blanco y del de allí oro amarillo y de éste que cae casi contra el cristal de nuestra ventana surgen angelitos diminutos que vuelan con sus frágiles alitas y del de allí lucecitas de colores y de otro serpentinas de Navidad, y de este surge la compasión y el amor y el cariño y éste hace unas risas que resuenan en toda la montaña y de aquel surge una lágrima que es de alegría porque es dulce y alguna salada también brota de algún copo de nieve porque hay quien no lo pasa bien pero también queríamos su presencia en la fiesta del ruido de la nieve al caer.

Y mirad, hijos, de ese sale un ardillita muy pequeñita que ya corriendo y deprisa sube al árbol que le alimentará con sus frutos y de ese una hormiguita que ya se ha puesto a trabajar y también brota una abeja obrera que ya empieza su trabajo en la fábrica de la miel.

Otros copos revientan antes de llegar a su cuna en nuestro jardín y desprenden esencia de caramelo que es el elixir de la amistad y entre ellos se confunden porque ya nadie nunca jamás los podrá separar.

Aprendían mis hijos que según la mirada sobre los copos de nieve, o según el pensamiento que trabaje en su cabeza, o según la alegría o la tristeza que en su momento habite su alma, o la que ellos deseaban que en ella se aposentase se oyen la caída de los copos de nieve, ladrones y forjadores de historias los unos y otros dañinos de sangre y herida.
Aprendieron mis hijos y con ellos los padres de ellos que es cierto lo que dijo aquel de que las cosas son según el color del cristal con que se miran.

Me presta el nombre de este cuento Juan Gabriel Vásquez que escribió “El ruido de las cosas al caer” y ganó el Premio Alfaguara de Novela 2011 porque sí sabe escribir lo que yo no, y me brota la idea cuando recibo un correo de mi amiga que escucha el ruidito del kinglin kinglin kinglin de los copos al caer en la casa de Alemania donde rastrea libros y música almacenada y distraía un día la vista en un copo de nieve que alguna cosa le diría.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El niño que regaba los arbolitos.

 
Diego riega los arbolitos de la Vía Augusta allí donde coincide con el Paseo de la Bonanova.
Su hermana Arancha lo mira impasible desde las estrellas.
Su mamá Mirta que es del Perú le dice con ese amor que sólo saben irradiar las madres que ya está bien regar los arbolitos pero que debe de hacer pipí antes de salir del colegio.
Y yo interrumpo e irrumpo diciéndole a Diego que que bien riega los arbolitos.
Viajamos juntos unas estaciones en los ferrocarriles.
Mirta me dice que le encantaría oírme contar un cuento a los niños del Orlandai que es donde hacen actividades infantiles.
Arancha sigue en sus estrellas toda ella bonita.
Diego con cara de chavalín vivaracho.
Mirta lleva aparatos en sus dientes para corregir algo que nunca será lo que dice porque dice amor.
Arancha es como un mar de membrillo.
Mirta me dice que los niños me querrán mucho cuando les cuente un cuento.
Yo ya quiero a Arancha y Diego y cuando Mirta me llame les leeré un cuento, como el de el Elefante que de una Mariposa se enamoró que yo quería que fuese el cuento más bonito del mundo porque se lo dediqué a la amiga más amiga y más buena del universo y luego cuando lo editaron en papel también se lo dediqué a ese ángel que cuida de mis días y que tanto y tan alto voló que de la vida se escapó.
También se escapa Arancha porque su cabeza es de mermelada.
Dulce Arancha, cuando tu mamá me lo diga te explicaré mi cuento.

martes, 4 de diciembre de 2012

No sabes cuanto te echo en falta

No sabes cuánto te echo en falta!!!
Podría estar tres horas escribiendo.
Podría estar tres días escribiéndote.
Podría, podría, podría...
El condicional es un tiempo del verbo enfermo y como tal contagia.
No lo utilizaré más.
Puedo, puedo, puedo...
Así, sí!!!
Pienso en ti.
Amor.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Aleteo de amor

 
Hoy hace cuatro años que saliste de casa con una de tus alas que ya no quería volar, pero con la sonrisa y esa paz que siempre te acompañó.

Hoy a las cinco de esta madrugada de diciembre empecé a comprender.

Hace dos días les dije a unos niños que escuchaban en una Librería mi Cuento que cuando el Señor Elefante del África Central estornudó y de su enorme nariz surgieron centenares, miles, millones de hermosas mariposas, entonces comprendió.
Comprendió que todo es posible incluso a veces inevitable aunque nos parezca que no.
Y desde ese entonces decidió enseñar a estornudar a todos los animales de la selva para que aprendiesen aquello que a él le supuso tanta felicidad.
Con tu aleteo aliéntame para que yo comprenda también tu mensaje y aprenda lo que el Elefante ya aprendió.

Se lo recite a la amiga a la que el cuento dediqué y hoy te lo recito a ti, mi amor:
Cuando aparece
la mariposa,
aleteo de amor.