domingo, 30 de septiembre de 2012

Pájaros cantores


Hace unas semanas se debatía en el Parlament de Catalunya un Proyecto de Ley para la protección de los Pájaros Cantores (Ocells Cantaires).
Al parecer el país y su clase política deben padecer horribles preocupaciones y pesadillas por el canto de los pájaros catalanes al debatir sobre esos piares en asamblea pero no acierto a saber si por el idioma de su trino o por la independencia de sus gorgoritos o bien por los efectos en sus cuerdas vocales de esta crisis de carestía.
El emigrar de otoño de esa tonada resuena hoy en mi cabeza y tarareo que el hijoputado de la ponencia de las baladas de los pajaritos debe estar feliz porque cree que le quedó una exposición bella y asilvestrada y tal vez por ello esos trinos serán sus tronos y aunque al final se hizo un lío con el canturreo que más da porque los pájaros no entienden de política ni siquiera de su gorjeo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Manada de búfalos y dos mendigos.

 
Primero apagué la luz, segundo cerré los ojos y después mi cabeza se llenó de búfalos.

Ahora tocaba dormir y antes leía “El lagarto astronauta” de Kenneth Cook y me disculpaba del Andy protagonista del cuento “Los cazadores de búfalos” por dejar la lectura y él me sonreía cautivadoramente con su cara de tortuga lenta mientras mi cabeza se llenaba de los búfalos que el cazaría para regalárselos a los tres aborígenes que se llamaban Bill, Bill y Bill.

Una vez me hube dormido se oyó un ruido enorme y se me cayó el cielo encima de la cabeza y pensé que era la manada de búfalos de Andy que trotaba en mi cama pero era el cielo que había adquirido forma de estantería repleta de libros pendientes de leer y que caían sobre mi cabeza.
Eran las 06:30 h. y algunos libros de Haruki Murakami, Volpi, Manuel Puig, Carson MacCullers, Trapiello, Philip K. Dick,… decidieron entrar todos de golpe en mi cabeza sin esperar a que yo empezase su lectura.
No consiguieron más que darme un susto monumental y matar el sueño en el que yo era un campesino inexperto y otro campesino sin identificar me enseñaba a utilizar los aparejos de la labranza y el cielo transmutado en estantería con libros aplastaba las gafas de concha con las que acostumbro a ver y a que me vean todos lo días.

Por ello tuve que cambiar mis planes y nada más levantarme me dirigí a la óptica para arreglar mis gafas y así volver a ser visto como siempre y yo volver a ver a los demás también como siempre.

Y lo que ví camino de la óptica fue sorprendente.
 Ví apostados a la entrada de un supermercado de un barrio popular de mi ciudad a un mendigo viejo y en un estado bastante lamentable y a una mendiga de no demasiada edad que en actitud displicente y somnolienta esperaban que los transeúntes les dejasen las monedas de la caridad  en los cuencos que situaban entre sus piernas.
De pronto el mendigo decidió dar por terminada su jornada laboral a pesar de no ser más de las 11 h. de la mañana y al levantarse se acercó a la indigente y sin pronunciar palabra depositó la mitad de su recolecta en el cuenco de la mujer que a su vez se lo agradeció con un lacónico Gracias, Santi.

Yo me quedé sin cruzar el paso de peatones que me había detenido en mi camino porque ya sin búfalos ni libros sin leer en mi cabeza ésta pensó que el tierno gesto de Santi había sido de una dulzura maravillosa.
Un mendigo maloliente y abandonado de sí mismo partía su cosecha con su compañera de asfalto gris y sucio y se marchaba tranquilamente con el mismo gesto y expresión con la que compartía acera y clientes de limosna.

Pensé que hasta en la más recóndita suciedad nace la belleza y se puede elevar un fantástico canto de amor. Me hubiese gustado ver la mirada cruzada de ambos pero estaba sin gafas.

Mi escasa visión favorecía el pensamiento y pensé si alguien puede imaginarse a un rico repartiendo un cachito de su riqueza con otro rico.

Y pensé que ni siquiera un necio podría imaginarse un acontecimiento así. 
Pensé que lo que sí podía hacer yo que tampoco creía que alguien hiciese lo que hizo Santi es compartir este asunto con aquellos que me quieran leer y así conocer si el lector pertenece a los necios, a los pobres que su limosna reparten, a los ricos que nada comparten o si por un casual es uno entre millones de los que sí podrían imaginar que un rico compartiese algo con otro rico.

Y pensé que si el lector es de este último grupo deberíamos entre todos identificarlo para erigirlo en el salvador de esta cínica y miserable sociedad que sí compartimos los necios y los pobres y los ricos porque de las buenas ideas aunque sólo sean imaginadas puede brotar la bondad.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Colección de miradas.


Hay habitaciones en mi casa que están llenas de libros que compro para leer cuando me apetezca y que a veces es nunca pero necesito tener ese libro para que antes de empezar su lectura pasee unos días conmigo hasta que se acostumbre a mi olor y a mi tacto y a las yemas de mis dedos y a mi manera de abrir las páginas y yo a sus texturas y a la distribución de sus capítulos y a la tipografía de sus páginas y a su olor a tinta de imprenta y a papel y además le doy a elegir el punto de libro que más le guste para que se sienta cómodo y a gusto con ese señalador de su intimidad.
Pero esa es otra historia.

Hay paredes llenas de pintura naïff de pintores españoles que adquirí cuando había dinero y ahora no compro porque hay crisis y antes me sabía los nombres de los autores y ahora muchos de ellos los he olvidado así como su historia pero los cuadros siguen en las paredes porque en el Museo de Jaén parece que no saben cuidarlos y el de Segovia está en construcción.

Había antes porque ahora están guardados en unas cajas muchos hipopótamos de piedra y de madera y de hierro y de cristal y de vidrio y de otros materiales porque lo que empezó como un juego con mi mujer se convirtió en una pasión y obsesión y todos los hipopótamos que veíamos los comprábamos y ahí en el estante de la librería convivían todos y antes me los miraba y después ya no pero hay seguían hasta que emigraron a cajas de cartón.

Y hay otras cosas pero ahora ya no me acuerdo y además me da pereza explicarlo ahora, antes no sé y después tampoco creo que me den ganas de explicarlo ni que me apetezca.

Siempre digo y me digo que no soy un coleccionista pero parece que la realidad es otra. Siempre digo que no tengo afán consumista pero no debe de ser cierto porque encima hago muchas conservas y yo no me las como porque no me gustan pero necesito hacerlas y a veces me da rabia hasta regalarlas porque si las regalo ya no están en casa y entonces las echo en falta sólo por el hecho de que ya no están en casa.

Ahora tengo una amiga que no tenía antes que como es despistada y algo deshilachada no colecciona nada y también porque opina que no hay que acumular porque eso exige de esclavitudes que evitan que disfrutes de otras cosas de la vida que producen mayor placer que la autocomplacencia del coleccionista.
Igual tiene razón pero darle siempre la razón como que molesta un poco y además crea contradicción porque entonces sería coleccionista de aquiescencias y estaríamos en lo mismo que ella dice cuando dice que hay que evitar esos apegos incontrolados.

Pero parece que he encontrado una solución: voy a coleccionar miradas.
Buscaré miradas para empezar otra forma de colección y como que tal vez sólo yo pueda verla ni mi amiga de ahora ni nadie de antes podrá decirme que ya está bien de acumular y de generar tantos apegos.

Puede llegar a ser una colección muy grande porque ahora que lo pienso hay miles y miles de miradas, ya que sin pensarlo mucho se me ocurre que hay miradas de carácter que son miradas atávicas como las miradas francas, las de soslayo, miradas profundas o penetrantes como las del filósofo, inocentes como las de los púberes, tristes como las del desamparo, hay miradas sólidas y miradas líquidas, ceñudas, torvas, miradas esperanzadoras y miradas cansadas, viciosas, sibilinas, miradas ausentes, miradas nerviosas y otras muchas que describen la personalidad del que posee esa mirada.

También hay miradas étnicas, de gentilicio, miradas que te indican la procedencia de la persona como la mirada esquimal a la que sólo le falta mostrar un pez o una foca en vez de pupila, la mirada gitana que es de plata y en algunos no de ley si no de la que caga la gata, miradas orientales que son rasgadas y muchas veces con sombrilla de pestañas diminutas, miradas del norte que no son albinas pero casi, miradas del negro de la costa sudamericana que son de antiguo esclavo,…
Miradas de sentimiento, como la mirada del amor, la mirada del amante, la del desamor, la desdeñosa, la del rencor, la del agradecimiento, miradas asustadizas, miradas embelesadas, miradas hechizadas que son de mirar doble porque hechizan y están hechizadas, miradas medrosas y otras meandrosas, timoratas, recelosas, y también miradas que expresan y desprenden y son de odio.
Las específicas, las singulares, son las de situaciones especiales como las expectantes, las de indignación, las miradas ansiosas, las sensuales, la mirada de terror y la desafiante y la mirada vengativa, la inquisitiva, la suplicante,…

Y también hay una subespecie de miradas que son las de humanos que copian las de los animales como la mirada bovina, la mirada de cordero degollado, la mirada perruna, la felina,… que por su especificidad merecen ser acopiadas en subgrupo.

Y de todas las miradas serán las primeras de mi colección y permanecerán y se incrustarán en mis pupilas una mirada del recuerdo y dos miradas que rondan mis obsesiones cuando por las noches cierro los ojos y clausuro mi mirada.

La mirada del recuerdo es agonizante.
Es la mirada que se apaga.
Es la mirada que ya empezó otro camino.
Es la mirada extraviada. Dispersa. Tranquila. Sosegada. Bondadosa. Es la mirada entregada.
Es la mirada del silencio que sobrecoge.
Es la mirada del que sabe que va a morir.
Es la mirada del instinto.
Es la mirada plácida y serena de aquella que amó y que decidió compartir el amor con su mirada puesta en los otros.
Es la mirada de la sonrisa placentera y benigna.
Es la mirada del ángel que ya desplegó las alas para impulsar otros vuelos.
Es la mirada de la tórtola del manzano de la casa en la montaña y del agua fría del río y del lago que anima la sangre de aquellos que luchan y que necesitan de las miradas.

Las miradas de los sin tierra y sin futuro y sin nada más que el rondar de la muerte, la mirada del niño desamparado, del desterrado, del que pasa hambre y sed y frío y calor y sufre moscas en los ojos húmedos del llanto seco, y la mirada de la Mujer que es la de todos los sentimientos y pasiones porque es la poseedora de todos los secretos y sus miradas escrutan y descubren los tuyos, esas miradas las descubriré con el paso de los días y las noches y las estaciones y los años y las nuevas vidas ocultas de mi alma que necesita entregar legados heredados de la mirada del ángel que compartió su mirada con mis ojos ciegos.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Doy fe del coraje


Dedicado a mi brava amiga M.V.

Diecinueve de septiembre de 2012
Llueve en Barcelona y el bochorno es insoportable.
Toda Barcelona grita independencia y suda.
Las calles de L’Hospitalet evaporan asfalto y el sudor y el calor sofoca.

Una amiga me ha convocado para compartir un acontecimiento de su vida y me lo explica delante de un plato de jamón serrano acompañado de pan con tomate y cerveza.

Me dice que desde RR.HH. de su Organización la convocaron la mañana anterior para proponerle la exigencia (¿la exigencia se propone o se impone?) de prejubilarse a fin de este mes.
Le ofrecen unas buenas condiciones si las contemplas frente a las presuntas malas condiciones de no aceptar la propuesta.
Acepta.
Firma la propuesta.
A fin de mes estará prejubilada. Jubilada.
En realidad, dice, ya lo está ahora. Lo está. Pienso.
No brindamos. Hablamos. Comentamos.
Aún no han pasado veinticuatro horas desde que se tragó la noticia.
El maltrago aún está en la boca de su estómago.
Por la noche de ayer empezó a masticarlo y conmigo empieza con la digestión.

No desea jubilarse. Le gusta su trabajo. No tiene Clientes, tiene amigos, me dice. Es asesora personal, le digo. Asiente.
Se siente orgullosa por todos los años trabajados. Se siente útil. Para mí, imprescindible, le confieso. Lo sabe y no se enorgullece. Sí lo hace de su empresa, de lo que ofrece a la sociedad su empresa, de su trabajo en la empresa. Siente que puede seguir ofreciendo, que tiene fuerza, conocimientos, habilidades, constancia, entrega. El país necesita de gente productiva, me comenta. Ella lo es y puede seguir así, pero no la dejan.
Su conciencia social es enorme: dice que no puede entender seguir retribuida y empezar a detener su producción. Dice que yo la entiendo porque soy de su generación. Demasiado generosa. Es verdad que somos de la misma generación pero la generosidad es suya, no de nuestra generación ni mía. Es de ella. Admirable.

Duda si sabrá encontrar otros caminos para colaborar y entregar a la sociedad a la que pertenece. Voy a decirle que no debe tener ninguna duda, que encontrará múltiples caminos para su desarrollo y su colaboración con el prójimo. Voy a decirle lo que se dice sin sentir mucho a cualquier iniciante en la jubilación. Dudo en decirlo porque no sé si ayudo o desayudo.
No tengo opción de decir nada porque me derrota otra vez. Ayer por la tarde se apuntó a un proyecto social de investigación del alzheimer como huérfana de madre con la enfermedad. Horas después de la firma del maltrago ya ha iniciado una nueva actividad de ayuda al otro.
¡Y yo a punto de decir lo que apunta todo el mundo!
Por una vez no se me abrió la boca antes de tiempo. Tal vez estaba llena de jamón y pan con tomate.

Escribo esta breve historia porque me ha hecho pensar.
Me ha hecho pensar en todos los ni-ni de nuestra sociedad que inundan las noticias sociales de la prensa estos días, en los que no encuentran su camino en esta compleja selva social, en los que no saben qué hacer con su vida, en los narcisistas, en los ególatras, en los inadaptados,… en todos los que carecen de coraje.
Yo doy fe del coraje! Yo tengo la suerte de tener una amiga con coraje!

Me gustaría presentarla a todo ese ejército de somnolientos y alienados porque esa mujer es el coraje y la fuerza de un alma noble.
Y creo que sobran las palabras de halago porque a ella no le gustan como no les gusta a todas las mujeres con coraje.

Una mujer que era poeta sabía expresar sabiamente este sentimiento que yo me he bientragado acompañado de jamón con pan con tomate, Gloria Fuertes, que se refería a estas mujeres con coraje como mujeres de pelo en pecho.

Amiga, tú eres la mujer de Gloria y esa a lo que yo admiro,
Mujer de pelo en pecho!!!

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cincuenta y nueve años.


 ¡ Buenos días, Chicho !

¡¡¡ F E L I C I D A D E S !!!

Antes de nada un beso, un beso talla cincuentaynueve.

Y ahora este regalito para ti.
Sí, ya sé que me dijiste que no querías nada, que no gastase, que no están los tiempos como para eso, y que yo te dije que sí, que de acuerdo, que no te regalaría nada… pero… ¡ya sabías que sí lo haría, así que… para ti!

Es una bandeja de plata que guardé cuando entre los hermanos nos repartimos las cosas de mamá en otoño de 2009 repleta hasta desbordar de pétalos de rosa de color blancos que cobijan en su lecho una rosa roja.
Es bonito, ¿verdad?

Se me ocurrieron varias cosas cuando decidí que este sería tu regalo por los cincuentaynueve.
Recordé que cuando tus rosas de Enveitg se mustian guardas en cuencos de colores y bandejas de cerámica todos sus pétalos porque regalan el olor de su fragancia y alegran la estancia de la mesa rectangular de nuestras comidas y el trillo frente a la chimenea.
Yo me imaginé como una rosa roja como un volcán que te necesita porque siempre eres los pétalos blancos del cálido reposo. Repensé que tus colores son el rojo que mancha tu piel y tu cabellera y el verde con máculas como engaños del iris tus ojos.
Escogí la bandeja de mamá porque amas la plata más que el oro que se te hace ostentoso y porque tú y ella sois las mujeres de mi vida.
Y el verde, ¿dónde está el verde?
¡ Es una S O R P R E S A !
Mira en el interior de la rosa roja, en el cáliz: hay una esmeralda verdemar en nido de plata para ti. Como una mota para tu escote salpicado de pecas  rojas. Como un naufrago a la deriva que golpea constante las cercanías de tu corazón.

No dices nada. No sabes dónde mirar. No sabes qué hacer con la mueca de tus labios. Tu respiración pausada se acelera en tu pecho. Oigo tu respiración. Me embelesa. Sigue así, por favor, sigue así. No digas nada. Yo también me quedaré en silencio. Mírame. No puedo estarme quieto. Necesito mover las manos y frotarlas con mis piernas que se mueven y no saben detenerse. Regálame una sonrisa. Regálame una mirada tímida y furtiva. Una mirada nerviosa. La mirada que obliga al diente a morder el labio. Sólo un instante. Otra vez, Chicho, mírame otra vez. No, no extiendas los brazos. Cierra los dedos, no los dobles, reposa las palmas en la sábana blanca y mírame otra vez. Quiero ver los meñiques. Quiero admirar y perder el pensamiento un instante en sus movimientos lentos. Luego los acunaré en la palma de mi mano, ahora sólo contemplarlos.
Ahora creo que me mareo.
Las muecas de tus labios y la respiración de tu pecho y tu sonrisa y tu forma de mirarme…

Tus ojos lo dicen todo, mi amor.

La bandeja de plata con pétalos de rosa blanca y una rosa roja con el corazón verdemar duerme sobre la sábana blanca hoyada por los cuerpos que se enlazaron y se enamoraron de las campanadas de tus cincuentaynueve.

Tus ojos, Chicho, tus ojos verdes.
Verdes sobre fondo rojo.
Mírame con tu mirada líquida, Susan.
Tu mirada.
Tu mirada eres tú.
Tu mirada soy yo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Riánsares de Tarancón.


 Tarancón. 10 de septiembre de 2012.
Castilla La Mancha. Meseta. Planicie. Amaneceres silenciosos y pesados con zumbar de moscas y acompañamiento del ronroneo del eco del jolgorio.
Noches de fiestas populares y procesiones para venerar a la engalanada Virgen de Riánsares, regalo de Gregorio El Grande al Rey visigodo.
Susana taranconera.
Desfile de carrozas y pachangas que rompen el silencio del atardecer con las peñas y sus jóvenes encharcados de alcohol y bullicio y camaradería. Susana ensimismada.
Paradas de lugareños y gitanos y africanos subsaharianos y peruanos y ecuatorianos con pantalones y camisas y jerseys y bolsos y juguetes y pajaritas de payaso eléctricas con luces de colores que parpadean y puestos de pinchos morunos y patumaca y papas fritas y pimientos asados y aceitunas de Campo Real y…
Susana que ñam ñam.
Caballitos y autos de choque para chicos y chicas y tiros con balín y con tapón de corcho y trenecitos con brujas de escoba en la mano y camas elásticas para saltos y globos para el niño y la niña y tómbolas y gente de color con pistolitas y cañoncitos y pulseritas de tela y más pulseritas con el nombre que te lo grabo en un periquete y…
Susana asustada pero me quiero montar otra vez con papá.
Chicas de la mano de chicos y señoras engalanadas algunas del brazo de hombres y las otras como siempre pero también del brazo de sus hombres y un moro en camiseta que enseña sus pectorales de horas de gimnasio y otros nacionales que quieren enseñar pero no saben qué y ellas que esconden su gordura y enseñan sus gracias y galas y las delgaditas se contornean para más gloria de mi madre que así me parió y niños que chillan y lloran y berrean y alguno que mira que te suelto una hostia sino te callas ya y…
Susana desorientada por la algarada.
Susana excitada por el vocerío.
Susana achispada por el bullicio.
Barras de bares con olor a sudor de mozos apretujados a por el morteruelo y los calamares y los torreznos y los mejillones y las rabas y las olivas y… mojado con vino y cañas y anises y cubatas y güisqui y… mozas con mosto míralas ellas que alcohol no quiero eso para ellos.
Y todos con las chaquetas de las peñas y sus colores propios y sus nombres propios y todo propio menos el colorete de los carrillos y la garganta ronca y el equilibrio menesteroso y que es de todos.
Susana sorprendida y pasmada y fascinada.
Y los mayores que se retiran que estoy cansado de chillar para que me oigas y que me empujan coño y que peligramos aquí mujer que esto es para los jóvenes y los niños que bostezan y muchos lloriquean y se restriegan los ojos y vámonos ya que se le pasa la hora y después no hay quien la duerma y no serás tú que ya dormirás la tajada y será la menda.
Susana baldada.

Y la pólvora que es escasa este año porque el Consistorio ni una pela tiene y para eso mujer mejor que la quiten la pólvora.

Susana plácida. Relajada. Distendida. Abandonada.
Susana duerme con dos ojitos entreabiertos que no se cierran por el alboroto y la jarana y el jaleo y las muchas emociones, y sus deditos y manitas se sobresaltan en movimientos incontrolados del nervio de su cuerpecito y su boquita dibuja la sonrisa de la niñita extasiada con chispas de color y alegría y besitos de papá y mamá y del abu y de la abuela y del avi que tiene pipí porque la cerveza da pipí cada poco ratito.

Y entre las chispas de su sueño que avanza en la noche y en la calma y la dulzura a Susana Pequeña la visita con una lenta y cálida caricia Susana Grande que paseó por el Recinto Ferial de Tarancón y se fascinó con la misma bulla y el mismo alboroto y las mismas papas fritas y las olivas de Campo Real que ahora la niña taranconera.
Y Susana Pequeña dibuja una sonrisa que de tan tierna le estremece los párpados que los labios de la abuelita cerraron al cosquillear su nariz con la perla negra que adorna el escote de Susana Grande.

Duerme, taranconera.

Movimientos en clave de luna


Agosto se trasladó todo enterito con el movimiento de la luna.
De nocturnos de salpicón de chispas tachonadas sobre un lapislázuli de petróleo espeso al azul turquesa de brisa ingrávida y satén sereno y redonda herida efervescente de plata silenciosa.

Se mece la luna en esos y otros azules del manto celeste del mes de agosto desde la nada y hasta la plenitud con despaciosidad y armonía. Las lunas bailan ágiles pero esta del mes de agosto compartió con cadencia el lento naufragio de mi melancolía.

Calor de crepúsculos de luciérnagas y sin el olor de la hierba húmeda y sigilo de gatos que maúllan su celo de verano entre las espinas del moral.
A la sucesión del ajetreo de la huerta y de la casa le sucede el reposo pegajoso de la carcoma del desánimo.

La luna noctámbula recogida convida a una estrella desde su jaima nómada de cielos de este a oeste a compartir té de menta y hierbabuena de la rocalla de ortigas incendiadas por la luciérnaga mientras perros de sudor desesperado aúllan a lechuzas que escrutan lentos roedores sofocados.

Comparto noches de té verde azucarado y de pensamientos deshilvanados que llegan con la brisa del nordeste y los ecos del calor diurno con una chispa de destellos plateados que reta con sigilo a la luna para preservar entre nosotros confidencias de cuchicheo antes del relente de la madrugada.

Danza la estrella en sus reflexiones de camaradería al son del trueno lejano que sólo anuncia sequías de aguas hijas de la quietud del viento y esclavas del sol de la altitud y su despaciosa ráfaga de luz me alcanza con la celeridad del impacto que acorta los tiempos en una relación intensa y concentrada.

Agosto avanza con los movimientos de la luna y de los colores grises y azulados y verdes y blancos y morados y los rojos cobrizos que luce la paloma torcaz al ritmo de las alas de la vehemencia de las confidencias y confesiones de la amistad alumbrada sin tiempo para el granado.

Agosto emigró todo enterito con el movimiento de la luna bailona y su manto de resplandor de las candelas de luz que anuncia el ojo de la lechuza que con sus alas cuida de las interminables ráfagas de luz que moran en mi estrella y disipan anegamientos de nostalgia y añoranza.

La última jornada de agosto consumó el movimiento de la luna a las 15:58 de ese día nonato y mecido por el viento. Y la noche también fue ventosa.
El ulular del viento derramó en silencio el fruto del manzano.
Ese viento transportará otros meses la intensidad de la amistad en clave de luna.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Nueva Salida de Tono o Cambio de Registro (5)


“Por amor a la verdad”.
Este era el lema –episcopal- del cardenal Carlo María Martini, fallecido el pasado 31 de agosto en Milán a los 85años de edad.
Han pasado ya siete días y llevo siete días pensando si escribo esta pequeña Salida de Tono (dije cuando empecé con este Blog que dedicaría mis esfuerzos a escribir narración breve y no escribiría sobre política, religión, economía o sociedad, y en cierta medida he cumplido porque después de los 8 primeros meses del año llevo tan sólo 5 incursiones de este tipo según reza el título de esta Entrada) y he decidido que sí, que la escribo porque hay oportunidades y acontecimientos que no se pueden dejar pasar así como así.
Dudaba en escribir sobre Martini porque los asuntos relativos a organizaciones que presumen de religión cuando deberían –caso de querer presumir- hacerlo de otras cosas me producen una cierta nausea moral y ética.
Me han animado también articulistas leídos en el transcurso de estos días y que decían cosas como “El jesuita de debió ser Papa” o “El Papa que se perdió la Iglesia” o títulos de esta índole.

“200 años por detrás”.
El “Corriere Della Sera” de Milán publicaba inmediatamente después de la muerte de Martini su testamento religioso en donde se recogen las principales ideas reformistas que deseaba que la Iglesia adoptase para que le jerarquía eclesiástica y la propia Iglesia conectase con los actuales tiempos y con sus fieles.
Tal vez hubiese estado más  acertado “200 años O MÁS por detrás”.

Martini mantenía que el preservativo puede constituir el mal menor frente al SIDA, defendía que la legislación sobre el aborto contribuyese a disminuir las intervenciones clandestinas con sus peligros inherentes, afirmaba que la concepción artificial debía ser tratada por la Iglesia de forma diferente a la actual prohibición que surgió de la publicación de una Encíclica, mantenía que la Iglesia ha envejecido y muestra signos evidentes de cansancio, verificaba que la burocracia eclesial aumenta, que las vestimentas y ritos de sus oficiantes son pomposos, que las Iglesias católicas están al igual que los seminarios vacías, abrió el debate en las jerarquías vaticanas sobre el derecho a morir con dignidad (él mismo rechazó que los médicos prolongasen su vida), sugería que la Iglesia tuviese una actitud más generosa con los divorciados, y proponía la petición de perdón a las mujeres por el trato de la Iglesia y las veía en el menor de los casos como diáconas.
Su talante era tal que mantenía amistad con homosexuales y cuestionaba el celibato sacerdotal.

Ni quería ni quiero debatir sobre estos temas ajenos a la literatura –que amo y quisiera practicar con virtudes que no me han sido concedidas- pero tampoco puedo olvidar alguna raíz como mi formación de infancia, juventud y adolescencia en los jesuitas.
Pienso, no sé si fruto de mi educación o de la experiencia que acumulas con el sumar años, que hay oportunidades que no se pueden dejar pasar porque hay trenes que nunca más paran en esa estación, y Martini podía haber sido esa oportunidad para que la Iglesia Católica recupere algo del mensaje de su profeta que decía ama al prójimo como a ti mismo, precepto olvidado por la curia vaticana que está mucho más preocupada por ocultar eliminaciones conflictivas de sus líderes -léase Juan Pablo I, que no quiso ser la comparsa de la transición que se supuso sería en su nombramiento- o por el control de las opacas finanzas vaticanas o en echar tierra y no reconocer con todas sus consecuencias actuaciones de pedófilas y otros terribles comportamientos sexuales de sus ministros, incluso de fundadores de organizaciones de la importancia actual de los “Legionarios de Cristo”. Y sin olvidar al tétrico, oscuro y poderoso “Opus Dei” (¡qué se puede suponer de una organización que prohibe o recomienda encarecidamente a sus miembros no responder ante preguntas sobre su pertenencia a ese grupo!).
Estoy con el Cardenal Carlo Maria Martini cuando afirmaba que si Jesús regresara lucharía contra los actuales responsables de la Iglesia.

Cardenal, tú Iglesia nunca me interesó más que para desarrollar mi espíritu crítico racionalista aunque su impulsor y creador no deja de interesarme por su mensaje de amor y solidaridad con nuestros semejantes y sobre todo con los más desfavorecidos, pero sobre todo  tú si me interesaste por tu amor a la verdad.
Descansa en paz, Martini.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Una niña, una bruja y una narizgrifo.


 Había una vez un divertido y curioso animalito del bosque que fue capturado por una niña que era la hija de la bruja del pueblo y esta bruja brujona, que era muy fea porque tenía una verruga en la punta de su nariz y la coronaba un gran pelo en la punta de la verruga y daba risas a todas las niñas del pueblo, después de investigar en sus ancestrales libros concluyó que ese animal jamás padecía de constipados y por sus conocimientos de la medicina sabía que cuando alguien padecía por primera vez una enfermedad la virulencia de la misma es mucho más grande que cuando ya las has padecido en otras ocasiones porque el propio microbio de la enfermedad actúa como antídoto en las siguientes ocasiones, por lo que decidió constipar al animalito para así convertir su nariz en una “narizgrifo” con su manecilla para abrirlo y cerrarlo y todo, y que cuando ella lo abriese manasen otras sustancias diferentes del agua del resfriado como ahora el oro y como después el mercurio y más tarde el platino y después... y así hacerse muyricamuyricamuyrica.

El animalito al que todavía no hemos descubierto, era…

Era un mamífero originario del continente de Palombia con forma de mono y orejas largas y dobladas hacia delante por su mitad y cara redondeada y alegre cuando es feliz pero terrible y amenazante cuando se disgusta. Las dos vocales de ojos los hacen redondos y negros y rotundos y parecen liderados por la jota que conforma una nariz también negra y con forma de morcilla burgalesa y que es fronteriza con una media luna que es un punto ante la sorpresa o admiración y que es la boca.
Pero lo más importante de nuestro pseudomono es su cola larga larguísima como más de diez veces su cuerpo y fuerte, flexible y prensil como ningún animal posee.
La cola es su principal herramienta ya que es válida para infinidad de actividades tanto de la vida diaria como para actuar de arma ofensiva y defensiva frente a los peligros naturales y sus adversarios animales.
El color de la piel es el del oro y está manchada con rectángulos de color negro no abigarrados sino magníficamente dispuestos por todo su cuerpo.
Su grito es característico en todas las selvas australes ya que suena como “Huba” en los machos y “Hubi” en las hembras.

Nuestro animalito era un… ¡¡¡ MARSUPILAMI !!!

Decíamos que la hija de la fea bruja brujona capturó al marsupilami porque quedó fascinada por su cola y sus habilidades en el uso de la misma y quería empezar a jugar y nunca acabar con él pero lloró desconsoladamente cuando su madre bruja brujona empezó sus hechizos para que el pobre animal ahora cautivo en una jaula de hierro se constipase –hemos de recordar que los marsupilamis no se constipan nunca- y así aplicar el segundo hechizo que convertiría la morcillosa nariz negra en un grifo del que surgirían los líquidos que son después joyas y que la harían ricamuyricaymásrica y guapaguapísimaguapaguapadeverdad porque estaba convencida que cuando una es muyrica apareces como guapísima a los ojos de todos los mortales que encima olvidan su verruga y el pelo de la punta de la nariz.

Pero la hija de la bruja brujona porfió para intentar convencer a su madre de que abandonase los intentos de aplicar hechizos al marsupilami y que se esforzarse en amistar con el animal ya que fruto de esa buena relación nacería una estrecha colaboración que consistiría en mostrar a todos los que quisieran las habilidades y utilidades que con su larguísima cola realizaba y para ello no necesitarían ni siquiera cobrar entrada ya que la generosidad de los donativos de los visitantes se vería aumentada por el espectáculo que sería capaz de ofrecer el marsupilami y su maravillosa cola.

Pero no sabemos hoy en día, a pesar de que esta historia aconteció en 1952, si la niña fue capaz de convencer a su madre bruja brujona y fea feísima y con una verruga y un pelo en la punta de su nariz para que no prosiguiese con sus hechizos con el marsupilami, porque una de las típicas tormenta tropicales asoló las tierras australes y no permitió el viaje a esas tierras de los observadores mundiales, y desconocemos también si la niña feliz y de alma sencilla y sensible y bonita convenció a la bruja madre de que hay que valorar y aceptar a los demás con las virtudes, y también defectos, que ya tienen y más en este caso en que la virtud era tan larga y grande como la extraordinaria cola del animalito marsupilami.

Y colorín colorado este cuento del marsupial austral se ha acabado.